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-Estoy cansada.- dijo de repente la voz de la chica, haciendo rodar los ojos de Tom.- Estoy cansada... no quiero caminar.

-Me da igual que estés cansada, no voy a llevarte en brazos.- le volvió a responder este. Daila llevaba pidiéndole que la llevase ya que estaba demasiado cansada para caminar.
-Aburrido.- murmuró ella.

-Que has dicho?- le preguntó este ahora mirando como ella intentaba no reír.
-Oh, no hagas como si no me has escuchado.- le respondió ella mientras seguían caminando.

-Eres insoportable.- soltó este mientras la seguía a su lado.
-Pero te encanto, no lo niegues.- Daila miró al azabache y este solo tenía una pequeña sonrisa en sus labios.- Lo ves? Hasta sonríes para mi.

Para ella. Solo para ella.
-Claro.- respondió con simpleza.- Lo que tú digas.- dijo mientras la miraba de reojo.

Y sin darse cuenta, llegaron a lo que parecía ser una casa de lo más pintoresca, antigua pero bien conservada.
-Oh, no me dijiste que tu amiga era de la realeza.- dijo ella ahora algo más seria.- Es enserio? Que eres, un principe o algo?

-Cállate.- le pidió este.- No soy ningún tipo de principe y si lo fuera... no estaría aquí.- le dijo a lo que ella sonrió.
-Si... supongo que si. No me habrías conocido y yo podría vivir tranquila.- le soltó ella enfrentándolo de nuevo.

-Yo no te impido irte, eres libre.- le dijo este con una sonrisa burlona.
-No sin el collar.- le dijo ella mirando de reojo el bolsillo conde se encontraba la joya.

Tom sacó el dichoso collar y se lo enseñó fingiendo sorpresa, algo que molestó demasiado a Daila.
-Te refieres... a este?- le preguntó haciéndose el inocente con una sonrisa burlona.

-Dámelo!- dijo ella entonces tirándose encima del azabache intentando tomar su collar a la fuerza. Tom por otro lado intentaba que eso no pasase, si Daila conseguía la joya, seguramente se iría de su lado.

Pero eso no impedía fijarse lo cerca que estaban. El chico se fijó como su cuerpo de había tensado bastante al sentirla encima de él.
-Mierda.- soltó de repente.

Daila lo miró extrañada. Pero cuando miró hacia arriba vio nada más que una mujer, de gran contextura vestida como si fuera de la misma realeza. Se notaba que llevaba peluca y el punto en su mejilla no era una peca sino algo artificial. A la chica ya le caía mal.

Tom vio como Daila se apartaba inmediatamente de él y deseó por un momento que la estúpida de Hepzibah Smith hubiera tardado más en venir.
-Que los trae por aquí? Acaso se han perdido?- preguntó ella mirándolos un poco asqueada por sus pintas.

-Si, de hecho esperaba encontrarla a usted, señora Smith. Tengo algunas dudas que me gustaría aclarar.- dijo el azabache ahora también levantándose.

-Y se puede saber quien es usted?- le preguntó la señora mirándolo de arriba a abajo.
-Sr. Burke para usted.- se presentó el chico.

Ahora Hepzibah miraba a Daila quien no entendía nada, quien diablos era esa señora?
-Y ella es mi... actual pareja, futura señora Burke de hecho.- contestó inmediatamente Tom haciendo que la chica tuviera que morderse el labio para evitar reírse.

-Y en que puedo ayudarles señores Burke? Déjenme decirles que su vestuario es...- empezó a mirarlos de arriba a abajo examinándolos.

-No se preocupe por eso, hemos tenido algún accidente pero la verdadera razón por la que estamos es... comparar.- mencionó el azabache con una voz encantadora.

Los ojos de la señora se agrandaron al igual que sus sonrisa.
-A que esperamos entonces! Pasen y síganme! Tengo objetos realmente impresionantes, o tal vez quieran algo para su boda?- preguntó a lo que Daila negó inmediatamente.

-No... no se preocupe por eso.- respondió ella algo nerviosa mientras miraba como Hepzibah sacaba vestidos blancos y decoraciones.

Tom se cruzó de brazos mientras miraba lo nerviosa que se encontraba ella chica. Se preguntó que tan bien le quedaría un vestido blanco, o de cualquier color. Ella estaría hermosa de todos modos.

-Venimos en busca d run regalo para mi... madre. Algo valioso, que transmita poder. Ya sabe como son...- interrumpió el azabache mientras colocaba un brazo al rededor de la cintura de Daila.

Hepzibah Smith empezó a pensar algo valioso para la pareja y fue cuando se le ocurrieron dos objetos en concreto.
-Sígname.- les ordenó.

Cuando la señora se volteó, Daila le pegó en el brazo con toda su fuerza posible.
-Como se te ocurre?- dijo en susurro intentando separarse de él.

Tom por otro lado la apegó más a su cuerpo.
-No finjas que te encanta.- respondió en su oreja con una sonrisa orgullosa.
-Oh, cállate.- consiguió decir ella.

-Señores Burke?- preguntó la voz irritante de Hepzibah desde la otra habitación.

Al entrar en esta, Tom se quedó de piedra al ver lo que tanto buscaba. La misma copa de Huffelpuff.
-Voy a enseñarles mis objetos más valiosos ya que me parecen una encantadora pareja de jóvenes enamorados.- empezó a decir la señora.- Obviamente es muy cara y exclusiva.

-Y que es eso?- preguntó Daila sin quitarle vista a un guardapelo. Lo había tomado ya que le parecía muy curioso.

Sin embargo a Hepzibah no le hizo mucha gracia. Se acercó a la chica y bruscamente se lo quitó de las manos.
-Niña insolente! No toques nada mío con esas manos sucias!- le gritó de mala manera.

-Y usted no le hable de esa manera a... mi mujer.- le ordenó Tom ahora con un tono casi amenazante. Como se atrevía a tocarla? Nadie excepto él podía.

-Disculpe mis modales Sr. Burke, esto... es nada más que el guardapelo de Slytherin, y como cuentan varias personas... perteneció al mismo Salazar Slytherin.- mencionó mientras les enseñaba el objeto.

-Y puedo saber cómo lo consiguió? Ese objeto es demasiado poderoso si me permite decirle.- le preguntó Tom con curiosidad.

Hepzibah se empezó a reír haciendo que Daila rodara los ojos.
-Oh muchachos la historia es muy graciosa. Resulta que una mujer estúpida y vagabunda embarazada se lo vendió por diez galeones a un comprador conocido. Lo que no sabía es que tenía en posesión de ella nada más que el mismo guardapelo.- dijo mientras se burlaba.

Pero Daila supo que algo iba mal. Veía la cara de ira de Tom y veía que nada de eso acabaría bien. No tenía ni idea de lo que estaba pasando pero si que conocía al azabache.

Esa señora estaba más que muerta.

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora