Capítulo 11.02: Dreamer.

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Noviembre – viernes 05 - Año 2022 - Hora de EE. UU: 11:45-AM

—Señora, por favor, le suplico que devuelva el perfume y el labial que guardo en su bolso sin hacer escándalo, de lo contrario me veré obligada a llamar a seguridad.

—¡Usted está loca! ¡Yo no he robado nada, y si me toca juro que la demandaré a usted y a la tienda! —Nía, un poco hastiada de la situación embarazosa, pero con su bondad y paciencia que siempre la han caracterizado, trataba de convencer a la ladrona de hacer lo correcto. La mujer estaba con su hijo de tan solo nueve años y no deseaba avergonzarla delante de él, sin embargo, esa señora se negaba a devolver lo robado y no le dejaba más remedio que llamar a seguridad y eso, hizo que las personas que había en el Mall Center comenzaran a amontonarse curiosas por todo ese escándalo. Y efectivamente, los guardias, al revisar su bolso, encontraban los dos objetos robados. Nia no levanto cargos, pero aun así a la mujer se la llevaron detenida.

—Mal día, ¿eh? —decía su compañera, que llegaba justo en ese momento para reemplazarla, ya que su turno había llegado a su fin, eran casi las doce del mediodía.

—Ni que lo digas Andrea... ¿Y tú?, ¿qué milagro hizo que llegaras a tiempo hoy...?, ¿estás bien? ¿Sucedió algo? —Andrea solo se encoge de hombros y se dispone a trabajar sin decir nada. Nía la observa un momento y pregunta.

—¿Qué te hizo esta vez?

—Está bien Nía... él solo está frustrado, ya sabes, la editorial rechazo su libro y lo despidieron de la gasolinera en donde trabajaba... no es su culpa, fui yo la que comenzó la discusión y...

—Cuando dejaras de protegerlo, es tu esposo, no tu hijo, y estar en esa situación no le da derecho a golpearte o a maltratarte como él lo hace..., Andrea, debes terminar con sus abusos de una vez.

—Ya déjame en paz ok..., mi matrimonio no es de tu incumbencia, si te conté lo que me pasaba, no fue para que te entrometieras una y otra vez... tu turno termino, ya deberías irte.

—De acuerdo Andrea, será como tú digas, ya no interferiré en tus asuntos..., pero aquí estaré cuando me necesites, eres mi amiga, lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé..., lo siento, yo no quise —Nía la abraza.

—Está bien, no digas nada... te veré mañana, ok..., prométeme que tendrás cuidado y llámame cuando llegues a tu casa, quiero saber si todo está bien, ¿de acuerdo? —Andrea vuelve a abrazarla agradeciéndole su amabilidad y su preocupación.

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El autobús estaciona exactamente a cinco calles del edificio en donde Nia Nal reside. Desde allí, camina hasta hacer una última parada en la pequeña tienda de comestibles, justo a una calle antes de llegar a su «hogar», un edificio de alquileres baratos. El café se le había acabado, así que compro el instantáneo, desde que dejo de trabajar en CATCO el dinero escaseaba y bastante. El dueño de la tienda de cosméticos le pagaba un sueldo bastante magro, también compra cereal y salchichas vegetarianas, las de oferta por supuesto. El sujeto de la tienda de comestibles: un tipo grande y de muy pocas pulgas, siempre la atendía con un humor de perros, y balbuceaba, no solo a ella, sino a todos los clientes que estuvieran allí. De cómo él, un ex militar, hubiera lidiado con la genocida y terrorista llamada Supergirl, imaginando que, si él hubiera estado en ese lugar aquel día, la hubiera matado con una bala de kriptonita. Nía solamente sonreía forzadamente, pagaba y se retiraba a su departamento, siempre sin decir nada.

Una vez entra a su departamento, de dos ambientes, no saldría hasta el otro día en que la alarma de su reloj la despertaría para concurrir de nuevo a su trabajo como vendedora de cosméticos. Su vida, desde que se separó de Brainiac, se había convertido en esa rutina.

Una Diosa Se Enamoró De Mí (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora