LA CAJITA DEL ARMARIO | 3

127 90 61
                                    

ANDRARA

Después de presenciar aquel incidente, había una sensación extraña que se había apoderado de mí. Por un lado, estaba la urgencia de alejarme de todo aquello, de enterrar esos recuerdos oscuros y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Pero por otro lado, sentía una curiosidad insaciable, un deseo de descubrir la verdad detrás de aquellos acontecimientos perturbadores. ¿Por qué aquel chico había sido asesinado? ¿Qué secretos ocultaban los documentos que tanto valor parecían tener?

Después de lo que habíamos presenciado queríamos salir de allí corriendo sin que nadie nos viera, era un tema muy grave, un asesinato, pero yo de alguna forma u otra seguía teniendo un gran interés por saber porque había matado a ese chico solo por unos documentos. Esos no debían de ser solo unos documentos.

Mientras Mer y yo huíamos del lugar, tratando de mantener la calma y pasar desapercibidas, no podía dejar de darle vueltas a esas preguntas en mi mente. Me sentía como una pieza en un rompecabezas complejo, tratando de encontrar mi lugar en medio de una trama oscura y misteriosa.

En mitad de nuestra huida a mí se me salió una zapatilla volando y la verdad no iba a pararme a recogerla, así que salimos pitando al coche.

—Esto es surrealista, ¿verdad? —comenté, intentando asimilar lo sucedido.

—Sí, pero al menos ahora sabemos cómo llegó aquí mi coche. Aunque, ¿quién podría hacer algo así? ¿Y por qué? —Mer parecía aún más alterada que yo.

—Lo sé, pero ¿qué podemos hacer? ¿Ir a la policía? Ni siquiera sabemos quiénes eran esas personas. Además, ¿y si nos relacionan con todo esto? —expresé mis preocupaciones.

—¡Pero acabamos de presenciar un asesinato, Andrara! ¿No te afecta? —su voz reflejaba su angustia.

—Claro que me afecta, Mer. Pero no podemos ignorar que esto es peligroso. 

Además, yo presencie como le robaban los documentos, estaba en el baño en ese momento, quizá como me vio salir después de eso se piense que tengo algo que ver y por eso nos han seguido hoy para vigilarnos y devolvernos el coche.

-¿Que pretendes, que pasemos del tema y que se olviden?

-No parece ni el tipo de gente, ni el tipo de asuntos que se olviden fácilmente.

-Joder, Andrara, en qué momento te fuiste a mear a esa habitación, menudo lio todo.

El resto del camino transcurrió en silencio, mientras yo reflexionaba sobre mi extraño interés en aquel suceso. ¿Por qué me sentía tan intrigada en lugar de aterrada como Mer?

En parte también estaba asustada, ¿porque y si se pensaba que yo tenía algo que ver con todo eso? Al fin y al cabo, me vio saliendo de su habitación. ¡Que lío todo! Si es que Mer tiene razón, ya me podría haber bebido un par de cubatas menos y no haberme meado por las esquinas.

Cuando finalmente llegamos a casa, la realidad de lo ocurrido empezó a hundirse en mi conciencia. Mientras Mer se retiraba a su casa a descansar un poco alterada, yo me encontraba sumida en un mar de pensamientos tumultuosos. Necesitaba ordenar mis ideas, comprender lo que había presenciado y tomar decisiones sobre cómo actuar a partir de ahora.

Después de una larga ducha que intentó limpiar mi mente tanto como mi cuerpo, me encontré frente al espejo, examinando cada rasgo de mi rostro con detenimiento. Mis ojos, usualmente llenos de determinación, ahora reflejaban una mezcla de intriga y preocupación. Mi cabello, siempre un reflejo de mi personalidad rebelde, parecía más desordenado que nunca, como si mi mente estuviera luchando por contener la tormenta de emociones que se agitaba en mi interior.

A PRUEBA DE BALAS (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora