Tormenta

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Nadamos sin mirar atrás, con el corazón a cien. Lo que acababa de hacer no tenía vuelta atrás. Sabía a dónde me dirigía y eso cambiaría todo.
Un par de minutos tras la confusión Luca se detuvo y me obligó a mirarle. Su cara era de entre confusión y enfado, y tenía que asumir las consecuencias.
-¿Qué estamos haciendo?
Cogí aire, preparándome para la conversación que estábamos a punto de tener.
-Dudo que me vayas a creer... Pero la que intentó matarnos fue tu madre... - hice una pausa para que pudiera asimilar mis palabras. - Mandó a alguien a matarnos y, como no lo consiguió; me amenazó de muerte. Me inmovilizó y me dijo que si no me exhibía para que me mataran lo haría ella. Dijo que te tendría que haber matado antes... Que somos criaturas despreciables...
Hubo un minuto de silencio en el que él me miraba confuso y al borde de las lágrimas. Fui a abrazarle pero él me apartó.
-Quiero creerte, de verdad que quiero. - empezó a decir. - Una parte de mi hace que ella sea muy sospechosa... Pero otra niega rotundamente todo...
Estaba realmente asustado. ¿Iba a creerla a ella? Sonaba lógico, pero el temor de que acabará todo allí... Y el miedo a que le ocurriera algo malo.
-Quiero que sepas que no dudo de tu palabra, pero me cuesta asimilarlo... Necesito pensar qué hacer ahora que sé la verdad... Que viví una mentira... Y que mis miedos se confirman.
Ahora sí fue a abrazarme. Lo acepté con todas mis fuerzas y al borde del llanto. No quería separarme de su lado, era mi otra mitad...
-Podemos huir juntos a mi antigua casa. - logré decir sin llorar. - Hay que arreglar algunas cosas pero-
-No. - me cortó. - No voy a huir.
Se separó de mí y me miró a los ojos totalmente decidido.
-No voy a darle lo que quiere. Quiere hacerme creer que no soy digno de gobernar, quiere que huya. No voy a huir, voy a luchar. - hizo una pausa y me puso una mano en el hombro. - Voy a darle a Italia el monarca que se merecen: sincero y justo. Voy a librarles de ella. - tendió su mano ante mi asombrada mirada. - ¿Quieres venir conmigo?
-Por supuesto. - asentí con una sonrisa de pura felicidad. Su cálida sonrisa derritió mi corazón, deseando congelar ese momento para siempre; pero no había tiempo que perder. Debíamos volver y mostrarle a todos que no deben temernos y que Luca es el mejor rey que el mundo puede tener.

Nadamos de vuelta, esta vez hacia la playa; y esperamos a que oscureciera para salir sin ser vistos. El plan era reunir a todos los que pudiéramos junto a los reyes en la entrada de Palacio y pedir una última voluntad.
Como era de esperar los guardias no nos permitieron entrar al castillo y llamaron a los monarcas enseguida, mientras rezábamos porque saliera todo bien y en el peor caso pudiéramos salir con vida.
-¿Qué haces aquí? - me amenazó la reina. A continuación puso una mirada asesina al ver a Luca. - Y tú... Que sepas que lo has arruinado todo.
Tragué saliva y me dispuse a hablar:
-Tenemos una última voluntad: reúna al pueblo aquí si puede ser posible.
-¿Y por qué debería hacerlo?
-Poque yo se lo permito. - le desafió Luca.
Tras una mueca de desagrado, suspiró y cumplió su palabra. Gran parte de la gente de la ciudad se dispuso por toda la calle para escucharnos. Suspiré profundamente y se dispuso a hablar con mucho cuidado, pues un movimiento en falso y no viviríamos para contarlo.
-Vosotros, sea verdad o mentira; siempre me habéis considerado un buen monarca y digno del trono. Me atrevo a decir que me considero una persona justa, educada y sobre todo a la altura de este puesto. - cogió una jarra de agua que habíamos pedido previamente sin que la reina se percatara. - Y, ¿si yo puedo gobernar por qué debería cambiarlo una apariencia?
Ante la atenta mirada de todos se echó el agua por encima, mostrando su verdadera forma. La gente estaba sorprendida y la reina trató de abalanzarse sobre él, pero los guardias se lo impidieron y dejaron que Luca siguiera hablando. - ¿Por qué si me conocéis una apariencia debería cambiarlo todo? Incluso vuestro pescadero de confianza es un monstruo marino, y no pasa nada. - dijo refiriéndose a mí. - Estamos por todas partes, somos más de lo que nos han hecho creer. Y sobre todo no somos peligrosos, incluso tenemos grandes habilidades que podrían servir de mucha ayuda. Creo que es hora de esconderse y seguir viviendo como siempre, pues nadie actúa diferente por ser uno de nosotros.
Se hizo un silencio de incertidumbre que realmente me preocupó. ¿Iban a detenernos? ¿Iba a ser el fin?
De pronto alguien entre la multitud se atrevió a aplaudir despacio y dijo:
-Yo también lo soy.
A continuación varias personas alzaron la voz para imitarle, y también aplaudieron. Recibimos una cálida aprobación de parte del pueblo que tanto amábamos. No podía haber salido mejor todo.
Miré a Luca sonriendo, feliz y muy orgulloso de él. Me devolvió la sonrisa y logró que me sonrojara al cogerme de la mano.
-A partir de hoy, quien persiga o discrimine a los monstruos marinos no será bien recibido en Italia.
La multitud aplaudió aún más fuerte, haciendo que me sintiera  entre una gran familia, aceptado y querido.
Mientras, la madre de Luca trataba de huir junto a su marido; pero los guardias reales les detuvieron para que Luca pudiera juzgarles más adelante. Les expulsaría del país y él sería coronado ese mismo día, según había acordado.
Me pareció muy valiente de su parte enfrentarse a sus mismos padres de esa forma, pero él mismo sabía que era lo correcto y sobre todo lo justo para él mismo. Se sentía engañado y decepcionado ante ellos y no quería volver a verles.
-Tú eres toda la familia que necesito. - dijo sonriendo mientras entrábamos al castillo. Nunca unas palabras me habían causado tanta felicidad, y al borde del llanto le abracé, tan fuerte que me pidió entre risas que me separara.
-Has conseguido en un sólo día la libertad de todo un país. Creo que eso prueba lo buena persona y rey que eres.
De nuevo provocó que me sonrojara: se acercó a mi cara lentamente y, por primera vez y sin miedo; me besó ante la gente del castillo que pasaba. Mi cara comenzó a arder y mi corazón se aceleró ante tal declaración, haciendo que no imaginara una felicidad mayor. No sólo me sentía querido si no que lo había demostrado públicamente.
-Que sepas que cuando un rey aparece con su pareja públicamente es porque se van a casar... Para siempre. - sonrió tímidamente.
Con el corazón en un puño acaricié su cara y le besé de nuevo, ante la enternecida mirada de los que pasaban.

✨SU ALTEZA✨ (AU luca) Where stories live. Discover now