Extra

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El extra es narrado desde antes de que iniciara la historia y sigue con los primeros capítulos (1-2 y el capítulo 8) 🖤

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El extra es narrado desde antes de que iniciara la historia y sigue con los primeros capítulos (1-2 y el capítulo 8) 🖤


Edward

—Buenos días.

Saludo a la nada cuando atravieso la puerta que conecta el pasillo con el comedor. Como siempre no hay nadie en la habitación por lo que mis buenos días se mueren sin recibir respuesta. Tomo una bocanada de aire y sujeto con fuerza la mochila que cuelga de mi hombro. Ya debería haberme acostumbrado a esto.

—Supongo que otra vez solo —murmuro para mí mismo y no tardo en tomar asiento en la silla que está frente al gran ventanal, en donde suelo sentarme habitualmente.

Me encanta sentarme aquí, sobre todo porque puedo ver a la perfección el patio trasero y la sola presencia del exterior hace que me sienta un poco menos miserable, como si no estuviese en una aburrida habitación blanca sin nadie a mi alrededor. Miro de reojo las sillas vacías y muerdo mi mejilla interna. Al igual que todos los días, el único que se sienta a desayunar soy yo, esperaba que al menos hoy mis padres desayunaran conmigo, pero no fue así. A este punto me pregunto por qué sigo esperando algo de ellos.

Doy los primeros bocados a mi comida, callado. El silencio del comedor debería ser suficiente para sentirme tranquilo y para no dejar que mi cabeza me lance pensamientos pesimistas, sin embargo, jamás me ha gustado el silencio, prefiero el ruido, solo de ese modo puedo sentir que hay alguien más conmigo.

No obstante, aunque hubiese todo el ruido del mundo en casa, en mi interior me siento en silencio, como si alguien hubiese bajado el volumen del exterior y no pudiese oír más que mi propia miseria, lo que lo empeora más ya que, del mismo modo en el que he dejado de oír a los demás, ellos también han dejado de oírme. Las personas se encargaron de ponerme en silencio hace ya bastante tiempo y no tengo el valor para hacerme escuchar.

Algo se apagó en mí y dudo que vuelva a encenderse.

Desayuno poco a poco lo que han dejado en mi plato, hago un esfuerzo sobrehumano para terminarme todo debido a que no siento hambre, mucho menos en un día como hoy. Al finalizar, levanto la mirada de la mesa y la mantengo en el ventanal. El viento mueve los pétalos de las flores que están en el jardín y aunque la ventana se encuentra cerrada, puedo sentir el aire frío, no sé si es el que viene fuera de casa o el que siento yo en mis adentros. Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos un momento.

No quiero ir a la escuela, apenas tuve la energía suficiente para salir de la cama esta mañana. No creo tener más para enfrentar otro día, mucho menos cuando el instituto es el que más me absorbe fuerzas. No, no es el instituto, son las personas que van a él. Me agotan y acaban poco a poco con la escasa energía que me queda. Dudo poder seguir soportándolo.

Debería cambiarme de instituto, aunque no creo que a mis padres les parezca la idea. Odio esto.

Abro los ojos y pestañeo al notar que mi madre, Leah, cruza la habitación con su cartera negra en la mano. Lleva puesto el traje blanco que suele usar en días importantes, su cabello negro está recogido en un perfecto moño y sus tacones altos suenan por todo el lugar. Me remuevo en mi asiento e intento lucir bien, un esfuerzo en vano porque ella ni siquiera se detiene a verme. Qué estúpido.

Una perfecta confusión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora