IV. ¿Qué le ponen al Jerez?

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Hay un término que se volvió en exceso popular gracias a una película —la cual me encanta, debo decir —que hoy día es casi de culto, la obra no la puedo nombrar, no obstante, estoy segura que al decir la frase icónica se sabrá de lo que hablo. Vómito verbal se denomina al momento en que no podemos frenar lo que estamos diciendo, cuando necesitamos soltar lo que llevamos maquinando. Me pasó aquello, ese mismo día, en la cafetería al lado de Santiago. Comencé contándole que estuve con alguien y terminé cuestionándole sobre lo que más me intrigaba.

—Santi, ¿te ha pasado que de la nada, mientras tienes sexo piensas en alguien más?

—Claro.

— ¿Y qué significa?

—En mi caso, que Chris Evans es mi sueño.

—Hablo en serio.

—Yo igual, no le ves esos ojos por Dios. Bueno, ya, a ver ¿no te había pasado antes?

—Sí, era porque yo lo buscaba, yo pensaba a veces en alguien más, no salía esa persona de la nada.

— ¿Qué te tiene inquieta, que pasara o la persona en la que pensaste?

—La persona.

— ¿Te excitó?

—La verdad no, me asustó por un momento, luego me desconcentré.

— ¿Con quién te acostaste?

—Ese no es el punto Santi. Ya te dije que con el del bar.

—Es que tengo que sacar la mayor información para ayudarte —hizo cara de santo —. Miento como condenado, tu no cuentas nada y hay que aprovechar mi vida. Luna lunera, es algo normal y ni siquiera te excitó, el cerebro va a mil cuando tenemos relaciones, a todos nos pasa. ¿Es un tipo regular?

— ¿Regular? — ¿hablábamos de un producto o un ser humano?

— ¿Te acuestas seguido con él y por eso te sabe mal pensar en alguien más?

—Era la primera vez que lo veía, ¿me estás prestando atención? —Santi se rio y yo sabía que venía ya un comentario que me haría partir de la risa.

—Claro, hasta te estoy grabando por si no vuelves a confiar en mí, que quede prueba de que también disfrutas de sacudir el mandado —subió considerablemente la voz al  hablar.

—Cállate —me quedaba claro que era su forma de aligerar las cosas, aunque estuviese haciendo medio pública mi confesión.

— ¿En quién pensaste?

—Eso no importa, yo no veo a esa persona como algo más que un compañero muy cercano y que admiro.

— ¿Estás segura?... Espera ¿Compañero?

—Sí y no te voy a decir quién es —volvió a la posición que había perdido por el ímpetu con el que preguntó lo último, suspirando.

—Me matas de curiosidad pero está bien. Entonces ya está, ¿por qué te comes el coco? Vuelve a acostarte con alguien o tócate y si ves de nuevo a esa persona, si su imagen se hace recurrente y te gusta, te da placer, pues mi amor, te lo quieres tirar.

— ¿Tú crees?

—Sí, si te da placer pensar en alguien no es porque lo admires. Cuando pensabas en los otros tipos porque querías, lo hacías para excitarte ¿no?

—Así es.

—Bien, vendría a ser lo mismo, todo depende de lo que sientas.

—Dios.

Mil CielosWhere stories live. Discover now