9. Su Todo

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Llegó el viernes 11, fue un día difícil para todos, literalmente nos quedaban muy pocas horas juntos, por lo que sentir nostalgia era algo inevitable. Nuevamente, procuramos compartir como equipo todo el día, hasta que llegó la tarde, y con ella, el momento del "adiós oficial".

Después de que compartiésemos buenos deseos, abrazos, apretones de manos y más, decidí que era momento de contarle a ________ la historia que llevaba escondiendo desde hace seis meses.

- Quiero dar un último paseo por el río, ¿Me acompañas? - dije acercándome a su oído y susurrándoselo con ternura.

- ¡Claro que sí! - respondió inmediatamente.

Nos despedimos del grupo y nos fuimos caminando hacia el río Han. Durante todo el trayecto, me sentí nervioso, no sabía cómo ________ recibiría la historia que estaba a punto de contarle. Lo único que deseaba, era que no pensara que yo me había comportado como un psicópata o algo por el estilo.

Mientras caminábamos, reconocí el lugar en el que todo había iniciado, me armé de valor y me dispuse a relatar la historia.

- Sabes, el domingo que llegué a Seúl, me vine a pasear al río- dije con cierto nerviosismo en mi voz-y mientras caminaba, me topé con una hermosa chica, sentada aquí. Vestía una camiseta roja y unos pantalones cortos, tenía un libro en la mano, pero no lo estaba leyendo, porque se encontraba perdida en sus pensamientos, con la mirada hacia el río. Ella nunca me vio, pero yo la contemplé durante mucho rato, sentado en esa banca- dije apuntando aquella que se encontraba en nuestra diagonal.

- Ese mismo día, le pedí al universo que la volviera a poner en mi camino, ya que me pareció hermosa y muy interesante. También la intriga de saber qué era lo que la tenía tan perdida en sus pensamientos, más me hizo desear volver a verla. Y sabes- sonreí de sólo recordar el momento en el que mis plegarias fueron escuchadas-, el destino hizo de las suyas, y al día siguiente, la puso en frente mío, como mi compañera de trabajo. Y seis meses después, está aquí junto a mí, en el mismo lugar en el que la conocí.

Terminé de decir eso, y sentí un gran alivio, haberme guardado ese secreto durante tanto tiempo, realmente se había convertido en un gran peso.

La miré a los ojos, y pude notar como una lágrima se asomaba de ellos.

- Perdóname por no haberte correspondido como lo merecías- dijo agachando su cabeza y la sentí sollozar.

- ¡Ey! - levanté su rostro, como siempre lo hacía-. Me correspondiste mucho más de lo que habría imaginado, me regalaste los mejores seis meses de mi vida- fui sincero al decirle eso-. Y lo mejor de todo, es que tengo un bello reloj que me lo recordará por siempre- dije mostrándole el que llevaba en mi mano, el que me había regalado para mi cumpleaños-.

Nunca me voy a cansar de agradecerle al universo por ponerte en mi camino. No eres mi destino final, pero fuiste parte de mi viaje y eso no lo olvidaré jamás. - Eso era cierto, nunca podría olvidarla-. Y oye, te aviso de antemano- dije apuntándola con mi dedo índice y con una inmensa seguridad en mis palabras-. A ese noviecito/ no- noviecito tuyo, le quedan tres meses para volver. Si no lo hace, lo siento mucho, yo vendré a Seúl, me raptaré a la novia y me la dejaré para mí por siempre- solté una triste carcajada.

Todo lo que salía de mi boca en ese momento era muy real, estaba exponiendo mi corazón por última vez. - Pero dolía, realmente dolía demasiado.

Para variar, la necesidad de tenerla cerca de mí, sentir su rostro entre mis manos, ganó mi batalla interna, así que lo hice y me acerqué todo lo que sus ojos me permitieron -. Dile que lo detesto con todo mi ser, que no lo conozco y que no tengo intención de conocerlo, pero detesto al maldito afortunado. - Solté mi verdad, pero la vestí de broma tras una carcajada poco sincera.

