ONCE.

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𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐍𝐂𝐄.

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              𝐀𝐌𝐁𝐎𝐒 𝐂𝐎𝐑𝐑Í𝐀𝐍 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐀 𝐍𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋𝐄𝐙𝐀 𝐐𝐔𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐑𝐎𝐃𝐄𝐀𝐁𝐀, esperando a que alguien diera con ellos, alguien dispuesto a salvar a dos pequeños traidores.

Seguían tomados de las manos, sus dedos abrazaban los dedos del  otro, estaban entrelazados. Aunque ninguno se había dado cuenta de ello, estaban muy ocupados encontrando su verdadera salvación.

—¿No tienes algún otro don extraño que nos salve? —le preguntó Edmund a la pelicafé después de que esta le contara su anécdota.

—Lamentablemente no, o al menos no que yo sepa.

Si hay algo que nadie sabía de Madison, es su increíble inteligencia, podría tener una horrible actitud, pero su cerebro era otra cosa. No le gustaría que alguien se enterara de ello, ella pensaba que la creerían algún tipo de nerd o algo así. Por eso usualmente fingía desconocer palabras o temas de secundaria que se supone no debe entender.

Inventaría algo o al menos se las arreglaría para poder salir de aquella tragedia.

—Necesitamos comer —habló la Roussel.

—¿Qué tan importante es eso? —cuestionó sin esperar respuesta alguna, aunque se sorprendió al si recibir una contestación y muy detallada y bien explicada.

—Dos palabras, metabolismo lento, cuando pasas periodos sin digerir algún alimento, tu organismo se ralentiza con la finalidad de conservar energía.

>Olvídate del ejercicio; tampoco podrás concentrarte ya que tan solo nuestras funciones cerebrales utilizan el 20% de las calorías que necesitamos.
Tu metabolismo transforma las calorías en energía pero cuando comes una vez al día nuestro organismo entra en una especie de proceso de adaptación para protegerte. 
C

uando sucede esto las grasas que ingieres no las usas, más bien se almacenan para garantizar que tengas combustible para usar mientras no te alimentas.

Edmund la miró, sus ojos representaban confusión, -por no entender la mayoría de sus palabras- sorpresa, -por no saber que su inteligencia estaba reducida- y felicidad -por saber lo lista que era-.

—¿Porqué me miras así? —le preguntó al niño Pevensie.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Leo demasiado, y cualquier tipo de libro esta a mi disposición en la enorme biblioteca del profesor Kirke, además tengo fácil retención de información nueva —respondió.

—¡Eso es genial!

Madison dirigió sus chocolatosos ojos hacia el rostro de Edmund, esperaba que dijera algo como...

𝐁𝐑𝐀𝐕𝐄 -𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎- (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora