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Cuando llegó al hotel, preguntó por la morena, con la esperanza de que ésta vez sí se encontrara ahí.

- Ella está en la habitación 102, que queda en el tercer piso.– Le respondió la señorita.

- Muchas gracias...– Lo primero que pensó es que cual era la razón para pagar una habitación que no iban a usar. Se supone que saldrían, ¿No?.

Al llegar a la habitación 102, tocó la puerta. Los nervios se le subían encima, provocando que comenzaran a temblarle las piernas.

Cuando la puerta se abrió, sintió su alma salir de su cuerpo, irse al cielo, volver y caer nuevamente. Jennie estaba preciosa...

- Hola, Pampriya. Enserio lamento no haber asistido ayer.

- No importa...– La belleza que destilaba esa mujer que estaba frente a ella, era simplemente maravillosa. Estaba absorta.

Usaba un vestido negro ajustado, con su espalda descubierta, y el pelo atado perfectamente en una coleta.

- ¿Pasa algo?.– Alzó una ceja, totalmente consciente de lo que provocaba en su contraria.

- No, no es nada.– Reaccionó, alejando de su mente los pechos perfectos de la morena, que el vestido dejaba notar sus erectos pezones a causa del clima dentro de la habitación.

- Bueno, a lo que vinimos, ¿No?.

- Sí, sí.– Miró a su alrededor.– ¿Lo haremos aquí?...¡A hablar, me refiero!.– Se sonrojó.

Jennie dejó escapar una risa, debido a la ternura que sintió al ver su nerviosismo.

- Claro que sí. No puedo dejar que me vean, o comenzarán los rumores.– Le explicó.– Sentémonos. He pedido una mesa y dos sillas para poder hablar cómodamente.– Le sonrió, llendo hasta la mesilla, que lucía dos copas repasadas brillantemente, y un vino que tenía aspecto de ser dulce.

Lisa se sentó, no sorprendida por todo lo del lujoso hotel, ya que ella también provenía de una familia de buen estado económico. Se podía permitir algo así todos los días, pero era bastante humilde.

- Bueno, sé que lo que dije pudo haber sonado de locos, pero quiero que me mires a los ojos y confíes en mí en todo lo que te diré.– La miró seriamente. Jennie podía perderse en aquella mirada tan profunda que Lisa le entregaba.– En nuestra vida pasada yo no creía en la reencarnación. Todos en nuestra tribu creíamos en dioses, y ese estilo de cosas. Tú eras la excepción, en muchas cosas.

- ¿Como qué?.– Se atrevió a preguntar.

- Bueno, era cosa del demonio el que dos mujeres estuvieran juntas, y pues nosotras...lo estábamos. También creías que había una vida después de esa y me hiciste prometer...me hiciste prometer que nos reencontraríamos, y que te buscaría si llegaras a olvidarte de mí.– La miró.

- Eso suena a mí.– Se rió con ternura.

- Dijiste que...que sentiría algo en mi pecho, una punzada, si yo tan solo te veía. Lo sentí contigo, Jennie...Eres Ruby, mi Ruby...– Con la seriedad que lo decía, confundía a la morena.

En su interior algo le decía que debía creerle, pero...aquel disparate, por mucho que Lisa creyera en él, no debía afectar en el ahora.

- Lisa yo...si eso llegara a ser real, incluso si todo lo que me dices fuera cierto, no debe intervenir en el presente.

El corazón de Lisa se rompió. Así no era como debía pasar...

¿Qué haría ahora?.

Reencarnada.- JenlisaWhere stories live. Discover now