PRÓLOGO
- Bella ha regresado.... – no sabía con certeza cuantas veces había repetido esas dos simples, pero tan significativas palabras una y otra vez, lo que si sabía es que no eran lo suficiente para calmar su acelerado corazón y su muy alterada mente.
La última vez que vio a bella en el pequeño y remoto pueblo de Forks fue hace tanto tiempo, que bien había llegado a pensar que se trataba de alguien que conoció en un sueño, en uno fugaz, que lo persigue desde tiempos inmemorables; siempre lo mismo, la luna alta, imponente, hermosa, fría y extrañamente eclipsada. Nunca lograba ver algo más, pero aun así sabía que algo estaba allí. Pero en su corazón, en la parte más profunda, cálida y pura sabía que era eclipsado por un frio cálido. Y Bella era siempre la guía en su extraño sueño, siempre estaba ella ahí junto a él tendiéndole la mano, pero también estaba...esperando...
¿A quién?
En más de una ocasión fue despertado por su padre a media noche, quien lo miraba siempre con un profundo cariño, pero debajo de todo eso Jake podía ver...comprensión... Como si el supiese que es lo que atormentaba a su hijo en las noches. –todo estará bien Jacob, son sueños, solo sueños, vuelve a dormir Jake. –repetía siempre su padre mientras le apartaba los mechones de cabello que se pegaban a su frente por la capa de sudor que le cubría. El señor Black, era un viejo hombre que hacia parte de las principales familias de la reserva por lo cual contaba con un gran respeto por parte de los más altos mandos del pueblo, y entre esos se encontraba Charlie Swan, el padre de bella.
- Quiero verla, quiero saber que es real- pensó Jake mientras corría por el bosque dejando la frontera de la reserva para llegar al claro más cercano a la casa de bella, podía sentir emociones creciendo en su ser, emociones nuevas, tanto así que parecían más percepciones que emociones. Su cabello largo se movía libre por su cuello y espalda alta, su piel un poco bronceada y anacarada resaltaba el intenso color negro de sus mechones; según la comunidad de la reserva solo después de su integración con la manada, se podría cortar el cabello como símbolo de su florecimiento a hombre. Pero era su cabello largo y sus intensos ojos color marrón, los que le daban un toque más rebelde y sexy.
Con un poco de inseguridad pero con paso seguro camino hasta el porto de la casa de su vieja amiga, no sabía con certeza como esta actuaria al verlo en su casa después de tanto tiempo y solo podía imaginarse un plano de que lo más probable es que no hubiese forma ni de que tuviesen una conversación, ahora mucho menos una igual a lo que alguna vez fue. La sola idea lo hacía estremecer, era un pensamiento que le creaba inseguridad porque para él ver a bella representaba el inicio de su destino.
Con un poco de timidez se acercó a la casa y llamó a la puerta con dos suaves golpes.
- Jacob!? No lo puedo creer, ha pasado tanto tiempo!- dijo una muy alegre bella desde el marco de la puerta, mientras se acercaba para darle un cálido abrazo
Tan pasmado estaba Jake que en el momento no supo que hacer, pero la calidez de bella lo invadió y todas las dudas se fueron de su mente. Devolviéndole el abrazo Jacob se acercó más. –si es posible. –y le susurro suavemente en el oído. –es bueno verte de regreso bella- siempre creyó que al ver a bella tendría todas las respuestas que necesitaba, pero no fue así, no hubo una iluminación divina que le mostrara la verdad, nada de eso, solo un despertar en su ser... alguien que siempre estuvo ahí, esperando que el balzo entre su destino y su camino llegara para que este por fin pudiera surgir se despertó, en el momento que su cuerpo entro en contacto con el de la castaña.
- Guau Jake, mírate ya eres todo un chico-dijo bella divertida.
- no te burles, tengo 18, en 2 semanas será mi décimo noveno cumpleaños y seré todo un hombre. –dijo Jake haciendo pose de físico culturista. Lo cual gano como recompensa una gran sonrisa por parte de bella. Sí, en definitiva era bueno volver a lo de antes, las típicas estupideces divertidas.
