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Habían pasado alrededor de una hora desde que llegó Killer Prince al almacén. Desde entonces, no habían tenido contacto con nadie más del exterior ni se habían atrevido a hablar. Tanto Agust como Kitty estaban sentados en esquinas diferentes, mirando al piso, tratando de armar un plan de escape.

El joven de cabello chocolate no dejaba de jugar con sus manitos. Estaba intentando recordar algo o hacer cuentas —no se sabía—. Sin embargo, su mente se negaban a colaborar. Se sentía tan presionado y preocupado por su padre.

—¿Estás bien? —se atreve a preguntar el rubio— No dejas de arañarte; debes parar.

Kitty no tenía ganas de hablar ni de moverse. Además, esperaba que Agust en algún momento empezara a reclamarle por ser un inútil y un hijo de papi. Ya estaba acostumbrado a cargar con la responsabilidad de todo.

—Oye —insistió su ex, caminando hacia él para finalmente sentarse a su lado—, en serio, deja de hacer eso. —Sujeta sus manos para acunarlas y, luego, acariciarlas con cariño. —Escucha. —Suspira intentando controlar su estrés. —Eres quien mejor conoce sobre este tipo de almacén. Tú mismo creaste el helio-K. Si alguien nos sacará de aquí, ese eres tú.

Podría sonar ridículo, pero esas palabras de ánimo eran lo que Kitty necesitaba. Esa mirada llena de confianza que le brindaba Agust y la calidez de su voz fueron una especie de vitamina. Por eso, finalmente se levanta para examinar los anaqueles con medicinas y diversos químicos.

—Podemos hablar libremente —le dice—. Es imposible instalar una cámara o un micrófono aquí dentro; así fue diseñado —explica mientras es seguido por Agust—. Ahora —suelta antes de carraspear un poco. Su garganta le dolía por la baja temperatura en la que estaban—, quiero que busques cloro y pastillas 031-D.

—¿Para qué? —pregunta el pálido sin entender mucho de lo que pasaba.

—¿Crees que crearía un metal que yo no pudiera destruir? —Sonríe en grande.

Realmente, si encontraba todo lo necesario, serían libres en cuestión de minutos. Lamentablemente, el almacén no era pequeño, así que tomaría un tiempo. Sin embargo, Kitty confiaba en que pronto saldrían de ahí.

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Luego de leer el mensaje de Taehyung, el cual era un sencillo “Tenemos que hablar”, el señor Park llevó a Jungkook hacia su escondite. Ahí había un computadora modificada para que no pudiera ser rastreada por nadie. Era perfecta para que los jóvenes hicieran una videollamada y solucionaran sus problemas.

—Solo conecta tu celular con ese cable y podrás enviarle el link de la reunión con facilidad —le explica el jefe con rapidez—. No olvides contarme todo para cuando regrese.

—No se preocupe, señor Park. —Asiente el pelinegro. —Vaya a buscar a Kitty.

—Hasta luego.

Así, sale apuradísimo de la habitación rumbo a su oficina. Tenía planeado contactar a todos los infiltrados en la zona este y a sus subordinados más expertos. Daría todo de sí para encontrar a su pequeño hijo.

—Mina —llama a través de su celular mientras sube las escaleras—, ¿dónde estás?

—Jefe —contesta la chica—, estoy con Minie en el departamento —se notaba la preocupación en su voz—. Kitty no ha regresado ni llamado. Ya es muy tarde, o, bueno, demasiado temprano. Incluso Minie se cansó de esperar. Está dormida a mi lado.

—Escucha, Mina. —Suspira sin ocultar sus nervios. —Kitty ha sido secuestrado por Killer Prince.

—¡¿¡¿Qué?!?!

¡¡¡Miau!!!

La gatita se había despertado completamente aterrada. Era muy sensible y esa clase de gritos la alteraban. Pobre de ella...

—Lo que escuchaste, así que, por favor, cancela todos los pendientes de mi hijo hasta que lo encontremos.

—Sí, jefe.

—Y, Mina, ¿sabes algo que pueda ser valioso para encontrarlo? —pregunta el señor Park finalmente llegando a su oficina.

—Lo último que sé de él es que nos despidió en el parque que está cerca del centro —explica mientras acaricia a Minie, quien no dejaba de temblar—. Iba hacia las oficinas de la mafia para saber qué pasaba con Killer Bunny.

—Entonces... ya estaba afuera del edificio —susurra ideando una estrategia para obtener todas las grabaciones de esa zona—. Bien. Gracias —se despide—. Me avisas si sabes algo más.

—Sí, jefe.

Ahora, lo único que le quedaba era enviar a toda su gente en contra del este. Si no los detenía de una vez, esto podría repetirse. Sin embargo, su plan costaría muchas vidas, armas y dinero... Por suerte, tenía suficiente de eso y no temía apostarlo en este juego.

Nadie se metía con su hijo y salía vivo. No permitiría que le arrebataran lo último que le quedaba.

—Acabaré contigo, Kim Seokjin —dijo con rabia y los ojos en llamas—. Te arrepentirás por todo.

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• NO DEBISTE DEJARME • [DKi//Yoonmin]Where stories live. Discover now