CUATRO.

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𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎.

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                  𝐀𝐋 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐀𝐑 𝐋𝐀 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐌𝐀𝐃𝐈𝐒𝐎𝐍 𝐒𝐄 𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐁𝐀 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐁𝐈𝐁𝐋𝐈𝐎𝐓𝐄𝐂𝐀, leyendo un libro que se llevó toda su atención.

Su imaginación floraba con cada palabra que leía de aquel asombroso libro.

Después de una largo plazo de tiempo, se dió cuenta que al menos había estado en la biblioteca leyendo unas dos horas, pues las corredores de la enorme casa estaban al obscuras, empezó a caminar entre los pasillos para poder llegar a su habitación. Hasta que un sonido familiar la frenó.

El baño estaba ocupado, hasta que se abrió la puerta, dejando ver a Edmund atando su bata de dormir.

—¿Qué haces despierta? —le preguntó Edmund al verla parada entre la obscuridad.

—Estaba en la biblioteca, me quedé... —Madison detuvo su habla, miro a Edmund y dió un suspiro— ¿Porqué te tengo que dar explicaciones?

—Simple curiosidad —el chico de pelo negro mostraba una media sonrisa.

Una extraña luz se lograba distinguir entre lo negro del pasillo, la pequeña de los Pevensie caminaba entre lo sombrío del corredor, sujetando un vela entre su pequeña mano.

A su lado, Jacob, quien agarraba la mano de Lucy con miedo, pues tenía esa cierta aversión a la obscuridad.

—¿Los asustamos? —la Roussel veía a Edmund con una extensa sonrisa.

—Bien —accedió el pecoso.

Los dos mayores -de los que estaba despiertos claro, pues no olvidemos que cada uno tiene a su respectivo hermano mayor- seguían silenciosamente a los menores.

Lucy y Jacob entraron a una habitación, donde se encontraba aquel inmenso ropero hecho madera.

Los dos se adentraron a aquel guardaropa, el aire frío que este transmitía apagó el fuego de la vela inesperadamente, haciendo que los dos pequeños se miraran con emoción y felicidad.

Madison y Edmund lograron notar como ambos desaparecían de entre los abrigos.

—¿Enserio? —Madison rodó los ojos ante la acción "Infantil" -según ella- de su hermano.

¿Meterse a un ropero? ¿Jugaban a las escondidas? ¿Planeaban algún tipo de juego diferente y nuevo?

—Vamos —Ed tomó la mano de Madison, entrelazando sus dedos. Para así seguir a los hermanos de estos pequeños malhumorados.

Madison y Edmund imitaron la acción de ambos niños.

—Espero que no le tengas miedo a la obscuridad Lucy —susurró el azabache adentrándose en el armario.

𝐁𝐑𝐀𝐕𝐄 -𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎- (Terminada) Where stories live. Discover now