Snow

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Empezamos a descender en un bosque. Era seco, la magia no se podía desplegar. Podía sentir cómo le afectaba esto a Baz, sin embargo insistió en seguir aquí.

Caímos justo en el medio del bosque. Para las personas sin magia esto hubiera sido una vista hermosa, rodeado de una flora y fauna espectacular. Pero para los magos, era el jodido infierno. Esa sensación de opresión en el pecho enloquecía. Bueno, eso sentía yo cada vez que quería usar mi magia pero me imagino que Baz ahora estaba queriendo darse la cabeza contra algún árbol y morir ahí mismo.

Se oyeron un par de risitas y el golpeteo de algo contra los palos.
Allí estaba. Justo cuando le iba a decir "muéstrate" apareció frente a mí.

No. No era una sombra. No era un monstruo alto, gigante, deformado y con un hacha oxidada en la mano.
Era un joven demacrado, con rizos dorados y una molesta pelotita roja en la mano. Era un niño de once años con ojos claros.

Él Humdrum... ¿Era yo?
Tenía que proteger a Baz, a Penny y a todos... ¿De mí? ¿Siempre fue así?

Ya podía sentir la mirada de odio y asco que me daría Baz luego de este momento. Sería lógico que lo hiciera.
Lo merecía. Siempre fui el villano de la historia y nunca lo supe. Qué imbécil.

Mi mente daba vueltas a dos mil por segundo, pensando todas las cosas en mí que indicaran que yo era el Humdrum. Sí. Su apariencia. Es igual a mí yo de once años. ¿Qué otra prueba necesitaba? Eso bastaba para acabarme.

Debía proteger a Baz... de mí.
Debía proteger a Penny de mí.
Debía proteger a Agatha de mí.
Debía proteger a Watford de mí.

Siempre fui el problema, jamás encajé. ¿Por qué no lo noté antes?
¿Por qué fui tan ciego?

- Protege a Baz. - Le susurré a mis alas. No sabía si se podían desprender de mí o no pero igual lo intenté. Lo cierto es que no se desprendieron de raíz, si no que, de las puntas volaron hasta Baz otras... ¿Alas? Más pequeñas que lo elevaron y lo alejaron de mí. Estaba en el cielo. No muy alto, lo suficiente para que no sea herido por mí y para que (en caso de caer) no se lastime, sólo tenga un par de raspones y cortes, como mucho.
Justo ahí sería conveniente.

- Al fin te veo la cara... Simon.

Le dije al Humdrum. ¿Por qué no podía llamarlo por mi nombre? Se veía exactamente igual a mí.
Saqué mi espada, iba a acabar con él allí mismo. Mi espada atravesó su abdomen sin dificultad. ¿Tan fácil iba a ser? ¿Acaso se dejó apuñalar por mí?

De pronto sentí que algo se desprendía de mí. Que algo caía. Se estaba robando mi magia mientras se reía.
Solté la espada, ahora él la tenía en su posesión. Que estúpido fui. Sin embargo, la lanzó a un lado. Lejos de ambos, claro está.

- Eres un inútil, Elegido. ¿Qué? ¿Acaso te nublé el cerebro? Tú y yo somos uno, ¿De verdad serías capaz de matarte a ti mismo? ¿De verdad serías capaz de golpearte a ti mismo y herirte? ¿Tan poco cerebro tienes?

Ignoré sus palabras mientras trataba de darle algún golpe que le hiciera un poco de daño pero todos los evadía y me los devolvía con más poder. Estaba cansándome de la situación. Mi clon malvado con siete años menos era más fuerte que yo. No es nada reparador pensar eso.

Hasta que pude abrazarlo. Lo tomé por la cintura y corrí con él, perdiéndome de la vista de Baz que estaba sobre nosotros.
Había hallado una debilidad en los ataques del Humdrum. Cuando me robaba magia se debilitaba un poco hasta que la absorbía por completo.
Si yo le daba magia se debilitaría tanto que desaparecería.

Corrí hasta que mis piernas no dieron más. Estaba bastante lejos del lugar donde había dejado a Baz. Eso me reconfortaba. No me vería caer tan vergonzosamente.

Presioné al Humdrum con mi cuerpo contra uno de los árboles que allí habían.

- No tienes el coraje de asesinarnos, Elegido.

- No hables como si me conocieras perfectamente, perdedor.

Con una sonrisa arrogante en el rostro, clavé mis uñas en el pecho del contrario. No sabía cuánto daño le hacía eso a él pero yo sentí un dolor agudo en la zona. ¿Lo que le hiciera a él también se me aplicaría a mí? Tiene sentido. Presioné con más fuerza mis dedos, él gritaba de dolor.
Justo ahí solté mi magia. Sentí que se desgarraba mi interior mientras lo llenaba de mi poder. Sentía cómo se me escapaba el aire de los pulmones y no lo podía recuperar.
Vi que se debilitaba tanto que podía ver el árbol detrás de él a través de su "cuerpo" y sus gritos se oían lejanos.
Vi su intención de querer arrancar mis alas para que dejara de darle poder pero las oculté justo antes de que pudiera alcanzarlas. Y así desapareció, entre mis brazos se hizo uno con el viento.

No fue nada romántico, acababa de matar a una parte de mí. Quizás acababa de matarme.
Pero estaba bien. No pondría en peligro a ese chico que...
Que... ¿Me gustaba? No lo sé. Lo único que sé es que como me siento con/por él jamás lo sentí con nadie.

Escupí sangre y caí en el lugar en el que antes estaba el Humdrum. Ya no tenía poder, mis alas tampoco respondían. ¿Así se sentía la muerte? ¿Cómo estaría Baz allí arriba? ¿Los pájaros lo molestarán?

Ay, que imagen mental tan graciosa. Baz, luchando contra los pájaros porque a ellos les gustó su cabello y quieren hacer nido ahí... Ah... Que lindo...

Podía ignorar el dolor agonizante que sentía en este momento, me bastaba con que Baz estuviera bien para morir en paz.

Pero antes de morir quiero despejar una duda...

- Llévame a mi lugar seguro.

Susurré con la poca voz que me quedaba. No sólo se había llevado mi magia y vitalidad, si no que también me había robado la voz.

Me obligué a mantener los ojos abiertos a ver si algo cambiaba a mi alrededor, mas todo seguía igual. Sólo sentía un poco de disturbio lejano. Ni siquiera podía sentir mi cuerpo, mucho menos diferenciar qué era lo que producía ese ruido.

Con la última pizca de conciencia que me quedaba tomé una decisión. No tenía nada de malo admitir lo que hace tiempo mi corazón sabe pero intentó ignorar.

Hablé conmigo mismo, con el yo que apenas podía sostenerse mínimamente despierto, recordando el ser que llevaba en mi corazón. Quería recordarlo antes de cerrar mis ojos.

- Ojos grises. Cabello negro, largo. Sonrisa cínica. Piel pálida. Vampiro. Amo a... Tyrannus Basilton Grimm-Pitch y... estoy... enamorado...

Hasta ahí. Hasta ahí llegó mi declaración.
Así acabaría mi patética y para nada pacífica vida de huérfano inútil y "héroe".
Mi mente se llenó de esa sonrisa sincera con los ojos entrecerrados que me mostró.

Pestañeé pero ya no pude abrir los ojos. Y luego, vi negro.

Tu lugar seguro 🌿🍂 𝑆𝑛𝑜𝑤𝐵𝑎𝑧Where stories live. Discover now