15. El primero

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—¿Puedes dejar de verme así? —le pido a Jean, quien lleva más de cinco minutos viéndome con los ojos achicados y una sonrisa ladina mientras toma de su bebida con una pajilla

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—¿Puedes dejar de verme así? —le pido a Jean, quien lleva más de cinco minutos viéndome con los ojos achicados y una sonrisa ladina mientras toma de su bebida con una pajilla. Una pajilla que voy a meterle por el anastasio si continúa mirándome de ese modo.

Él pestañea inocente, fingiendo que no sabe de lo que estoy hablando.

—¿Así cómo?

Isi cimi.

—No lo sé —me encojo de hombros porque en realidad no tengo ni la menor idea de cómo describir la forma en la que me ve. Bajo la mirada hacia mis manos y suspiro—. Como si hubiera hecho algo.

Arrugo la nariz. Sé a la perfección qué puede ser ese algo. Jean no es muy bueno disimulando, desde la primera hora de clases ya me veía como si tuviera un pedo o algo atorado. Las ganas que tiene de hablarme sobre lo que le conté en la llamada se notan desde lejos.

Todo el día no ha hecho más que lanzarme miradas y sonrisas pícaras. Parece que quiere decirme muchas cosas, pero se contiene, o, mejor dicho, no ha tenido oportunidad para soltarlo porque en ningún momento del día hemos quedado solos los dos, ni siquiera entre los quince minutos de cada clase ni en el receso y la razón es obvia. Cierto peliblanco no se aparta de mí lo cual complica que Jean pueda decirme todo lo que seguro tiene por comentar.

Y ahora que, por fin hemos quedado solos, solo está esperando que sea yo el que lo mencione porque no va a lanzarme lo que sea que va a decirme solo así, lo conozco, espera que yo le pregunte, su rostro está pidiendo a gritos que lo haga.

Volteo hacia la puerta de salón para ver si Edward ya ha llegado. Estamos en la última clase y hemos hecho equipo de tres, Edward está con Karla y Oliver porque los malditos me lo ganaron. Yo estoy con Jean y Mary, esta última ha salido al baño ya que estuvo aguantándose las ganas porque quería que termináramos la actividad a tiempo, es una espartana. La maestra nos dijo que podíamos quedarnos en el salón para hacer la tarea o podíamos salir a la cafetería u otro lugar para hacerla. Yo prefería hacerlo en otro lugar, pero tanto Jean como Mary decidieron quedarse. Lloré internamente mientras veía a mi novio y al otro par yéndose del salón.

Me tocó de grupo las personas más estrictas al trabajar, por otro lado, a Edward le tocó las más relajadas. Qué mala combinación, Edward estaría mejor con los estrictos y yo con los relajados. Espero que esté bien con el par, no es que no confíe en Karla y Oliver, pero creo que sus personalidades contrastan demasiado con la de Edward, ellos hablan hasta por el culo, Edward no, ellos trabajan hasta los últimos cinco minutos de entrega, mi novio es un cerebrito responsable que se pone a hacer la actividad cinco minutos antes de que la maestra la dé.

Solo espero que esté bien y que me lo regresen enterito.

—No es cierto. —Niega con la cabeza, llamando mi atención. Tras eso, ensancha su sonrisa—. Te veo como si hubieras besado a Edward en la boca de una forma intensa, tan intensa que te hizo dudar hasta de tu apellido cuando hace días decías que solo ibas a ayudarlo y que, solo eran "amigos" —hace paréntesis a la palabra amigos con sus dedos y vuelve a tomar un poco de la bebida verde que tenía en su vaso—. De esa forma te veo.

Una perfecta confusión حيث تعيش القصص. اكتشف الآن