CAPÍTULO IX

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  (Parte I)

El sonido de la camioneta era un recuerdo lejano, uno que parecía incapaz de llevarse consigo esa picazón zumbaste en su espalda baja, sus padres habían regresado a la sala en compañía de sus hermanos. El semblante de cada uno hablaba por sí mismo, sin embargo, Rosalie era un matiz particular. Si bien aún mantenía el gesto de desagrado en sus finos rasgos, era innegable la burbujeante alegría que sentía por superar a Sam en su propio juego. No podría decirse que no era dedicada a cumplir sus propósitos personales.

El comportamiento de Rose siempre le divertía, esta vez no fue la excepción.

Reparando un segundo en la sala se dio cuenta de un aspecto que hasta el momento había sido irrelevante. La frontera de olor no era fácilmente perceptible, los aromas y esencia suelen entremezclarse y formar una sola unidad que resulta indescriptible, en el mejor de los casos. A pesar de ello, esta vez fue diferente, si bien el aroma de los miembros del clan estaba esparcido en la sala, él podía decir sin temor a equivocarse cuál era el olor de Jake. Era una mezcla entre canela, tierra húmeda, agua salada y ese fuerte aroma a testosterona y sudor. Su boca salivó, él incluso podía señalar el dulce sabor de su sangre. ––Su lengua repasó sus labios––. Jacob era tenía una esencia picante y reconfortante, un aroma cercano al hogar, algo que nada tenía que ver con ese olor desagradable a humedad, greda y fango que desprendía Sam. Un aspecto que hasta el momento había sido desconocido. El aroma de los lobos no era reconocido por ser agradable, todo lo contrario, si alguien tiene dudas al respecto solo debe preguntar a Rosalie; nadie tendría un mejor repertorio de adjetivos para calificarlo.

El aroma debió haber sido desagradable, más aún su sabor. ––sus colmillos se expandieron ante la memoria del suave y escaso líquido carmesí que embriagó su paladar––. Su mandíbula se contrajo. Inhaló un par de veces, hizo un gesto de concentración. Una revisión rápida en sus recuerdos le llevó al primer encuentro, un olor que molestaba con solo acercarse a la casa de Bella. El fingir su respiración hizo que con cada nueva inhalación un poco más de ese apestoso hedor se quedara en su memoria olfativa. Las visitas constantes a la casa de Bella no limaron su aspereza ante el estímulo oloroso, solo lo hicieron más fácil de soportar. Sin embargo, ahora que lo piensa con minucia, el día que fue a ver a Bella y encontró al joven lobo en la casa, algo había empezado a cambiar. Algo que se notaría con más relevancia el día que lo vio salir por el portón principal. Su esencia había cambiado. –– Sus colmillos empezaban a retraerse––

El día del acantilado, el día, así subrayado, ese día algo en él lo atrapó. Su cuerpo actuó. No sabría si fue instinto, pero lo culpaba con ahínco. Él es sus sentidos consientes no habría hecho algo así, para empezar, nunca había tenido sentimientos por el primogénito de los Black. Ni buenos ni malos. Sin mencionar que es un hombre y un lobo. Ante sus ojos sólo fue un licántropo más que se cruzó en su camino, uno que tenía un acuerdo de paz con los suyos. Uno del que sólo sabía su linaje. No hubo repudio por su especie, hace décadas había vivido cerca a otra manada were, una con la que las cosas funcionaban de manera más civilizada. Cuando encontró al joven Jacob solo sintió ese deseo de molestarlo y hacerle exaltar, algo normal, no es su culpa que los lobos suelan ser tan temperamentales. Cada vez que iba a ver a Bella, el joven lobo casualmente se encontraba allí, sea a punto de irse o que acababa de llegar, allí estaba.

Así fue en el límite de la reserva, el joven were estaba allí. Otro evento esporádico. Si esto era por el destino alguien lo tejió mal y no era su culpa. No era posible que Jacob se imprimara de él, ¡eran especies diferentes, por Dios vivo! Y no dejemos de lado el pequeño detalle de que los dos son machos, ¡no hay forma natural de que conciban!, ¡joder! Es que no hay ningún aspecto lógico que diga que es real esta unión. Está mal. No puede ser posible. Jacob se equivocó. Él se lo hará saber, así tiene que ser, el que sus cuerpos actúen en modo automático no tiene nada que ver, los hombres no se juntan con hombres más que para actos viriles, de poder. Eso que cree sentir cuando está cerca de Jake no es más que un impulso, un instinto diciéndole que enfrente a su rival. Sí tiene que estar con alguien, esa es Bella, tal vez por el hecho de que fuera humana le causó tanto interés, ella es dulce, carismática y divertida. El sólo pensar en eso le revolvió el estómago, un sentimiento de aversión le atravesó. Cerró los ojos y trató de desplazar la sensación, despejó su mente y desgonzó los hombros. La imagen de un lobo cobrizo cobijado por la luna apareció en un segundo en su memoria. Su malestar corporal desapareció tan rápido como la imagen llegó permeando su pecho con una nueva ola de calidez.

Début à la fin (Jacob x Edward)Where stories live. Discover now