Capítulo 8 - Podcast 3

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Podcast Mi patética historia de amor

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Podcast Mi patética historia de amor

Episodio 3. Un corazón roto

Por Anónima enamorada

—Este domingo ha sido un día surreal, es como si se hubiese abierto un enorme paréntesis en mi vida para dar paso a una realidad alternativa. Todo comenzó cuando el vecino se puso a tocar la batería muy temprano, y yo, como ya saben, fui a quejarme. Para eso debo contarles también que el viernes y el sábado no hubo sonidos del instrumento, sino unos más peculiares más parecidos a los de una línea caliente, ya me entienden, ¿no?

»El caso es que el chico me invitó a pasar para desayunar y tuvimos una charla amena, divertida y algo incómoda, sobre todo teniendo en cuenta que él estaba en ropa interior y yo con mi pijama con dibujos infantiles.

»Tratamos de obviar todo lo incómodo, o al menos yo lo hice, y conversamos acerca de trivialidades, pero entonces alguien vino a verle, una muchacha que llegó para informarle sobre que otra chica iba a casarse. A esta chica la llamaré Pelirroja.

»Les hago un resumen de lo que entendí. Aparentemente la muchacha que se casará era la novia o el gran amor de El baterista loco, y a raíz de una especie de ruptura, él se alejó de ella y de sus amigos, una pareja conformada por Pelirroja y un chico que ahora era su esposo. Esta chica le pidió que hablara con la exnovia, pues ella le había pedido que lo buscara... y él se negó... Pelirroja le dijo que lo extrañaban, pero él parecía distante, frío y dolido.

»Entonces, antes de irse le dio una invitación a la boda de la ex. ¿Pueden creerlo? Y se marchó.

»Y yo presencié todo aquello porque cuando iba a marcharme, él me pidió que me quedara.

»Cuando la chica se fue él subió a destrozar la batería y yo sentí que perdí la audición por un buen rato, pero no dije ni hice nada. No quería irme, me daba miedo dejarlo solo en ese estado, pero ¿qué podía hacer? ¿Consolarlo? Ni siquiera nos conocemos ...

»Casi una hora después, él bajó, me miró como si se hubiese olvidado de que yo seguía allí y decidió que iría a dar un paseo, me preguntó si quería ir y yo le dije que sí. No sé por qué, quizá porque lo veía muy mal y quería hacer algo más por él, pero no sabía qué.

»Fui a mi casa a ponerme algo más decente y salí con él a dar un paseo. No hablamos, estuvimos al menos por dos horas en silencio, no era incómodo, aunque yo hubiese querido decir algo que lo ayudara, pero no lo hice, algo dentro de mí me decía que era mejor callar. Caminamos por las calles y por la costanera, dejamos que el viento nos rosara el rostro, y ya cuando regresábamos, algo en mi interior que desconozco por completo, me hizo desear tomarle de la mano... quizás así él podría apreciar que estaba con él, que no estaba solo y que, aunque no habláramos, podía comprender su dolor.

»Y lo hice.

»Y él no me rechazó.

»Apretó su mano en la mía e hicimos el recorrido hasta llegar al departamento.

»Quise quedarme con él, quizá prepararle algo para comer, pero una vez frente a su puerta, él solo me agradeció y me pidió disculpas por haber sido una compañía tan aburrida esa mañana. Yo le dije que no importaba, que todo estaba bien y que si me necesitaba sabía dónde encontrarme. Él asintió y me soltó de la mano para ingresar a su departamento, y entonces yo entré al mío.

»El resto del día estuve preocupada, atenta a cualquier sonido que viniera de al lado, pero no pasó nada más... ¿Qué debería haber hecho? ¿Creen que sería bueno que fuera a preguntarle cómo se siente?

»No lo sé, dime qué piensas...

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