UN ENCUENTRO EXTRAÑO | 1

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ANDRARA

Por fin empezaba el verano.

Bueno, en realidad no. Todavía quedaban dos largas semanas que se me harían eternas. Pero lo que no sabía en ese momento era lo equivocada que estaba.

Sentada en clase, mi mente divagaba entre los innumerables planes que albergaba para el verano: fiestas, playa, más fiestas y más playa. Sin embargo, esos anhelos de diversión se verían trastocados por un giro inesperado en mi vida. Un cambio que, al final, no me sorprendería tanto; simplemente, me llevaría a abrazar la persona que siempre supe que era. Supongo que este verano sería mucho más emocionante de lo que esperaba.

—¡Oh, Dios mío! ¡Estaba deseando salir de este infierno! —celebraba Mer, mi mejor amiga, saltando de entusiasmo.

Yo, en cambio, aunque quisiera irme de allí, no paraba de pensar en que no quería llegar a casa. Odiaba la universidad, sobre todo porque era el primer año y las notas no encajaban bien con tantas fiestas, pero mi casa... no tenía ganas de estar allí. No era mi lugar ideal, nunca lo fue. Solo deseaba ganar mucho dinero y tener lo que realmente me merecía.

—¿Qué vas a hacer esta tarde? —le pregunté a Mer, tratando de apartar mis pensamientos mientras ella me lanzaba una mirada familiar.

—Andrara, dime por favor que es broma —respondió con incredulidad—. Está claro, chica, ¡nos vamos de fiesta!

¿Cómo iba a decirle que no? A pesar de ser jueves y de que mañana había clase, yo nunca he rechazado una buena fiesta. Además, con lo entusiasmada que estaba, y lo difícil que es negarle algo a Mer...

—Está bien, me apunto. Pero deja de mirarme así.

—Sabía que lo harías.

—Entonces, ¿para qué me preguntas?

—Honestamente, no tengo ni idea.

***

No aguantaba más.La espera en casa se hacía interminable. Estaba en casa, dando vueltas y vueltas sin saber qué hacer golpeando mis pies impacientemente en el suelo, esperando que Mer llegara y nos fuéramos de fiesta. Necesitaba salir de allí. Creo que la única forma de estar en casa era ebria, por eso aceptaba salir todos los días de mi vida. La espera siempre se me hacía eterna.

Hasta que, finalmente, el sonido familiar de mi teléfono rompió la monotonía. Era Mer, lista y esperando abajo para partir. Menos mal, unos minutos más y me habría vuelto loca allí dentro.

Bajé las escaleras, me acerqué a su coche y me senté en el asiento del copiloto.

—Eres mi salvación, ¿lo sabías? —le dije con sinceridad; Mer tenía ese don de rescatarme sin siquiera darse cuenta.

—Pues claro, nena.

Minutos después, nos encontrábamos en un lugar desconocido. Siempre nos invitaban a todas las fiestas, pero nunca había venido aquí antes. Este sitio era demasiado grande, muy lujoso y moderno, pero un poco apagado. No parecía una fiesta universitaria normal. Eso sí, toda la gente presente era del tipo que solía asistir a nuestras fiestas, así que sería entretenida.

La casa era una mansión de tres plantas con una fachada de mármol y enormes ventanales que dejaban ver el interior lleno de luces brillantes y modernas. El jardín delantero estaba perfectamente cuidado, con setos recortados y una fuente en el centro que daba un aire de opulencia. Al entrar, el sonido de la música electrónica retumbaba en las paredes, y las luces de colores bailaban al ritmo de los beats, creando una atmósfera vibrante y energética.

Dentro, las habitaciones estaban decoradas con un gusto exquisito: sofás de cuero blanco, mesas de cristal y cuadros abstractos que daban un toque de sofisticación. Había una gran barra llena de botellas de todos los licores imaginables y un bartender preparando cócteles con destreza. En el centro de la sala principal, una pista de baile con un suelo de mármol negro reflejaba las luces que se movían frenéticamente.

A PRUEBA DE BALAS (en proceso)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum