Capitulo 1

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—Buenos días Camila.

—Buenos días papa oso —responde mi amiga Camila.

Camila es una de las niñas mas pequeñas que estaban cuando yo llegue, era apenas una bebe y pes ayude a criarla, ahora esta en su escuela y me ayuda en la panadería en las mañanas y luego va a sus clases por la tarde. Es una chica que se ha ganado todo mi respeto, los demás niños ya están adultos y ayudan tanto como yo al orfanato, hoy tendría que llevar un gran pastel para los cumpleañeros de la semana.

—Bueno te dejare por un momento mientras llevo el pastel al orfanato.

—Tranqui papa oso yo me encargo, no soy una leopardo por nada.

Tomo la gran caja que tenia al pastel de 3 pisos sin problema y salía d la tienda caminando pues quedaba a una cuadra de distancia, caminando muchas personas me saludan, algunos amigos del vecindario y otros algunas personas que quería conocerme mejor, pero la verdad nunca he querido tener una pareja, solo estar tranquilo. Llego sin problemas y abro la puerta, todos los niños me reciben con un gran saludo.

—¡Bienvenido papa oso! —todos me abrazan al decir eso.

Solo rio y me abro paso entre ellos para dejar el gran pastel, en la mesa y lo ven fascinado, las madres tratan de pagarme pero yo siempre rechazo la paga, no necesitabaeso, ganaba suficiente para que por un pastel me tuvieran que pagar, era mi forma de agradecerles. Salgo del lugar directo a la panadería y siento que alguien me sigue pero atrás de mi no había nadie, veo en todos lados pero no habia nadie, igualmente esa sensación no se desapareció hasta que llegue a mi panadería y Camila estaba batallando con unas ordenes, camino junto a ella y la ayudo a atender a todas las personas que querían probar todos mis panes y dulces, pues además de ser la única panadería de la zona, también era la mejor del condado.

El día transcurrió normal, pero fue mas agitado de lo esperado, habia sudado ya por la tarde cuando Camila se fue ya que me quede solo y cerré temprano, mi pelaje estaba húmedo y olía mal, decidí entrenar un poco pues quería terminar de leer un libro que encontré en una aplicación web y eso haría. Subí quitándome todo mi traje de panadero y quedándome en bóxers como era costumbre entreno con mi par de katanas, dos espadas especiales con sus hojas de colores extraños para una espada típica de la familia Beramara, una de ellas era rosada y la otra de un azul pastel.

—Vamos a entrenar.

Practicando posturas y movimientos básicos como cada día termina siendo agotador y una vez termino mí pelaje en verdad estaba húmedo del sudor y quitándome lo que quedaba de ropa entro al baño a darme una larga ducha con agua fría, refrescando mi gran cuerpo. Era un oso, mas preciso un oso dorado, mi pelaje de un color rubio oscuro brillaba como si fuera oro bajo un sol fuerte, ojos cafés y una altura promedio para los osos con 1.98m.

—No hay nada más relajante que una buena ducha fría para refrescar músculos. ¿No? Yonesaki

Alarmado volteo a ver y a mi lado estaba un gran tigre blanco desnudo totalmente con un sobre envuelto en plástico. Lo veo y el solo sonríe, trato de atraparlo pero se escapaba entre todos mi movimientos en ese pequeño espacio reducido dejándome inmovilizado con un solo golpe en mi estomago.

—Eres un guerrero no un peluche Yonesaki, es mejor que vayas a casa.

Este sale de la ducha y lo sigo pero ya se había ido al abrir la puerta, le quito el plástico a la nota y la suelto al ver el sello de ese lugar, hacia años algo relacionado a ese lugar no venia a mi, tenia muchísima mas edad desde que abandone aquel lugar, habia creado una vida nueva, no me molesto irme como en aquel entonces, ahora mas bien no quería volver.

Exilio de la flor de CerezoWhere stories live. Discover now