28 ▪︎ A C U E R D O S

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- Dios mío, ya no sé ni porqué me sorprendo de verte aquí.

Al abrir la puerta de su habitación Cassie se había encontrado con la figura de Edward sentada en el borde de su cama, con la mirada clavada en el exterior y la espalda completamente recta.

- No tengo ganas de hablar contigo, así que hazme un favor y desaparece.

Sus palabras no parecieron afectar al vampiro, que se limitó a girar la cabeza para mirarla a ella. Durante unos segundos sus ojos no se apartaron el uno del otro, y fue finalmente Cassie quien rompió todo contacto.

- De acuerdo, haz lo que quieras - masculló.

Ante la atenta mirada del cobrizo se dirigió al armario para desprenderse, poco a poco, de la ropa. Para cuando su mirada se dirigió a Edward este se había levantado para clavarse con el rostro hacia la pared, evitando cualquier tipo de contacto. Sonrió al pensar que, de poder sonrojarse, el vampiro estaría más rojo que un tomate.

- Sabía que eso funcionaría para que salieras de mi cama - susurró - Pero ya te puedes girar, Eduardo. Ya me he cambiado de ropa.

El susodicho lo hizo, muy lentamente, observando como la pelirroja se dejaba caer sobre la cama con un bloque de libros de aspecto polvoriento.

- Algo me dice que Tatiana y Geralt tardarán en llegar, así que ten - le tendió un par de ellos - Ayúdame a leer y avísame si crees haber encontrado algo con sentido.

Iba a negarse, a decirle que él sólo estaba ahí porque se había sentido mal por la forma en la que se había dirigido a ella, pero la determinación en la voz de la pelirroja le hizo saber que no tenía opción a negarse.

- Si todos estamos aquí... ¿Quién está vigilando el portal? - preguntó tras un silencio en el que sólo se escuchó el pasar de las páginas.

- Un hechizo de alerta - Cassie apartó la mirada de los libros - Hace sentir, a quien lo ha creado, la presencia de alguien próximo al lugar.

- ¿Y quién lo ha creado?

- Yo, evidentemente - se señaló con orgullo.

- ¿Y si podéis usar un hechizo por qué tenemos que hacer guardia?

- Porque toda magia tiene un precio, Eddie - respondió con tranquilidad, dejando el libro que tenía entre las piernas a un lado, y elevando, ante la sorprendida mirada de su amigo, su camiseta para dejar al aire parte de su abdomen.

Edward observó como, en el centro, justo encima del ombligo, una pequeña mancha de color ambarino empezaba a surgir.

- ¿Qué es? - murmuró antes de extender el brazo para rozar la piel de la pelirroja, que se estremeció ligeramente dejando caer la tela de nuevo.

C A S I O P E A [Jasper Hale]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora