Capítulo 40

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La siguiente semana pasó para Xavier igual que las anteriores

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La siguiente semana pasó para Xavier igual que las anteriores. El lunes a las dos de la mañana, muerto de rabia y de enfado, arremetió contra la batería, pero ella no llegó. Lo mismo el martes, y el miércoles, pero el jueves, alguien golpeó a su puerta en medio de la madrugada.

Él abrió con esperanzas, pero no era ella.

—Señor, me va a disculpar, pero la vecina se quejó de sus ruidos —dijo el conserje del edificio—, dijo que no la deja dormir.

Xavier casi le cerró la puerta por la cara y más enfadado aún, tocó aún más fuerte, pero Sabrina no fue a verlo.

Por la mañana siguiente, cansado y con dolor de cabeza, decidió no ir a trabajar, estaba destrozado y no lograba dormir. No sabía qué hacer y mientras paseaba como alma en pena en su propio departamento, vio un pequeño papel de color violeta que estaba debajo de su puerta.

Caminó y lo levantó:

Xavi:

Por favor, sé que estás molesto y por eso te pasas la madrugada con la batería, pero estoy cansada... necesito dormir. ¿Sabes? Para mí es importante descansar porque a veces las manchas crecen más cuando me estreso, y si no descanso me estreso con facilidad. Nunca te dije esto, pero las cosas están poniéndose complicadas. Tú también tienes que descansar, cuídate más, por favor... me preocupas...

No te estoy ignorando, solo me estoy protegiendo, como te dije el otro día. Hablar ahora no nos traerá nada bueno. Hablaremos cuando ambos estemos un poco mejor... cuando tú sepas qué decir y yo esté segura de que escucharte no me romperá. No quiero romperme Xavi, me ha costado mucho construirme...

Cuídate,

Sabri.

Aquello pareció ser la gota que colmó su vaso, ¿por qué ella se protegía de él? ¿Por qué él no la dejaba dormir si eso podía hacerle mal? ¿Por qué era tan idiota? ¿Por qué ella era tan dulce con él si él no se lo merecía? ¿Por qué Belén había dicho que un idiota le rompió el corazón?

Sí... porque él era ese idiota y había terminado por hacerle a alguien más lo único que siempre quiso evitar, y encima a alguien como Sabrina, que era puro corazón y bondad.

Esa noche, no tocó la batería, se acostó en su cama y se imaginó que ella dormía en sus brazos. Daría todo por tenerla allí, asegurarse que descansara bien, que comiera bien, que estuviera bien, que fuera feliz.

Y cuando despertó, lo hizo porque alguien golpeaba su puerta.

Ansioso por que fuera ella, corrió a abrir.

—Permiso —dijo Victoria casi empujándolo para entrar—. Ponte una ropa decente y ven, tenemos que hablar.

—¿Qué haces aquí? —dijo mirándola ingresar a su hogar. Atrás de ella, entró Leonardo—. ¿Leo?

Todos los tonos de tu alma ©Where stories live. Discover now