Gala De Alfiles

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Muy temprano en la mañana llamaron a mi puerta para pedirme un encargo. Los reyes iban a cenar juntos después de un tiempo de no poder reunirse por trabajo con los nobles y pensaban en dar a elegir varios platos, entre ellos de lo que les pudiera proporcionar. Por supuesto que iba a esforzarme al máximo y traer lo más variado que pudiera. Así pues, me vestí rápidamente y salí a capturar presas.
Me encontraba tranquilamente mirando el horizonte mientras remaba, el mar en calma y el sol a punto de salir; cuando vi otro bote en la lejanía. Me obligó a esconderme, pues no tenía nada para secarme; dejando a la vista mi trabajo. Como no podía ser de otra forma, en cuanto los extraños vieron el botín abandonado se lo llevaron. Sin más mi tiempo se había esfumado entre las risas de unos desgraciados...
No tenía mucho tiempo antes de que los bancos de peces se fueran y comencé a ponerme más nervioso. No me podía creer que me hubiera pasado eso por una estupidez. Traté de mantener la calma pero fue imposible, por lo que acabé volviendo a la tienda con poco más de la mitad de lo que había podido pescar por la mañana. Me sentía el doble de frustrado porque quería dar una buena impresión ante la corte, asique decidí llevar absolutamente todo lo que tenía sólo para los reyes.
-Lo siento mucho... No tuve un buen día... - dije avergonzado al jefe de cocina.
-¡Chico! ¡Esto es más que suficiente! ¡No te preocupes! - dijo dándome una palmada en el hombro.
Aunque parecía sincero la sonrisa que saqué no lo fue, pues seguía decepcionado conmigo mismo. Había sido un error mío y no podía volver a ocurrir.

Estaba tan cansado que me desplomé en la cómoda y gran cama de inmediato. Mi ánimo se había caído por los suelos y sólo quería desaparecer. Mis ojos se cerraron poco a poco y me sentí como si algo me presionara, cayendo profundamente dormido sin siquiera percatarme.
El ruido de la puerta me despertó. Vagamente logré levantarme y trate de mostrar mi mejor cara, aunque parecía un zombie.
-¡Cielos! ¿Estabas durmiendo a estas horas?
-¿Q-qué hora es? - le dije tratando de no bostezar a la sirvienta.
-Es la hora de la cena. No pensará ir así, ¿verdad? - dijo señalando mi ropa llena de hilos sueltos.
-¿Cómo?
-¿Se creía de verdad que no iba a venir a la cena? Usted también es parte de la corte, Alberto.
No supe qué decir. No tenía palabras. Nunca me habían tratado con tanta amabilidad y respeto, y mucho menos alguien tan importante.
-Anda, le traeré un traje decente. - dijo antes de marcharse.
No podía aceptar una prenda tan cara. Sí que me gustaba cómo me veía con ella, pero no me sentía digno. Era un simple pescador pobre... ¿Qué pintaba ahí?

Estaba sumamente nervioso. No sabía cómo iba a ser y cómo me iba a comportar. Nunca me habían invitado a una cena normal, ¿qué iba a hacer ante los reyes?
En ese momento lo recordé: el príncipe estaría allí. Mi corazón dio un vuelco y me puse más nervioso aún. Sólo quería huir de esa situación.
-¡Ya es la hora! - me sobresaltó la sirvienta desde el pasillo.
Con mi cuerpo temblando salí de la habitación, más nervioso de lo que había estado nunca.
-¡Vaya! Está usted muy elegante señor Scorfano.
-Usted también señora Umbridge. - dije con una sonrisa de todo corazón.
Me acompañó hasta el enorme salón donde toda la corte estaba sentada al rededor de una mesa ovalada que ocupaba todo el largo de la sala. La decoración era infinitamente más bonita que la que estaba acostumbrado a ver por el resto del palacio y mantuvo mi boca abierta hasta que pude sentarme. Los reyes me saludaron junto al príncipe, que lo hizo de una forma más seria a la de costumbre. Eso me recordó que tal vez llegara a ver alguna de mis escamas y se me heló la sangre, tensándome de nuevo.

