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Los días fueron eternos para Lisa, pero al fin había llegado el fin de semana; estaba lista.

- ¡Rosie!.– Gritó.

- ¿Qué pasa?.– Dijo la mencionada, mientras salía de la cocina, masticando una manzana verde.

- Voy a salir, y vuelvo...no sé cuando vuelva. Procura no hacer desorden.– Le dijo, antes de abrir la puerta.

- ¿A dónde vas?.– Preguntó.

- No te importa, metiche.– Salió.

- Ni quería saber...– Volvió a la cocina.

Lisa estaba ansiosa, y sabía que iba antes de la hora, y no podía evitar pensar en si comprar algún presente. No, no era una cita, pero aún así quería sorprenderla; debía empezar bien.

Entró a una joyería que estaba de camino, y eligió un colgante. No compraría un anillo, o la espantaría creyendo que es un compromiso.

Llegó al hotel, finalmente, y entró.

- Hola, quisiera saber si ha llegado la señorita Kim...– Preguntó nerviosa.

- No, señorita.– Le dijo la encargada.

- Muchas gracias...– Salió del hotel.

Miró su reloj: 19:35.

Un pequeño atraso lo sufre hasta un famoso.

Se sentó en una banqueta que se encontraba frente al gran edificio; sacó sus audífonos y comenzó a escuchar música para pasar el rato...

Cada vez oscurecía más, y empezaba a preocuparse...

21:14.

Ya había esperado dos horas, ¿Iría a venir?.

- ¿Pampriya Manoban?.– Un hombre alto y robusto se paró a su lado.

- Soy yo.– Se levantó y estrechó su mano con educación.

- La señorita Kim me ha mandado a informarle que no podrá asistir a la cita que habían acordado, por motivos personales. Le rogamos su perdón.– Dijo, antes de proceder a hacer una reverencia.– Si me disculpa, debo irme. Buena noche.– Y se fue.

- ¡DEMONIOS!.– Pateó la banca.– ¡Ay!...– Se sentó.– No me la vas a hacer fácil, ¿Eh, Jennie Kim?...– Suspiró mirando al cielo.

Decidió ir a casa, ya que seguro Rosé tendría un desorden. Era una chica bastante revoltosa.

- ¡Rosie, ya regresé!.– Le avisó, al cruzar la puerta.

- ¡Lisa!.– Se tiró a sus brazos.– ¿Trajiste algo de comer?.– Observó las bolsas que cargaba.

- Sí, ayúdame con ésto._ Le entregó una de las bolsas.

- ¿Cómo te fue en tu cita?.– Dijo, mientras la ayudaba a llevar las cosas al comedor.

- ¿Qué te hace pensar que fuí a una cita?.

- Bueno, te arreglaste bastante, y se notaba tu nerviosismo, y según tengo entendido, las entrevistas de trabajo no son a tan altas horas de la noche, y en primer lugar, no necesitas trabajo, eres millonaria.

- Rosé, que sea millonaria, no significa que no tenga que trabajar. Y no fuí a una cita...– Bajó la mirada.

- No...puede...ser. ¡TE DEJARON PLANTADA!.– Comenzó a reír a carcajadas.– ¿Quién fue?. ¡Déjame felicitarla!.

- ¡Estúpida, cállate!.– Se sonrojó levemente.– No me dejó plantada, es solo que...tuvo cosas más importantes que hacer. ¿Qué sé yo?.– Se enfadó.

- Oh, vamos, no es tan malo.– Le dió una palmada en la espalda.– Ya habrán más oportunidades, ¿No?.

- Espero...

- No pongas esa cara. ¡Veamos una peli!.

- Rosé, vete a tu casa a ver pelis.– Le dijo, bromeando.

- ¡No seas así, quiero quedarme!.– Hizo un mohín.

- Ya, vamos. La comida está por enfriarse.

- Eso es porque no piensas que ahora hay tecnología como para pedir online, pero bueno. Vamos.

Esa noche, Lisa, no pudo dormir. ¿Por qué Jennie le habrá cancelado a última hora?. Ni siquiera un mensaje...

Solo quedaba esperar.

Reencarnada.- JenlisaWhere stories live. Discover now