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-Y piensas robar comida... con eso?- le dijo el chico cruzándose de brazos, mirando como ella buscaba algo con la mirada.

-Claro, será más fácil de lo que pienses.- respondió ella acercándose más a la aldea.- Quédate aquí, no tardaré mucho.

Tom asintió mientras veía como ella se acercaba aún más a lo que parecía una casa. Fue algo extraño verla hablando con un niño pequeño.
-Que está haciendo?- preguntó este sin entender nada en absoluto de lo que decía.

Ella le enseñaba la piedra y el pequeño, saltaba de la emoción. Tanto que asintió y se fue corriendo dentro de la carpa.

Cuando habían pasado unos cinco minutos, el mismo niño volvía con lo que parecía una bolsa bastante grande.
-Gracias pequeño.- le dijo ella para entregarle el muñeco y recoger la bolsa.

Tom aún estaba de brazos cruzados. Esperaba a que ella volviera para que le explicase que acababa de hacer.
-Y así es como se roba.- dijo ella volviendo con una sonrisa orgullosa.

-Cómo?- preguntó este algo extrañado.
-Los niños son los mejores ladrones... y mira, también ha dejado armas... mantas...- dijo ella impresionada.

Pero el impresionado era Tom quien no decía nada y solo miraba la comida. Caminaron hacia el bosque donde se em adentraron a los árboles.

Fue cuando Daila juntó hojas secas y ramas mientras el chico comía lo que parecía ser un bollo y agua.
-Que vas a hacer?- le preguntó este.

Ella tomó dos piedras y las frotó con fuerza entre sí, unas cinco veces hasta que la primera chispa cayó formando fuego.
-No querrás comer la carne cruda verdad?- le preguntó mientras sacaba la comida.

Tom pensaba que si tuviera su varita... le hubiera sido fácil invocar un incendio y tampoco tendría que estar comiendo nada muggle.

-Gracias.- dijo ella de repente haciendo que el azabache la mirara algo sorprendido. No pudo decir nada, aún tenía comida en la boca.- De no haber sido por ti, hubiera muerto.

-Tranquila, ya te mataré yo mismo, además... solo lo he hecho por que conoces esto. No creas que me importas.- le dijo, fingiendo que no le importaba.

-Que te han hecho para que seas así? Eres demasiado raro.- le dijo ella sacando las mantas.
-No es de tu incumbencia.- respondió este más distante.- No me gusta hablar con muggles.

-Muggles?- preguntó ella algo confusa.
-Claro... no tienes ni idea de nada.- dijo este rodando los ojos.

-No... en realidad, he escuchado esa palabra antes. Mi padre solía decirla a menudo.- dijo ella frunciendo el ceño.

Tom mentiría si dijera que no tenía curiosidad.
-Te suena Hogwarts?- preguntó intentando sonar sutil, haciendo que ella asintiera.

-Com les que sabes eso? Me acuerdo que mi padre siempre hablaba y discutía con mi madre sobre... algo que yo no entendía, eran palabras sin sentido. Mi madre decía que estaba loco...- admitió ella mirando al suelo.

Tom frunció el ceño, si su padre era mago, y obviamente su madre era una despreciable muggle... ella era mestiza. Pero por qué no tenía idea de nada del mundo mágico?
-Has hecho magia?- preguntó de repente el chico.

-Magia? Por qué crees que yo sabría hacer magia?- le preguntó ella algo incomoda.

Tom se quedo mirando un rato, leyendo sus pensamientos, leyendo su mente. Y no se lo diría a nadie pero Daila sin duda tenía demasiados pensamientos... únicos.

-Mmm, así que mataste a varios animales con la mente. Interesante.- dijo este poniéndola más nerviosa.

Ella abrió los ojos, por que era tan raro? Acaso le estaba leyendo la mente? Eso sin duda era invasión de privacidad.
-Deja de pensar que soy raro, y si. Se lo que piensas.- dijo mientras miraba como ella se estiraba en el suelo para seguramente irse a dormir.

-Mira, no se como has hecho eso, pero te aconsejo que te vayas a dormir, mañana no podrás ni aguantarte de pie.- dijo ella evitando el tema.

Tom soltó una risa sarcástica mientras se apoyaba uno de los troncos que habían en el suelo. Pensaba en que a lo mejor... la había juzgado de despreciable muggle....

Y si no lo era? Y si era una bruja? Entonces... por qué no sabía nada de magia? Por que vivía es un pueblo de muggles? No lo entendía.

La miró de nuevo, dándose cuenta de que ya se había dormido. Empezó a analizarla, dándose cuenta de que había dejado su espada sin protección alguna.

Se levantó inmediatamente y se acercó a ella, con cuidado de no despertarla le quito la espada. Que tonta.

Daila dormía tranquilamente, sin darse cuenta de que posiblemente, estaba a punto de morir.

Tom tenía el control en ese momento, por si mente solo pasaban las ideas de matarla, o que ella rogase piedad, que sufriera por haber roto su varita, por haberlo retado y haberle faltado el respeto.

Ella merecía morir. Y era fácil, solo cortarle la cabeza, empuñar la espada en su pecho, nada más complicado que eso.

Entonces, por que empezó a dudar? Tom ya estaba preparado, ya había alzado el arma para clavarla directamente al pecho de la chica.

El azabache se molestó más en estar dudando por la vida de la chica. La miraba con rabia, y a la vez con tanta curiosidad de descifrarla que no pudo hacer nada más que tirar la espada al suelo, lejos de él.

No podía matarla. Tom no había podido matar a la chica y por una parte se frustraba con él. Seguía mirando a Daila y sus ojos no evitaron pasar por su cuello.

Ella tenía una cuerda, posiblemente un collar. El chico siguió bajando su mirada posándose en la piedra del collar.

-Imposible.- dijo pasa si mismo mientras se agachaba, quedando medianamente a la altura de la chica.

Se acercó más a ella, sintiendo su respiración tranquila, para llevar su mano cuidadosamente al collar.
-Ópalo.- dijo en un susurro mira tras pasaba sus ojos de nuevo a la chica que seguía durmiendo.

Tom sabía que aquella piedra era valiosa, en Albania raramente se podía encontrar... en cambio, en las tiendas del callejón Diagon sí. El ópalo se usaba para elaborar pociones... lo que significaba...

-Bruja.- dijo de nuevo mientras le apartaba un mechón de pelo cuidadosamente del rostro.

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora