⦅Capítulo 25⦆

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Yubin estaba preocupado. Muy preocupado.

Zhan era la persona más mimada que había conocido, sin exagerar. Lo contrató porque notó lo mucho que le había interesado el proyecto y pensó que sería uno de sus empleados más dedicados.

No lo era.

Rechazaba a los clientes que quería y los botaba cuando quería. Él había sido el principal precursor del reglamento, escribiendo nuevas normas que restringían casi en su totalidad cualquier contacto con los clientes. Yubin accedió a sus exigencias, entendiendo al niño, hasta alcanzar el punto en que se acostumbró a su comportamiento.

Cuando el pelinegro lo llamó quejándose de Yibo no fue una sorpresa. Cuando le lloriqueó diciéndole que quería rechazarlo, Yubin lo comprendió, y pese a que lo había obligado a aceptar al cliente, supuso que no tardaría en recibir otro llamado de Zhan pidiéndole abandonar. Era la costumbre.

Una semana después, no había noticias del pelinegro.

No tardará, pensó, llamará. Más no lo hizo. Dos semanas pasaron desde el primer día y Zhan ni siquiera había mandado un mensaje. Monitoreó su actividad en la página oficial, revisó los pagos —estaban completos, y actualizados—, las reseñas —no habían comentarios por parte de Yibo—. Estaba bajo control. Absolutamente todo bajo control.

Eso era bueno ¿verdad?

De eso trataba de convencerse, a la vez que marcaba el número de Zhan en su teléfono y esperaba que el pelinegro contestara antes de que su cabeza creara cientos de escenarios dignos de una película de terror.

Su respiración se halló atascada en la base de su garganta hasta que la voz de Zhan sonó desde el otro extremo de la línea. — ¿Yubin?

—Oh, por Dios, no te secuestraron.

La melodiosa risa atravesó sus oídos. — ¿Deberían haberme secuestrado?— bromeó—. Creo que has visto Taken demasiadas veces.

Yubin ignoró la burla, yendo directo al grano que había estado molestándolo durante los últimos días. —No me has llamado.

— ¿Mmm? No, no he tenido razones para hacerlo. ¿Por qué?— Yubin podía sentir la sonrisa juguetona de Zhan desde la distancia—. ¿Acaso me extrañas?

Tragó en seco, repentinamente el cuello de su camisa siendo demasiado apretado hasta el punto de sofocarlo. Claro que no lo extrañaba. No podía. Era completamente incorrecto y antiético.

Optó por no contestar y vaciló un poco antes de atacarlo con otra pregunta. — ¿Cómo han ido las cosas con Wang?

"Pésimo". "Horrible". "Me voy a tirar de un puente. "Voy a cometer homicidio". Cualquiera de aquellas opciones era aceptable. Rogando para obtener una respuesta negativa, la mano de Yubin se contrajo sobre el teléfono, sus nudillos blanqueciéndose cuando las palabras no deseadas brotaron de la boca de Zhan.

—Bien. Él y yo hemos estado bien. Iremos a un picnic mañana, con sus amigos— Yubin se quedó en blanco, parpadeando como un imbécil mientras intentaba concebir la idea de un Zhan amigable y responsable con alguien que prácticamente había querido asesinar.

—Pensé que lo odiabas— soltó con desconcierto.

—Se disculpó conmigo. Y me ha tratado muy bien— Yubin se estaba esforzando bastante por no tirar el teléfono a la mierda—. Además le di una cachetada que definitivamente valió la pena. Supongo que estamos a mano.

— ¿De verdad?— sonrió, mas no había nada sincero en su sonrisa—. Me alegra mucho saber que se están llevando bien— Supongo. No estaba seguro de si aquello había sido honesto o simplemente dicho por obligación. Siempre era confuso cuando se trataba de Zhan. El niño jugaba con su cabeza más de lo que él quería. Yubin suspiró hondo y decidió seguir con el próximo tema—. En cuanto a la fecha límite.

Rent a Boyfriend [Yizhan] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora