El Pescador Fue Pescado

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Con tan sólo diecinueve años vivía por mi propia cuenta. Trabajaba día y noche sin descanso para poder mantenerme con lo que mis padres dejaron al fallecer: una pequeña tienda en la costa de pescado fresco. Tenía que despertarme realmente temprano para poder comer ese día. Era muy duro pero ya me había acostumbrado a ello... Y siendo agradecido con lo poco que tenía no lo llevaba tan mal. Por suerte siempre acababa teniendo el pescado más fresco de la ciudad, haciendo que mis clientes habituales me recomendaran. Me hacía muy feliz ayudar a la gente y que ellos me ayudaran a mí.
-Buenos días señora Patson- saludé a la anciana que venía todas las semanas. -, ¿qué le pongo hoy?
-Ay, cielo. Me he dejado la cartera en casa... Si puedes esperarme a que la traiga...
-¡No se preocupe! ¡Ya me pagará la semana que viene!
-¿De verdad? - le asentí con una sonrisa. - Ay, hijo. Eres un cielo Alberto, de verdad.
Sonreí de nuevo. Lo que más me gustaba de mi trabajo es el contacto humano ya que en casa me pasaba muchas horas solo y cuando salía a pescar no podía permitir que nadie me viera o ayudara por mi condición... Mi padre murió a manos de pescadores que descubrieron que era un monstruos marino y yo no me podía permitir lo mismo, suficiente suerte tuve de que mi madre pudiera huir conmigo y pudiéramos vivir alejados de esa relación hasta que ella murió. Además, la gente me gustaba y me gustaba la tierra. Era feliz allí en la ciudad.

Estaba a punto de cerrar la tienda cuando unos soldados de palacio se acercaron a mí. Tenían un aspecto muy realmente intimidante y yo esperaba lo peor.
-¿En qué puedo ayudarles? Estaba a punto de cerrar... - dije forzando una sonrisa que ocultara el terror que sentía.
-¿Alberto Scorfano? - preguntó uno de ellos.
-Sí, soy yo.
-Tenemos entendido que los productos que vendes son los mejores de la ciudad y nos gustaría proponerte un contrato con palacio. Ayudaría a tu negocio y nos proporcionaría la calidad que buscamos.
Me quedé totalmente en shock. Sabía que era popular pero, ¿tanto? ¿Tanta diferencia había con el resto de tiendas? Era una oportunidad increíble y me garantizaría mucha tranquilidad económica.
-¿Le interesa?
-¡Por supuesto! Sería un honor. - dije haciendo una leve reverencia sin poder creérmelo. Por fin mi esfuerzo y dedicación tenía sus frutos, mamá estaría orgullosa de lo que había conseguido.
-Muy bien, síganos. - dijo señalando el camino hacia un carruaje.
Cuando me subí me sentí una persona importante. Me sentí por primera vez alguien relevante en esa ciudad más allá de la costa. La gente me miraba y yo no podía estar más orgulloso de mí mismo.

Cuando atravesamos la verja de palacio y se cerró tras de nosotros el carruaje se detuvo y me invitaron a bajar. El palacio nunca lo había visto tan de cerca, que era incluso más bonito y grande de lo que podía imaginar desde el exterior del muro. Había muchísimos sirvientes cuando me acompañaron al interior y multitud de salas distintas.
"¿Llegaré a ver a los reyes? ¿Los conoceré?" fantaseé sonriente.
Llegamos a una sala con una mesa redonda bastante grande. Allí había un hombre trajeado dejando unos folios en la mesa y ofreciéndome asiento.
-Lea con detenimiento mientras le resumo, por favor. - le asentí y empecé a leer con las manos temblando. - Confiamos plenamente en su género por lo que nos gustaría que formara parte del equipo culinario de palacio. Así lo ha deseado el conde Paguro. - "¡El hermano del rey! ¡No me lo creo!" pensé. - Así pues, nos gustaría obtener un acuerdo en el que tengamos prioridad de compra de sus productos a cambio de la consecuente suma de dinero y un alojamiento en palacio como uno más de nuestro equipo.
-¿Qué? - se me escapó decir. - Quiero decir, me parece una oferta realmente... Sería un honor, de verdad. - comencé a firmar todo tras leer las cláusulas detenidamente con el bolígrafo aún temblando. - Muchas gracias por su confianza. - dije sonriendo de corazón mientras devolvía todo.
-Bien, pues sígame si es tan amable. - dijo otro señor trajeado.
Le seguí por los pasillos que parecía que no se acabarían nunca y repletos de cuadros y estatuas, pensando que en el primer día me perdería allí mismo. Subimos unas escaleras hasta llegar a la primera planta donde todas las puertas tenían un tono rojizo. El hombre se detuvo frente a una, la abrió con una llave y me invitó a entrar. Yo entré sin terminar de creerme todo lo que estaba pasando y menos aún cuando vi la habitación con mis propios ojos. Estaba completamente en shock. Era una sala más grande que mi casa (aunque supongo que para los nobles sería una habitación pequeña) con un pequeño balcón y su propio servicio y armario. Era como si me hubiera tocado la lotería sin más.
-Espero que le guste. La hemos preparado para que sea de su agrado. - dijo mientas yo seguía flipando con la habitación. - Si necesita cualquier cosa no dude con hablar con cualquiera del personal de habitaciones. Si desea una limpieza comuníquelo por favor. Con el fin de no molestar a nadie el servicio de habitaciones es a petición de los residentes.
Estaba claro que era un sueño. Nada de eso podía ser real.
-Aquí tiene su llave y su carnet de identificación. Por favor no pierda nada.
Cogí las cosas como si fueran un tesoro y me despedí del hombre.

Tenía que recoger todas mis cosas y llevarlas allí para poder dormir en una cama decente cuanto antes. Bajé las escaleras con la mente en otro lado, rebosando de felicidad. Iba distraído y sin pensar pero por alguna razón mis ojos se fijaron en una sala en la que estaba sentándose gente que me llamó la atención. Crucé la mirada por un momento con un chico de pelo castaño y lo perdí de vista todo al pasar de largo. Como un flashback me di cuenta al salir del palacio que esas personas eran los reyes y, el chico con el que había cruzado la mirada era el príncipe Luca. Nunca había estado tan cerca de los reyes y nunca les había visto en persona.

Volví a casa y me di cuenta de que seguía en shock por todo lo ocurrido y el casual encuentro con los reyes. No podía dejar de pensar en cómo los ojos del príncipe se habían clavado en mí. Estaba realmente entre gente importante y no sabía cómo sentirme.
Guardé mis cosas en una vieja maleta y me despedí de mi casa. Probablemente tendría que venderla o alquilarla más adelante.
Al llegar al palacio de nuevo mostré mi identificación y pude subir de nuevo las escaleras. Inconscientemente miré de reojo la sala donde vi a los monarcas para ver si seguían allí, pero la sala estaba vacía. Suspiré y volví a mirar hacia delante pero me detuve en seco. Mi cuerpo se paralizó cuando me encontré cara a cara con el príncipe. Sus ojos se clavaban de nuevo en los míos y mis piernas no se movían aunque yo quisiera. No entendía qué estaba pasando.
-Buenas noches. - dijo sonriendo mientras bajaba.
-B-buenas n-noches. - logré decir. No pude siquiera decir algo más. Mi corazón se había acelerado de la tensión y no se detuvo en toda la noche. No era intimidante asique no entendía el por qué de mi reacción. Lo único que sabía era que era realmente hermoso y amable.

✨SU ALTEZA✨ (AU luca) Where stories live. Discover now