Inocencia y Perfección 🐬🐇 Poseidón X Sasaki 🐇🐬

🐬Esperar🐬

Caroline era de esas pocas personas, incluyendo humanos, dioses, nereidas, etc, etc, que han tenido el privilegio de entrar más de una vez al palacio de Poseidón, en su caso había sido antes de su muerte que logró conocer ese lugar por razones que ahora no vale la pena decir, pero incluso no teniendo a Arión hubiera sabido cómo llegar con ayuda de otra criatura marina, además de que tenía el "permiso" de entrar sin que el propio Poseidón diera la orden, claro que eso a los sirvientes del palacio normalmente les alteraba un poco porque creían que era un intruso la mayoría de las veces e iban directo a la entrada en busca de detenerlo, pero al final solo terminaban siendo apartados por Caroline, y esa noche en que llegó tan de repente como otras veces no fue la excepción.

El científico ruso llegó a las caballerizas del palacio, se bajó de Arión, entró, apartó a los sirvientes, se dirigió a la biblioteca, y allí encontrando a Poseidón le quitó el libro que estaba tranquilamente leyendo y afiló la mirada ante el dios de los mares, cuyas neuronas tardaron en funcionar antes de poder subir la mirada encontrándose con los brillantes ojos bermellón de su "amigo".

–¿Me puedes explicar qué intenciones tienes tú con Sasaki?–preguntó Caroline dejando el libro que tenía Poseidón de lado para cruzar los brazos.

–...¿disculpa?–preguntó Poseidón sin entender.

–Conozco tus mañas, Poseidón, tanto malas como buenas–dijo Caroline pasando una mano por su cabello–así que ahora dime, ¿qué pretendías o pretendes enviándole esas flores?

–Hmph, ¿qué cosa crees tú que pretendo, Caroline?–preguntó Poseidón recuperando su calma y compostura.

–Si tratas de cortejarlo de ese modo, te aseguro que no llegarás a ningún lado, así no funciona ningún humano otkuda by eto ni prishlo–dijo Caroline al instante en que Poseidón le habló.

–¿Cortejarlo? Jamás haría eso con algún humano o dios–dijo Poseidón casi pareciendo ofendido con esa acusación.

–¿Ah, sí? ¿Entonces para qué fueron las flores? ¿Para comerlas con azúcar o qué?–dijo Caroline rodando los ojos.

–Es un aviso, nada más–dijo Poseidón sacándole una sorpresa al contrario.

–¿Aviso?–Caroline se confundió ante ello.

–Mis hijos, Arión y Despena, me hicieron ver algo...ese humano de alguna, no sé cómo, alcanzó un grado de perfección que solo los dioses tienen, por ello logró derrotarme–dijo Poseidón casi pensativo.

–Por todo lo sagrado, ¿por qué eres así...?–dijo Caroline apoyando las manos en los reposa brazos de la silla de Poseidón–no tengo ni que hablar con ellos para saber que eso no fue a lo que quisieron llegar

–A lo que voy a llegar, es que ese humano debe estar conmigo–dijo Poseidón de forma firme–por eso mandé las flores, es un aviso de que él, será mío.

–Idiota...¿te oyes a ti mismo? Estamos hablando de Sasaki, que incluso siendo más viejo que yo dudo mucho que sepa el significado de estar con alguien...de esa forma–dijo Caroline tratando de mantener la calma.

–Aprenderá–fue lo único que respondió Poseidón.

–No, no lo hará, solo te tendrá miedo con el pasar del tiempo y te terminará odiando, así de fácil–dijo Caroline alejándose un poco del contrario–los humanos tenemos una emoción que no funciona como la de ustedes: el miedo, y ese miedo nos lleva a guardar rencor, ¿recuerdas las veces cuando estaba vivo que varias personas de la Bratvá intentaron matarme? Eso fue porque yo maté a los que acabaron con mi familia, a znayete pochemu? Porque de niño les tuve mucho miedo, y eso me llevó a guardarles un rencor tan grande que no dudé en ningún momento en asesinarlos cuando crecí

–Sin un arma divina, ese humano jamás podría matarme nuevamente–dijo Poseidón justo antes de que el ruso lo agarrara de su collar.

–Lo haría con los puños si es necesario, porque a diferencia de los dioses cuyo miedo está allí de adorno pasando por respeto, en los humanos actúa lento, pero cuando se convierte en rencor, explotará hasta el punto en que con las propias uñas te acabará–dijo Caroline casi en modo de advertencia–si tú lo que quieres es estar con Sasaki, tienes que aprender a esperar

–¿Por qué tendría que esperar?–preguntó Poseidón sin tomarle importancia.

–Porque en cualquier raza así es como funciona el cariño y el amor, Poseidón, ambos tardan días, semanas, meses, hasta años, yo por mí parte tarde hasta el día de mi muerte para poder quererte, saca la cuenta de cuánto tiempo uno tardaría en amarte–dijo Caroline soltando la camisa del rubio–pasa tiempo con Sasaki, no hace falta nada más que eso, solo tienen que conocerse y listo

–No soy una persona paciente y lo sabes, no esperaré y no estoy interesado en conocer más al humano–dijo Poseidón desviando la mirada del ruso.

–Entonces muere por culpa de Adán por querer llevarte a uno de sus hijos, es tu decisión–dijo Caroline encogiéndose de hombros de repente, como si perdiera interés en la conversación.

–¿Estás tratando de asustarme? No lo lograrás–dijo Poseidón levantándose de donde estaba.

–Solo digo lo obvio, Poseidón, tienes a Adán y Eva enfrente de todos sus hijos, creo que tu sobrino Apolo ya recibió un golpe de Adán y solo porque Simo le contó sobre las pinturas que tenía en su casa, no me imagino que clase de golpe podría darte a ti, o siquiera si te dejaría vivir–dijo Caroline con un tono tan angustiado que no podía ser más falso.

–¿Y tu razón para venir aquí y decirme todo eso es...?–Poseidón, aunque no lo pareciera en su expresión, quería desviar el tema.

–Se podría decir que te aprecio tanto a ti como a Sasaki, y ya ví suficiente sangre en el Ragnarök para ver más ahora que dioses y humanos están "forjando una relación más fuerte"–dijo Caroline tocando con su dedo índice la frente del dios–así que quieras o no, evitaré que hagas una locura al mismo tiempo que veré si de verdad quieres a Sasaki de tu lado, pero de la buena manera

–Humano idiota...no necesito tu ayuda–dijo Poseidón sin apartar la mano del menor.

–Pero la tendrás, te ahorro tu segunda muerte de esa manera, así que por una vez en tu vida, acepta que necesitas ayuda–dijo Caroline bajando su mano pero subiendo la mirada gracias a la diferencia de altura.

–...no me has ganado–dijo Poseidón cediendo ante el ruso.

–Konechno ya sdelal–dijo Caroline sonriendo de lado.