EL COCHE | 2

156 107 86
                                    

ANDRARA

Mi cabeza está a punto de estallar.

Al abrir los ojos, me encuentro con el techo blanco de mi habitación. Por fin en casa, pero la noche anterior fue una montaña rusa de eventos extraños. Intento orientarme en el tiempo y el espacio.

—Dios, qué dolor de cabeza —se queja Mer, llevándose una mano a la frente—.

—¡Ahhhh! ¡Mierda, Mer!

—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? —sigue tocándose la cabeza como si mi grito hubiera empeorado las cosas—.

—¡Llegamos tarde a clase y tenemos un examen! —exclamo, agitando las manos—.

—¿No jodas? —dice con tono irónico—. Me da absolutamente igual, yo me voy a dormir. Total, como si fuera a aprobar.

—Tal vez tú no, pero yo sí. Tenemos que irnos ya —digo, sintiendo el estrés acumulado al repasar mentalmente todo lo que tengo que hacer—.

—Yo no voy.

—Tú sí vas. Ya descansarás después. Además, ya sabes cómo funciona: aunque salgamos tarde, toca clase. Es nuestra ley no escrita.

—Bueno, escrita sí está. Me hiciste escribirla y firmarla hace años cuando empezamos a salir de fiesta.

-Sí, sí, lo que tu digas. Pero levanta ya.

Me pongo a buscar las llaves, la mochila, los apuntes y ropa a toda velocidad mientras Mer avanza a paso de caracol.Estamos a punto de salir cuando me veo en el espejo y, maldita sea, no podía ir vestida así a clase.Me cambio rápidamente,  y aunque yo iba la más rápida al final tuvo que esperarme Mer entre risas por el estrés que llevaba yo encima.

Salimos corriendo de casa y nos dirigimos a mi coche, porque en estos momentos no sabíamos dónde estaba el de mi amiga. Una vez dentro, pongo en marcha el motor.A pesar de que yo prefiero música tranquila, Mer decide sintonizar algo más animado para no quedarse dormida en el camino hacia la universidad. Por el camino al mirar por los retrovisores me di cuenta de que un coche no paraba de seguirnos, supongo que iría al mismo sitio que nosotras, pero me resultaba un poco sospechoso, por donde yo vivió la gente no tiene muchos coches que se diga y mucho menos como ese. En fin, intente olvidar del tema y ponerme a repasar mentalmente el examen. Pero nada no paraba de venirme a la mente, intente no darle importancia y me centre en llegar lo antes posible a la universidad.

Finalmente, llegamos. Entramos corriendo, y me siento rápidamente en una silla. Quedaban 2 minutos para el examen. Por otro lado, observando por la ventana veo que Ser sigue fuera. Sus ganas de hacer exámenes nunca cambian, pero siempre aprueba, a pesar de lo relajada que va. Yo, por el contrario, me pongo nerviosa, pero obtengo buenas notas

Por fin habíamos terminado el examen. Salimos de allí para irnos a casa a dormir todo lo que quedaba de día porque al día siguiente nos seguía esperando otra fiesta.

Al salir, notamos algo extraño: el coche de Mer está estacionado frente a la facultad, algo que antes no estaba ahí porque anoche nos lo dejamos en la casa donde se hizo la fiesta. Nos preguntamos quién lo habrá traído y cómo sabían que vendríamos aquí.


—Mira, tía, me han traído mi coche — suspira aliviada.

—Sí, pero... ¿no te parece extraño? —digo pensativa—. ¿Quién lo habrá traído? ¿Cómo sabían que vendríamos aquí?


—No sé, pero lo importante es que está aquí ¿No te alegra no tener que ir a recogerlo ahora?—pregunta Mer.


—Sí, supongo, pero me gustaría saber cómo ha llegado hasta aquí.

A PRUEBA DE BALAS (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora