24

3.9K 482 70
                                    

𝓡

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝓡

Una vez la mansión Riddle se encontraba vacía, solo con Tom y Daila dentro, el azabache se fue al comedor.

Las palabras de aquel hombre... seguían y seguían en su cabeza. Podía ser que se estuviera volviendo débil por ella? Eso sin duda no podía pasar. Menos a él.

-Aquí estás.- mencionó ella entrando al comedor.- Que piensas?
-Nada que te importe.- respondió este demasiado distante y frío.

Daila frunció el ceño y se acercó al chico, sentándose a su lado. Que rayos le pasaba?
-Por qué me has pedido que me fuera? Que has hecho?- le insistió haciendo que Tom rodara los ojos asqueado.

-No eres nadie para decirte lo que hago o no. Ahora vete de aquí.- le dijo este levantándose y alejándose de ella.
-Con quien crees que estás hablando?- le preguntó ahora algo molesta.

-Tú, estás hablando con tu líder, debes obedecer mis órdenes, recuerda que ahora eres un igual a todos mis seguidores.- le mencionó este haciendo que ella sonriera.

-Hablas en serio? Un igual? Después de todo lo que hemos pasado juntos!?- le preguntó Daila sin moverse en absoluto.
-Si. No me has escuchado? Lárgate ahora mismo.- le ordenó con voz severa.

-Y tú eres tonto si piensas que voy a irme de aquí haciéndote caso, a ti, Tom Riddle.- anunció ella de manera sarcástica cruzándose de brazos con una sonrisa burlona.- No eres nadie para decirme lo que tengo o no que hacer.

No, no, no, a eso es a lo que se referían todos. Si una simple chica como ella no le hacía caso, quien lo haría? Nadie.
-He dicho que te largues!- le gritó apuntándole.

Daila se sorprendió bastante y más cuando notó como su brazo empezaba a quemar y a arder tanto hasta el punto de no poder mantenerse de pie.
-Para, mierda, para!- gritaba ella intentando aguantar el dolor.

Al ver que el chico iba a seguir torturándola sin piedad, decidió manejar la situación a su manera. Se levantó a duras penas cuando creyó que el dolor era soportable.

Sacó su varita y gritó "expelliarmus!" desarmando al azabache quien la miraba furioso y a la vez sorprendido. Odiaba ese hechizo.
-Veo que has aprendido tu sola.- mencionó este ahora algo más tranquilo al ver que no tendría como protegerse si ella lo atacaba.

-No te hagas el bueno. Ahora dime que pasa y por qué estás siendo tan... idiota.- le pidió ella aún apuntándolo con rabia acumulada.- No voy a repetírtelo.

Hablar y responder, o seguir con su orgullo adelante. Tom tenía que elegir.
-Por si no lo recuerdas, si no fuera por mi... ya estarías muerta. Yo te he dado poder que posees ahora.- dijo este de repente.

-Y crees que habrías sobrevivido tú, solo en medio de la naturaleza? Sin mi protección? No creas que te debo nada.- mencionó ella con una postura muy segura.
-La diferencia es que ahora me perteneces.- dijo este haciendo que toda la paciencia de Daila se terminara en segundos.

Tiró la varita al suelo, apartándola y quedándose ella delante de Tom quien ahora se encontraba con una sonrisa orgullosa, superior a ella.

La chica se acercó al azabache y en un momento le dio un golpe con su puño en su cara, con toda la fuerza que ella tenía, empujándolo y haciendo que este acabara en el suelo.

-Cariño, entiende que nunca voy a ser de tu propiedad. Y si, puede que todos piensen que a lo mejor soy yo el problema... que soy yo quien te hace débil.- dijo mientras se agachaba a su altura.

Daila le tomó el rostro haciendo que Tom la mirara a la fuerza sin decir nada.
-Que te quede claro que aquí el único problema eres tú.- terminó por decirle con una sonrisa victoriosa.- Eres penoso.

-Mi vida hubiera sido mejor si te hubieras muerto quemada en ese estúpido pueblo.- consiguió decir Tom.- No eres nadie sin mi.
-Cállate.- le exigió ella.

-Y tu padre? Toda la vida buscando un matadero para monstruos como tú. Puede que quisiera deshacerse de ti, no crees?- le dijo ahora llevando el control de la situación.

Daila se levantó y dejó al azabache en el suelo. Lo miró mientras se quitaba el collar que un día le había dado. Se lo tiró a la cara.
-Desearía no haberte conocido nunca.- mencionó ella.- Que tonta fui en protegerte...

-Protegerme? Ni tienes control sobre tu propia vida, que vas a a hacer ahora cuando te marches? No tienes nada!- siguió diciéndole este ahora con rabia.

-No tienes que preocuparte de nada. Estoy segura de que puedo yo sola.- dijo mientras tomaba de nuevo su varita.

La chica iba a irse pero pensó en hacer una última cosa, para dejar claro que ella no dependía de la estúpida magia ni a nadie.

Rompió la varita exactamente como la vez que se conocieron y se la tiró al azabache quien ahora la miraba con curiosidad y rabia. Demasiadas emociones que no sabía transmitir en ese momento.
-Que crees que haces!?- le gritó viendo como ella si que se marchaba de verdad.

Tom se levantó para frenarla. Si, había dicho cosas horribles al igual que ella pero no dejaría que se escapara por ahí.
-Irme de toda esta mierda por la que me has hecho pasar! Tú me has convertido en todo esto entiendes!? Te odio!- gritó ella saliendo de la mansión.

-Daila! Vuelve aquí!- le decía este siguiéndola mientras salía de la mansión.
-He dicho que me dejes en paz!- gritó de nuevo, ahora dejando todo el dolor y rabia acompañado.

Y de nuevo, su voz se salió de control, rompiendo ventanas y empujando al azabache dentro de la mansión y dejándolo fuera de todo.

Daila finalmente se fue entre los grandes árboles del bosque que rodeaban la sombría mansión sin comida, sin hogar, sin nada con que protegerse. Solo su voz y ella misma.

Nada le importaba en ese momento. Odiaba cada segundo desperdiciado con Tom y odiaba haberlo ayudado en todo.
-Joder!- gritó mientras seguía caminando furiosa a través de la luz de la luna.

Y lo peor. Es que no odiaba al chico en absoluto. Se odiaba a si misma por saber que estaba dando lo mejor de ella y aún así no era suficiente para nada.

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora