Snow

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Abrí los ojos con esfuerzo, los tenía pegados. Creo que aún tenía un poco de sueño. ¿Cuánto dormí? Debo apestar a muerto. Aunque cuando me olí, mi piel tenía aroma a cedro. ¡El jabón de Baz! ¿Quizás Penny lo confundió con el mío? Baz se enojará mucho conmigo ahora, le usé su jabón... Bueno, rezaré por mí.

Estaba con suero, dudé un momento entre sacármelo o no, al final terminé sacando la aguja de mi brazo. Me quería bañar, joder.

Cuando me paré de la cama me sentí más liviano y a su vez más pesado, como si algo esencial me faltara y como si me hubiera librado de algo.
Mi magia y el Humdrum. Ahí está. No tengo el coraje para ver si tengo o no magia, me da miedo lo que pueda llegar a pasar.

Caminé al baño pero algo no me dejaba pasar. ¿Alguna barrera invisible que puso Baz? No, no había nada...

Oh. Las alas.
Pensar en ellas hizo que se abrieran, tirando un par de cosas de Baz. Me apresuré a concentrarme en que ya no las necesitaba, que ya no estaban. Con tardanza y esfuerzo se terminaron yendo junto con la cola, ahí aproveché yo para juntar las cosas que se habían regado de Baz y meterme a bañar.
Traté de no demorarme mucho, a esta hora deberían estar en clases así que yo tranquilamente podría pedirle a la señorita Pritchard que me de algo de las sobras del desayuno junto con mucha mantequilla. No puedo esperar para (por fin) poder volver a comer los bollos de cereza.
Mi uniforme estaba doblado como la ropa de Baz, ¿Quién lo habrá doblado así? No importa ahora, total ya lo desdoblé.
Salí de la habitación ya vestido y bajé corriendo hasta el comedor, justo me crucé a la señorita Pritchard entrando a la cocina. Faltaba poco para la hora del almuerzo.

— ¡Joven Snow! ¡Ha despertado!

— ¡Y más hambriento que un dragón!

— Pasa, pasa, te daré un par de bollos que he guardado de más para el joven Pitch.

— ¿Baz estuvo comiendo más bollos? — Por alguna razón eso me sorprendió, pero me alegró que se estuviera alimentando bien.

— Parece ser ese el caso, no sé muy bien porque comió en su habitación así que no le puedo decir con exactitud pero sí se estuvo llevando más bollos. Ven, pasa a la cocina. Te daré bollos calientes y un plato de mantequilla.

— ¡Usted es genial, señorita Pritchard!

Mientras comía me contó que estuve durmiendo durante casi cuatro meses, que Baz siempre comió en la habitación y se llevaba de más, me contó que los agujeros del Humdrum estaban disminuyendo en tamaño, las Familias Antiguas se calmaron con respecto a su rebelión contra el Hechicero, éste último se encuentra bien, incluso sus riñas con la gente han disminuído.
Parece que todo se tranquilizó cuando acabé con el Humdrum. Eso me alivia. No sacrifiqué mi magia en vano.
Yo le conté que no quería probar si tenía o no magia, le conté acerca de que terminé con Agatha y que quería saber cómo estaban Baz y Penny pero no quería interrumpir sus clases.
Y así, entre charla y charla llegó la hora del almuerzo. Iba a salir de la cocina cuando la señorita Pritchard me dijo: — Espera un momento más aquí, alguien vendrá. Escóndete bajo la barra, no notará tu presencia.

Sólo asentí y me escondí donde ella dijo, efectivamente oyendo un par de pasos después. Una conversación animada se desató entonces.
Una voz conocida apareció pronto.

— ¡Jovencito Pitch! Te estaba esperando. ¿Vas a ir a comer a la habitación como de costumbre? — Saludó animadamente la cocinera. Parece que tienen buena relación.

— Sí... Señorita Pritchard, sabe... Extraño un poco a Snow. Es ridículo que esté contándole esto a usted pero es con quién más he hablado. — Baz. Baz. Baz. Baz. BAZ ME EXTRAÑA, MERLÍN. No puede ser, seguro oí mal, Baz me odia, no me extraña, Baz quiere matarme, estoy seguro... Ah...

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