La comida estaba sumamente deliciosa y todos me agradecieron por ello, aunque resalté que no era mi trabajo y yo sólo había puesto el lienzo ante el personal de cocina. Todos hablaban con todos y me hacían sentir cómodo y parte de esa gran familia. Crucé varias veces la mirada con el príncipe, que seguía manteniendo su expresión seria. No podía evitar pensar que tenía que ver con la tormenta del día anterior y la duda me consumía, pero sacar el tema sólo sería sospechoso y extraño.
Cuando acabamos todo los reyes anunciaron que se haría un baile en el salón de al lado y pese a que me insistieron bastante me negué rotundamente a hacer el ridículo, porque es lo único que haría. Por lo que me despedí de los monarcas y el resto de asistentes para irme a mi habitación.
El pasillo estaba oscuro y sólo algunos hilos de luz de la luna se colaban por las ventanas. Me asomé a ver el jardín trasero que nunca había visto. Tenía flores, fuentes y bancos, un lugar donde me gustaría descansar algún día.
-Alberto. - me sobresaltó una voz detrás mía. Me giré y me asusté aún más cuando vi al príncipe aún serio a escasos centímetros de mí. - ¿Puedes acompañarme un momento?
Asentí totalmente aterrorizado. Sabía que nada bueno iba a suceder y sólo quería que me tragara la tierra.

El príncipe me llevó por los pasillos con sigilo, asegurándose de que nadie nos viera o siguiera; hasta una sala oculta detrás de una escalera. Entré tras de él con el corazón en un puño y él cerró con cerrojo. Era una habitación grande con varias ventanas grandes por las que se iluminaba una pequeña piscina en el centro. La luz de la luna dejaba ver los adornos y muebles de la sala, haciendo que estuvieran bañados en plata. Toda esa situación me confundía cada vez más y sólo rezaba por poder salir ileso. Él se paró frente a mí, cara a cara; y empezó a hablar:
-No quiero que me malinterpretes, ante todo me puedes tomar como un refugio. Puedes confiar en mí, aunque no espero que lo hagas. - sus ojos castaños se clavaban en mí como navajas y, pese a que yo era más alto; lograba intimidarme. - Hay algunos rumores de que tienes relación con el monstruo marino asesinado hace diecisiete años.
Mi sangre se heló por completo. Estaba acabado del todo. Todo eso, había sido una trampa... Y yo me la había creído de principio a fin.
-De momento nadie está sospechando de ti pero temo que lo hagan después de que los rumores les llegaran. - hizo una pausa y cogió mi mano. No entendía nada de lo que estaba pasando y ese extraño contacto hizo que mi corazón se acelerara aún más, teniendo sentimientos encontrados. - Dime, ¿estás relacionado con él? Te doy mi palabra de que no te haré daño.
Estaba completamente congelado. No sabía qué decir. Ni un músculo de mi cuerpo se podía mover un solo centímetro. Pasaron unos segundos que parecieron eternos, hasta que él se dio por vencido y me soltó.
-Me lo imaginaba- suspiró. -. Bueno, siento haberte hecho pasar un mal trago. - dijo andando lentamente hacia atrás. - He aquí... Mi disculpa... - dijo antes de tirarse al agua de la piscina. Intenté detenerle pero me paralicé de nuevo al ver que el príncipe había desaparecido, y en su lugar se encontraba un ser lleno de escamas verdes y azules y una larga cola. No daba crédito a lo que estaban viendo mis ojos.
-¿Tú... También...? - murmuré acercándome al agua. Él me miró completamente confuso. Me quité la chaqueta y la camisa ante su incrédula mirada y me metí también sin pensarlo dos veces.
-¡¿Qué?!- logró decir. Me limité a sonreírle y no pude evitar reírme de su reacción.
-Bonitas escamas.
-Ah... Gracias... - dijo timidamente. - Las tuyas también... El morado... Es mi color favorito... - dijo sonriendo. Mis mejillas comenzaron a arder sin previo aviso y sólo pude apartar la mirada. ¿Por qué?
-De verdad, pensé que la había fastidiado y... Me has sorprendido. - dijo mirando al agua.
-Tú sí que me has sorprendido. ¿El príncipe un monstruo marino? Nunca lo hubiera imaginado.
-Ya... Es difícil ocultarlo... Aún no sé cómo nadie sospecha.
-Bueno, no eres el tipo de persona a la que se pueda asociar a un monstruo feo y agresivo, como piensan que somos.
Ambos reímos. Me hizo feliz sacarle una sonrisa y sentí que era una realmente sincera.
-Creo que te debo una disculpa... O más bien una explicación a todo esto... - dijo avergonzado.
-Bueno, soy yo quien te ha hecho revelar tu secreto. Asique, la disculpa te la debo yo.
-En absoluto. Te lo debía por la situación incómoda y el secuestro. - dijo provocando mi risa de nuevo.
-En fin... Te explicaré a qué viene todo esto...

✨SU ALTEZA✨ (AU luca) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora