Hilo De Luna

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Pese a que él había insistido en que le enseñara a hacer la infusión mantuve mi secreto y estuve varios días más trayéndosela para hacerle de rabiar. Había mejorado bastante y estaba listo para marcharse. Me dio infinitas gracias por el remedio y me prometió que me devolvería el favor, a lo que obviamente me negué.
Haber dejado de trabajar físicamente en la tienda me había dado mucho tiempo libre, por lo que me puse a buscar algún pasatiempo o talento oculto en mí, pero nada me gustaba más que nadar. Obviamente pensaba en volver a pasar un rato con Luca, pero era algo que no podía cambiar. Me sentía algo estúpido ya que para él seguramente fuera un amigo más... Por alguna razón yo sentía que para mí iba algo más allá, más único; y me dolía saber que no sería recíproco. Por algún motivo recordé a la señora de hace unos días que había dicho que nos gustábamos. Qué más quisiera. Ni siquiera sería un amigo especial, como para gustarle. Pero... ¿Él me gustaba?
Evitaba esa pregunta más que nada, para protegerme. No quería romper lo que había construido. No quería volver a sentir como mi corazón se partía, asique decidí convencerme de que me sentía así porque era mi único amigo. Pero en el fondo sabía que no podía engañarme a mi mismo por mucho más tiempo...

Los días se me hicieron eternos, aunque dibujara e hiciera mil cosas al día siempre acababa pensando lo mismo: ¿queda mucho? Por otro lado a medida que la fecha se acercaba mi corazón retumbaba al recordarlo. Quería verle pero a la vez me moría de vergüenza, sobre todo recordando qué pensaría si supiera que dudo sobre mis sentimientos. El rechazo era lo de menos, ¿y si le daba asco? ¿Y si le repugnaba? Al final éramos tan parecidos como distintos...

Quedaban tan sólo dos días para su regreso y no dejaba de imaginarme su llegada. Creaba escenarios en mi cabeza de cómo podrían salir las cosas, cómo podría sentirme y cómo me decidiría por fin por que era solo un amigo, o al menos eso deseaba. No podría vivir con ello, no podría fingir nada.
Estaba llegando a mi habitación cuando encontré en el suelo frente a la puerta una carta azul. No entendía nada y lo primero que pensé es que a alguien se le habría caído. La recogí y miré a ambos lados, pero el pasillo estaba vacío. Entré en la habitación totalmente confuso y la abrí:
"Te espero a medianoche en el lago del bosque.
Luca Paguro."
Mi corazón dió un vuelco y me confundí aún más. Esto no podía estar pasando. Primero de todo había llegado antes y segundo, me había pillado de repente. Mi corazón acelerado indicó que no estaba preparado para verle, y mucho menos en ese mismo momento. Di vueltas por la habitación con la cara ardiendo y sin decidirme. ¿Era real? No podía serlo, no había manera.
Me cambié de ropa para llevar algo decente y con el corazón en un puño fui hacia el lugar acordado. Estaba muy oscuro y apenas podía ver a lo lejos el brillante lago debido a la luz de la luna. No se distinguía el agua de la orilla y apenas se veían los árboles de alrededor.
Me acerqué a la orilla sigilosamente, rezando porque no fuera una emboscada; y busqué con la mirada cualquier signo de vida. Metí los pies en el agua desconcertado y entonces una voz me sobresaltó:
-Sabía que vendrías. - dijo sacando la cabeza del agua a pocos metros de mí. Estaba sonriendo, como si de verdad estuviera feliz de verme. Mi corazón se aceleró más aún, cuando creía que iba a estallar; y mis mejillas se ruborizaron hasta el punto de arderme la cara.
-H-hola. - logré decir.
Hubieron unos segundos de silencio en los que podía notar cómo me temblaban las manos.
-¿No te metes?
Apenas pude asentir. Me metí poco a poco en el agua y me puse a su lado, cubriéndome hasta la nariz para que no pudiera verme la mitad de la cara. Estaba muy nervioso, más de lo que me gustaría y lo que hubiera imaginado.
-Te he llamado porque quería nadar una vez más contigo y... Quería verte antes que nadie. - sus palabras y su sonrisa eran tan cálidas como un abrazo, aunque enseguida pude notar el pinchazo en el corazón que me causaba la duda de si sentiría lo mismo que yo.

Me contó sobre su viaje, la gente que había conocido, como eran los gobernantes de las islas, la playa... Todo lo que vio. El viaje se había acortado antes de lo previsto y quería darme una sorpresa.
Según hablábamos, reíamos y disfrutábamos de poder nadar tranquilamente, sin peligro alguno y sin preocupaciones; me di cuenta de que era evidente. La respuesta que estaba negando todo este tiempo no hacía más que confirmarse. Su mirada, su sonrisa, lo que me hacía sentir... Era tan evidente que no podía esconderlo. Y sabía que no podría esconderlo mucho más.
Me quedé en silencio, dolido por mis propios pensamientos, dolido porque sabía que no podría vivir con la duda y que si quería alejarse de mí quería que lo hiciera cuanto antes para no vivir en una mentira.
-¿Qué ocurre? - me sacó de mis pensamientos. Su mirada de preocupación me hizo sentir que tenía que contarle todo, pero las palabras no me iban a salir. Mi corazón estaba tan acelerado que podía sentirlo saliendo de mi pecho. Sólo de pensarlo mis orejas comenzaron a arder, pero tenía que decirlo. No podía estar callado, no podía esconderle algo así. Tuve que armarme de valor.
Me acerqué a su cara lo más rápido que me permitió la vergüenza, dudando a cada segundo de si sería lo correcto, pero sabía que era lo que mi corazón sentía y deseaba. Cerré los ojos y lo último que vi fue su cara de confusión y sus mejillas rojas, antes de besarle dispuesto a que todo cambiara.

✨SU ALTEZA✨ (AU luca) Where stories live. Discover now