-Te voy a extrañar demasiado bonita, nunca me cansaré de decir que eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. - Rocé su nariz con la mía, quise besarla en los labios, pero no lo hice, nuevamente el ángel hizo de las suyas, y dejó mi boca en su frente. La apreté con fuerza hacia mí, y le di el abrazo más largo de esos seis meses juntos.

***
E

l 12 de febrero nos volvió a reunir, pero, en esta oportunidad, para decir adiós... Quizás, para siempre...

Por primera vez, un aeropuerto, que por lo general era un lugar en el que amaba estar, por todo lo que significaba, me estaba causando un rechazo importante. Por primera vez no quería estar ahí, no quería subirme a un avión. Simplemente... No quería irme.

- Creo que ya es momento de despedirnos, bonita- dije con gran pesar en mi corazón y sentí como mis ojos se humedecieron al instante -. No me extrañes tanto, sí- expresé con aires de galán, tocando la punta de su nariz -. No estamos tan lejos, así que si me extrañas ven a verme y te muestro las bondades de mi hermoso país - sonreí tristemente, sabía que eso no pasaría nunca.

... Quise mentirme una última vez...

- No me digas que no te extrañe, porque eso es imposible. Ese escritorio se sentirá gigante - expresó mientras su rostro desaparecía de mi vista.

- Tú y tu mala costumbre de esconderme tu cara cuando estamos hablando algo importante- levanté su barbilla-. Nunca escondas tu carita por nada ni de nadie, porque manifestar tus emociones no es un delito, eso es lo que nos hace humanos- tomé sus mejillas entre mis manos-. Gracias por todo lo que me entregaste durante este tiempo, me hiciste más feliz de lo que imaginas, y perdón por esto, pero no me iré sin hacerlo una vez más.

Por fin pude acallar al buen samaritano que habitó en mi cerebro durante todo este tiempo, y me permití sentirla una última vez, me permití vivirla una última vez. No me iría de Corea sin besarla una vez más.

Me acerqué lentamente, hasta que nuestros labios se encontraron. Tenía tanto apetito por besarla, de volver a experimentar el dulce sabor de su boca, que hice de ese momento, uno intenso y profundo. La besé con todo el amor que guardaba dentro, con todo el anhelo que había escondido, con todo el deseo contenido y con todo el dolor que estaba sintiendo en ese preciso instante. Fue un beso profundo, tanto de mi parte como de la suya. Pude sentir como ella se entregó a ese momento plenamente. Pude sentir cómo disfrutaba, y a la vez, al igual que yo, sufría en ese instante. Fue un beso más apasionado que el anterior, pero mucho más melancólico.

Dimos fin al momento, y lo cerramos con un cálido abrazo. No pude evitar que las lágrimas se escaparan de mis ojos. - La extrañaría, lo sabía. - De hecho, ya la extrañaba, aun teniéndola ahí, aferrada a mi cabello, pegada a mi cuerpo. -Gracias por ser mi novia de jardín de infantes, todo este tiempo.

- Gracias por permitirme serlo- dijo entre sollozos, susurrándome al oído.

- Hasta siempre, bonita- dije soltándola de las cadenas en las que se habían convertido mis brazos.

Luché para conseguirlo, pero debía de concretar esa separación, y no sólo de su cuerpo, sino que de lo que ella significaba para mí. Debía liberarla de mi corazón. Yo quería que ella fuese feliz, y sabía, a la perfección, que yo no era el hombre indicado para darle esa felicidad.

La tomé una vez más del rostro, la besé con resignación y decidí caminar hacia el frente, sin voltear en ningún momento. Sabía que si la miraba, me resultaría aún más doloroso el aceptar que la había perdido para siempre. Me dolería aún más, aceptar que El Loser, había perdido la última batalla.

~♡~
Funkysses

Lloremos...
ㅠㅠㅠㅠㅠㅠㅠ

SEIS MESES [Lay Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora