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⚠️ este capítulo tiene contenido explícito, si no te sientes a gusto, te incomoda o simplemente no son de tu agrado puedes saltarte el capítulo, repito, no influye en el contenido de la historia, gracias!⚠️

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-De que hablas?- le preguntó este.- Me odias, por que te quedas?- siguió diciendo este provocando que ella solo sonriera.

-Si te soy sincera... si, te odio demasiado, y si, tendría que haberte matado cuando te vi como un puerco indefenso en el bosque.- le respondió ella.
-Pero?- le preguntó este ahora también mostrándose algo tentado. No quería cortar ese contacto visual que mantenían ambos.

-Pero no lo hice.- admitió ella.- Y aunque seas la persona más egocéntrica, egoísta y torpe, idiota, estúpida, cabezota, cretina, cruel, sanguinario además de raro...
-Al punto.- le interrumpió este mientras rodaba los ojos y dejaba la taza en una de las mesitas que habían al lado de la cama.

-A pesar de eso, créeme que ha sido la mejor decisión que he podido tomar.- dijo finalmente.- Gracias a ti me he dado cuenta de que puedo sobrevivir a todo. No dependo de nadie.

A todo? Tom no lo creía.
-Mhmm, no lo creo.- le llevó la contraria este mientras se hacía el desinteresado.
-Ah no? Que me dices cuando maté al oso delante tuyo?- le preguntó mientras se mostraba más cómoda con él.

-Solo por qué le tiré una piedra para ganar tiempo, si no estarías muerta.- le corrigió este con una sonrisa orgullosa.
-Y que me dices cuando maté a los que vigilaban la tienda del pueblo que nos quería comer?- le volvió a preguntar.

Tom recordó aquello, cielos.
-Fue por que literalmente metí mi boca en tu bolsillo para liberarnos de las cuerdas, si no, ya estarías más que quemada.- volvió a aguarle la emoción.
-Entonces... he llegado a una conclusión.- finalmente dijo ella.

-Que no podrías vivir sin mi?- preguntó el azabache con una pequeña sonrisa arrogante y orgullosa.
-No... que gracias a ti casi muero. Eres un centro de peligro, me pones en peligro.- le respondió y al ver la cara que puso el chico no evitó reír.

-Bueno, no se quien te ha enseñado todas esas cosas como llevar una espada en pleno bosque, prefiero la magia.- dijo este ahora acomodándose.
-Lo he aprendido yo sola.- respondió Daila mientras miraba a Tom.- Pero no entiendo...

-Que no entiendes.- le dijo este.
-Por qué crear tantos horrocruxes?- le dijo ella mientras se sentaba completamente en la cama acomodándose al lado del chico.

-Poder.- respondió sin más.- Será imposible matarme y seré invencible.
-Lo dudo, por que nada es para siempre.- le dijo ella mirándolo con sinceridad.- Pienso que es mejor arriesgarte y si lo pierdes todo... tu tiempo se acabó.

Tom dibujó una pequeña sonrisa en sus labios.
-Y es por eso que vas con una espada por el bosque matando a todo que se te pase por en medio? No somos tan diferentes Daila.- le dijo mirándola.
-Ah no?- le preguntó ella casi en susurro también manteniendo el contacto visual.

Tom no quiso esperar mucho más. Tomó las palabras que acababa de decir la chica y quiso probarlas. "Atrévete."
-Y que pasaría si te dijera que estoy a punto de perderlo todo?- le dijo este ahora mirando los labios de la chica los cuales ella se relamió por el nerviosismo.

Tom se seguía acercando y Daila finalmente contestó con una sonrisa inesperada.
-No, no lo creo.- soltó mientras se acercaba también a él.- Y en todo caso... perderíamos los dos, juntos.

Fuego era lo que sentía el chico en aquel momento, cuando sus labios tocaron con los suyos, supo que perdería la cordura con ella.

Los labios de Daila eran suaves, y el azabache se preguntaba si ya había tenido experiencia, por que sinceramente no lo hacía nada mal.
-He querido hacer esto desde hace demasiado tiempo.- le susurró este entre el beso.

-Solo cállate Riddle.- le interrumpió la chica mientras intentaba seguir el ritmo, colocándose encima de este, sin dejarlo respirar.

Y cuando iban a seguir, el ruidoso sonido de un trueno los hizo recapacitar por segundos consiguiéndose separarse y mirarse realmente a los ojos del otro.
-Que estamos haciendo?- preguntó ella ahora con una sonrisa inevitable.

-No lo sé, pero no quiero parar.- respondió el chico mientras acariciaba la mejilla de Daila y en unos pocos segundos sin dejarla procesar, unió sus labios de nuevo, sintiendo como ella inocentemente frotaba sus caderas con desesperación.- No pares...

Tom recorría sus manos a través de la piel de la chica por debajo de su camiseta, sintiendo como ella arqueaba su espalda y cada vez se ponía más nerviosa ante su toque.

Electricidad y corrientes de placer inundaban los cuerpos de ambos mientras se besaban de manera apasionada y desesperadamente.
-Tom...- le susurró ella, mientras este le besaba con rudeza el cuello.

Ver como su toque hacia retorcerse a la chica era algo que sin duda no querría olvidar jamás. El azabache empezó a sacarle la camiseta mientras que ella con torpeza le quitaba la camisa al chico.

-Segura?- preguntó este.- No te lo volveré a preguntar.- le insistió este aún más tentado viendo como ahora era ella quien dejaba húmedos besos.
-Aprovecha ahora que soy tuya Riddle, no me hagas arrepentirme.- respondió ella con una sonrisa burlona mientras dibujaba círculos con sus caderas con el único propósito de molestar al azabache.

Tom cerró sus ojos mientras ahora sus manos recorrían las caderas de la chica y la quitaba de encima suyo.
-No debiste hacer eso.- le dijo ahora cambiando de posición, ahora Daila se encontraba acostada en la cama.

-Que harás? Me mataras?- le preguntó ella mirándolo en todo momento.- Vamos Riddle, demuéstrame de que eres capaz.

El azabache no perdió más tiempo. Tomó las manos de la chica mientras que la besaba con pasión y lujuria. Las ató firmemente al cabezal de la cama matrimonial y con una sonrisa volvió a atrapar sus labios.

Empezó a bajar lentamente dejando besos por su abdomen mientras sentía como Daila jadeaba e intentaba contener ruido alguno.

-Asustada?- le preguntó ahora este con una sonrisa burlona mientras miraba como ella respiraba con dificultad.
-Ni un poco.- respondió ella retándolo.

Tom pasó suavemente sus manos a los pantalones de la chica, tirándolos poco a poco hacia abajo, provocando que Daila solo se desesperará aún más.
-No tienes ni la más remota idea de todo lo que pasa por mi mente cuando el deseo por ti, crece dentro de mi... en cambio, yo si que se lo que pasa por la tuya, amor.- le dijo mientras la admiraba.

Su voz, su actitud y su cuerpo. Daila no sabía cómo conllevar la situación, estaba ansiosa. Sabía que el chico también. Pero ambos eran orgullosos.

La chica no quería esperar más.
-Mierda, ya no aguanto más, puedes hacerme lo que quieras Riddle.- soltó finalmente ganándose una sonrisa orgullosa del azabache.

Al fin, toda suya.

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora