20 ▪︎ N U E V O S A M I G O S

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Salió del agua completamente empapada, pero con una amplia sonrisa sobre los labios. Se dejó caer en la orilla, sin importarle que los granos de arena quedaran pegados a su piel. Sintió a Embry y Paul caer a su lado, entre risas. 

Cerró los ojos durante unos segundos, disfrutando de la frescura del mar. Sus dientes empezaron a castañear débilmente y comprendió que era el momento de marcharse. O, por lo menos, de cambiarse de ropa. 

Como si Paul hubiera adivinado sus pensamientos se puso en pie y le tendió una mano para ayudarla a levantarse. Cuando lo hizo, la empujó contra su cuerpo y la abrazó con fuerza. El calor que emanaba el cuerpo del hombre fue suficiente para que Casiopea fuera, poco a poco, perdiendo el frío. 

- Vamos a casa Sam - le dijo una vez se alejó de ella - Estoy seguro de que Emily tiene ganas de verte. Te podrá dejar algo de ropa. 

Asintió levemente mientras le seguía. Por el camino se encontraron con Seth, el hermano de Leah, que no dudó en abrazar a la pelirroja con fuerza. Los pocos momentos que habían compartido en el pasado habían servido para que  le cogiera cariño. 

A Cassie le parecía un chico muy agradable. Muy tierno. Le recordaba a un hermano pequeño. 

Llegaron a la casa de Sam Uley entre risas y, tal y como Paul había dicho, Emily la recibió encantada. Mientras los chicos se quedaban abajo devorando unos panecillos que la mujer acababa de hacer, esta la llevó hasta su habitación, de donde sacó un par de prendas que prestarle. 

- No sabía que estabas aquí - le sonrió con amabilidad mientras la pelirroja se cambiaba - Hacía mucho que no te pasabas por la Reserva. 

- He estado un poco...Ocupada - Cassie se sintió mal, pues Leah tenía razón. Al principio había acudido varias veces a la Reserva, pero con todo el tema de los Cullen e Isabella, había dejado de ir. 

- Los chicos te han echado de menos - Emily se sentó sobre la cama - Sobretodo Paul. 

- Paul... - murmuró con una sonrisa divertida - Me lo puedo imaginar - terminó de colocarse el jersey de lana que Emily le había prestado antes de volver a hablar - Creo que tú y yo podríamos compartir ropa. Tienes buen gusto. 

- Y tú eres una buena modelo - respondió la mujer con una sonrisa amable - Volvamos abajo. Estoy segura de que esos monstruos no te han dejado ni un solo panecillo. 

Bajaron unidas del brazo y Casiopea pronto comprendió que Emily tenía razón: Paul y los demás no le habían dejado ni un sólo panecillo. en su lugar, se encontró sentada en el sofá con una taza de chocolate entre las manos. El calor que emanaba aquel trozo de cerámica le sentó bien, y terminó por perder todo el frío que se había calado en sus huesos después de haber saltado del acantilados. 

- ¿Que te trae por aquí, Casiopea? - fue Sam, que acababa de llegar hacía tan sólo unos minutos, quien habló. La pelirroja lo observó saludar cariñosamente a Emily antes de sentarse en una silla, frente a ella. 

C A S I O P E A [Jasper Hale]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora