No lo permito

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Han sido los peores días de mi vida. Entre lágrimas, dolor y recuerdos, mi madre y yo debíamos despedirnos por última vez de mi abuelo. Siento que mi alma fue enterrada con él. De tanto llorar, ya no me salen lágrimas.

Mientras era testigo de la hipocresía en su máximo esplendor por parte de mis tíos y demás familiares, alcancé a ver a Byron, con una máscara blanca puesta, vestido de negro, cargando en una mano una rosa blanca y la otra la sombrilla para cubrirse de los rayos del sol. No hace falta ver su rostro para saber cuán devastado debía sentirse. 

Pese a la situación y el lugar, las críticas por parte de mi familia hacia él no faltaron. Llamaba mucho la atención por la máscara, pero no por eso había necesidad de burlarse, ni mucho menos de criticarlo. Probablemente ni siquiera conocen su situación, pero solo sirven para hablar de los demás. No sé cómo no sienten vergüenza. Siendo adultos, deberían saber cómo comportarse.

Mientras que la mayoría se iban marchando rápidamente del lugar, yo no encontraba cómo hacerlo. Vi a mi mamá hablando con Byron y luego él se acercó, colocando la rosa suavemente en la lápida. 

—Mi más sentido pésame. Tu abuelo era como un padre para mí y su muerte tan súbita fue un golpe muy fuerte, por lo que no puedo imaginar cómo deben sentirse tu mamá y tu — de las veces que visitó la casa de mi abuelo, jamás había escuchado su voz, pero me pareció muy varonil.

—Gracias por estar aquí. Mi abuelo, dónde quiera que esté, debe estar muy agradecido y feliz con usted por haber venido y por haber compartido tantos momentos juntos. A diferencia de otras personas, usted apreciaba y quería genuinamente a mi abuelo.

—Tu abuelo era una gran persona, le gustaba ayudar a los demás y se dejaba querer por todos. ¿Por qué las personas buenas deben partir de este mundo y de nuestro lado? — un nudo se formó en su garganta, pude notarlo de inmediato.

—Comparto ese mismo pensamiento. 

—Hija, vamos a casa — mi madre se acercó, secando sus lágrimas y arreglándose las gafas. 

Bayron nos cubrió del sol a las dos con la sombrilla y lo miré sorprendida. 

—Protéjanse del sol. 

—No se preocupe, usted lo necesita más — le dije. 

—No lo necesitamos, pero gracias — mi madre le empujó la mano y me agarró la mía para hacerme caminar con ella. 

Quería disculparme por esa actitud que asumió, pero no tuve oportunidad de hacerlo. Ella jamás se había comportado de esa manera y sentí mucha vergüenza, pero sobre todo, incomodidad y molestia.

—No sé por qué a tu abuelo se le ocurrió pedirte eso, pero te prohíbo que lo hagas. No quiero que estés cerca de ese señor. Podrá ser muy buena persona, no lo quito, pero tú eres mi hija y no estoy dispuesta a permitir que te desgracies la vida o te sacrifiques con tal de cumplir con la última voluntad de tu abuelo. 

—Eso que hiciste te quedó muy mal, mamá. ¿Qué tipo de desplante fue ese? Deberías disculparte por esta actitud tan despreciable. 

—Te estoy protegiendo. Te conozco, hija. Siempre buscas complacer a tu abuelo, pero esto es algo que no pienso permitir que hagas.

Prometo Amarte [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora