De Vuelta Al Mundo Cruel

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No se que paso luego, solo recuerdo despertarme en la camioneta y que luego me tirarán a la calle. Hacía frío, creo que no traía ropa, solo la interior, y traía una venda en los ojos.

—!Ayuda! ¡¿Alguien me escucha?! ¿Alguien me ayuda? ¡Necesito ayuda!— pude reconocer la voz, era Gi-hun.

—¿Puedes callarte?

—¿Sae?— pregunté.

—¿_____?—

—¿Qué?— dijo Gi-hun. —¿Quiénes son ustedes? ¿Las ladronas? ¿Son ustedes ladronas?—

—Si no quieres quedarte aquí toda la noche, desatanos—

—¿Que?—

Creo que Gi-hun desató a Sae-byeok, y luego se quitó la venda. Luego me ayudó a quitarme las cuerdas de mis manos, así podría liberar mis pies y mis ojos.

—Gracias—

—Maldición. ¿Dónde estamos?—

—Toma— dijo Sae mientras me pasaba mi ropa que estaba en una bolsa.

—Oigan. ¿Pueden desatarme? Oigan, yo... Claro. Vistanse primero. Hace frío ¿no? Yo también me estoy congelando—

—Callate Gi-hun— dije.

—Vamos deprisa. ¡Me duelen las piernas! Oigan, desátenme ahora. Vamos—

Al terminar de vestirnos nos empezamos a marchar.

—¡Esperen! ¿Que hacen? Tienes que desatarme antes—

—¿Y por qué?— preguntó Sae sin mucha importancia.

—¡Yo te desaté!—

—¿No estas muy viejo para ser tan ingenuo? Cuando te destemos, nos pedirás que te devolvamos tu dinero—

—Claro que voy a hacerlo— se quejó.

—Adiós Gi-hun— dije para seguir caminando.

—Etsa bien, me olvidaré del dinero. Solo desátenme—

—¿Lo juras?—

—Si, se los juro. No diré nada del dinero—

—Juralo por tu madre—

—Lo juro por mi madre. Juro por ella que no lo haré. Pero desátenme ahora, maldición, está helando. Esto duele—

Sae se acercó a él y con su navaja cortó las ataduras de sus manos. Gi-hun desesperado por su dinero, trató de tomas a Sae, pero para su mala suerte seguía atado de los pies.

—Mi dinero... Devuélvanme mi dinero— dijo mientras daba pequeños saltos. —Dámelo... Maldición. Maldición, dame mi dinero— estaba apuntó de llorar.

—Me siento muy mal por tu madre—

—Hija de... ¡No! ¡Perdón!!

—Adiós Gi-hun, no fue un placer conocerte— despedí mientras nos íbamos.

—Ya, regresen. ¡Alto ahí! ¡Deténganse! ¡Mierda!— eso fue lo último que escuché de él—

(...)

Al día siguiente, Sae-byeok y yo estábamos en el orfanato visitando a su hermano Cheol. Por ahora, era el único familiar que Sae tenía cerca.

—¿Que tienes? ¿No te gusta el sabor del helado?— Dijo Sae mientras le ofrecía helado a Cheol, pero este no lo aceptó.

—¿Quieres que te consiga de otro sabor?— dije, pero me ignoró.

—¿Que te pasó el la cara?— Cheol tenía una curita en su cara, cerca de la mejilla. —¿Peleaste con otros niños?— Cheol lo hablaba nada, no entendía porqué. —Si te quedas callado, entonces nos iremos—

𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋-𝐒𝐀𝐄𝐁𝐘𝐄𝐎𝐊Where stories live. Discover now