Jessica le dijo que la llevaría a un lugar especial. Lalisa no sabía a dónde se dirigían, pero la sola compañía de la chica la hacía sentir cómoda. Era extraño, pero es que la chica era tan simpática. Serían buenas amigas...
— ¡Llegamos! — Le dijo Jessica, emocionada.
Lalisa no podía creer la hermosa vista que tenía por delante. Estaban en un mirador en la montaña. La ciudad se veía tan hermosa, e iluminada.
— Es hermoso...
— Tú eres hermosa...— Murmuró Jessica. Lalisa la escuchó, y le causó algo en su corazón. ¿Qué será?.
— Mañana debo hacer algunas cosas, por lo que tendremos que irnos pronto.
— ¿Es muy importante? — Preguntó. Lalisa sintió que estaba siendo muy entrometida, así que decidió no responder.
De pronto, escucharon un auto aparcarse muy cerca. Ambas miraron con sorpresa, era Jennie.
— Qué casualidad encontrarlas aquí...— Dijo Jennie, con una sonrisa de superioridad en su rostro.— Oh, disculpen ustedes. ¿Interrumpo algo? — Fingió.
Lalisa tenía una sonrisa más brillante que la misma ciudad. Y Jessica...ella estaba totalmente enfadada. Su mirada fría dirigida hacia Jennie no era fácil pasar desapercibida.
— La verdad es que sí.— Le dijo Jessica.
— Por supuesto que no.— Dijo Lalisa, al mismo tiempo.
Jennie rió al ver la cara de ofensa que hizo la otra chica.
— Bueno, solo vine a apreciar la ciudad con mi padre.
— En ese caso, adiós.— Dijo Jessica. Era obvio que la estaba echando.
— Aunque ya que hace tiempo no hablaba contigo, Lalisa, podría pasar un momento con ustedes.— Prosiguió.
— ¡Claro! — Dijo Lalisa, totalmente emocionada.— Puedes invitar a tu padre, también.
— No, él dijo que quería dormir un poco en el auto. Aprovecharé de quedarme con ustedes.
— No hay lugar para sentarse. — Le dijo Jessica, mientras ocupaba el poco espacio que había en la banca en la que se encontraban sentadas.
— No te preocupes, ya que tengo algo de frío, Lalisa podría calentarme un poco, ¿No? — Lalisa la miró sorprendida. Sabía que la morena lo hacía por celos, pero estaban llegando demasiado lejos con esa discusión.
— No hay necesidad de hacer eso. Podemos sentarnos en el pasto, y yo te entregaré mi abrigo para que no pases frío.
— Pero me ensuciaré el vestido. — Le replicó Jessica.
— Puedes sentarte en...— Lalisa estaba buscando alguna prenda que darle, pero no encontraba.
— ¿...tus piernas? — Terminó Jessica.
— Eh...claro. — Eso se estaba poniendo raro.
— La verdad es que no siento tanto frío. Podrías darle tu abrigo a ella para que se siente. Y tú puedes calentarme con tus brazos. — Dijo Jennie, enseguida.
Lalisa realmente se encontraba en una situación muy incómoda.