Baz

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El Humdrum se veía igual a Simon. Se veía como su yo de once años, pero no era él. Yo lo sé.
Pero parece que a Snow realmente le afectó verse a sí mismo reflejado en su oponente.
Pensándolo bien, quizás estaba creyendo que él realmente era el Humdrum.

No, Snow. Ese monstruo no eres tú.

Conozco perfectamente a la persona que más amo. Ese no eres tú.

Simon, calma. Se ve como tú pero no eres tú. Tú eres genial, eres valiente y morirías para proteger a los demás, el Humdrum no eres tú, Snow.

Apoyé mi mano en su espalda pero no lo notó. Sus ojos estaban desenfocados, fijos en el Humdrum. Lo más probable es que tampoco hubiera oído mis palabras.

Lo conozco bien. Seguro está pensando “Debí saberlo, qué estúpido fui. Siempre fui yo contra el que tuve que luchar”. Snow es ESE tipo de persona. Ese que no analiza la situación sino que ya se culpa a sí mismo y carga con la responsabilidad.
Es ese tipo de idiota mi Snow.

De repente murmuró: — Protege a Baz.

Joder. Joder. Joder.
Apreté con mi mano su cola pero esta se soltó de mi agarre y cortó superficialmente mi palma. La punta de sus alas eran como pequeños dragones que me elevaron de forma que me costaba oírlos. Lo más probable es que si Snow explotaba, su magia no me alcanzaría a la distancia en la que estaba, pero estaba arriba de los árboles así que si caía sólo me rasparía con las ramas.

En la situación en la que estaba, Snow no prestaba atención a los detalles, yo lo sé. Sólo se cegaba en acabar con su enemigo desvalorizando su propia vida y los detalles. Así era él.
Probablemente pensaba que de sus alas salieron alas más pequeñas, no unos pequeños dragones rojos. Probablemente tampoco veía que su magia debilitaba al Humdrum.
Le gritaba pero mi voz no llegaba a sus oídos, esto era peor que la muerte. La persona que amas está siendo golpeada frente a ti y no puedes hacer ni una puta mierda.
Ver que mi persona favorita está dañándose a si mismo tanto física como mentalmente y sólo poder ver desde arriba es lo peor que me pudo pasar.

Snow volteó repentinamente y abrazó el cuerpo del Humdrum, lo cargó y corrió lejos de mi vista.
Estiré mi mano, tratando de atraparlo, le grité con todo mi poder pero aún así no se detuvo ni una vez, me removí pero los dragones ni se inmutaron y siguieron duros como una piedra, suspendidos en el aire.

¡Simon Snow, por favor, vuelve a mí!

Sentía tanto temor que me fue imposible no empezar a llorar. Me daba igual.

Con la altura podía ver el lugar completo. No estaba lejos de la casa de mi tía Fiona. Quizás podía enviarle un mensaje con magia. Decirle que por favor venga, que lo salve, que lo ayude.

Pero probablemente me diría que es su pelea. Siempre tuvo rencor contra Snow porque era el protegido del Hechicero. Y porque simplemente era un normal pobretón, pero era el maldito mago más poderoso de todo el mundo.
Y era mío. Yo tenía más momentos a su lado que incluso su propia novia.
Y lo estaba perdiendo. Lo iba a perder. No podía hacer nada desde aquí arriba, tampoco soltarme del agarre de los malditos dragones, no sé cómo hacían pero no podía quitármelos de encima.

Empecé a sentir el olor a su magia. Sentí como los dragones chillaban de dolor. Cada vez más fuerte. Podía asegurar que estaban agonizando.
Oí un grito, no supe diferenciar si era el de mi Snow o el del Humdrum, después de todo, tenían la misma voz. Ese grito se fue atenuando, mis nervios se intensificaron.
Eso significaba que la pelea había terminado. El Humdrum ya no estaba. O quizás era Snow el que ya no estaba. Si los dragones eran parte de Snow, ¿Por qué gritarían tan dolorosamente? ¿Snow es el que está...?
No. No. No. No. No puede estar pasando esto. Yo me había preparado para ser asesinado por él, no que fuera él quien muera primero.

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