El corazón de Marina está roto, enamorada profundamente de Guru Clef. El gran mago se encuentra al borde de un colapso nervioso ante la probable destrucción de Cefiro que clama por su pilar. Decisiones que tomar y sentimientos que afrontar. Lograrán...
La escena presenciada en medio del pasillo era demasiado curiosa, todos tenían su cabeza baja y la mirada clavada en el suelo con vergüenza después de caer en cuenta de lo sucedido con Marina, ya nadie se atrevía a intentar hacer algo para detenerla ya que no se sentían con derecho de hacerlo, así que los minutos simplemente fueron pasando en completo silencio y quietud hasta que un aura mágica muy fuerte invadió todo el lugar y de la habitación salió de nuevo ese brillo cegador cuando las puertas del cuarto de la corona se abrieron.
De nuevo los cefirianos tuvieron que cubrir sus ojos para que no fueron lastimados por la luz y mientras eso pasaba los genios desaparecieron en tres franjas de luces, solo que el azul ingreso en la habitación a diferencia de las otros dos que simplemente se desvanecieron.
Cuando la luz desapareció y la presencia mágica se calmo un poco, Guru Clef no lo pensó dos veces y fue el primero en avanzar rápidamente para ingresar a la habitación seguido de los demás que reaccionaron al ver al mago prácticamente correr; se veía angustiado y nervioso, además estaba muy pálido y tenía un semblante indescifrable.
Al llegar a la habitación tanto el mago como todos se quedaron completamente inmóviles, había cambiado por completo ya pesar de que su apariencia exterior era la misma, por dentro era algo diferente,
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se encontraba la chica de cabello azul recostada cómodamente con los ojos cerrados mientras detrás de ella el gran e imponente dragón Ceres, en su forma original, descansada con su enorme cabeza recostada al lado de Marina. La única manera de llegar a ellos era por un camino delgado de cristal que flotaba sobre el agua y que conectaba la entrada de la habitación con el gran cristal.
Todos estaban impresionados por el cambio de la habitación y miraban a todos lados inspeccionado cada detalle, incluso las chicas se abrazaron un poco a sí mismas al sentir la corriente helada del lugar, realmente allí la temperatura estaba muy baja y hacia mucho frio, cosa que al parecer no afectaba a Marina ni a Ceres que se veían muy relajados.
El único que no observaba el lugar era Guru Clef, ya que sus ojos no se habían despegado ni un solo segundo de Marina, sentía como si fuera la primera vez que la veía y estaba anonadado. La chica se encontraba recostada sobre los pétalos de flores con sus ojos cerrados y una expresión serena en el rostro, el cual descansaba elegantemente sobre su brazo y a Clef esa visión le pareció hermosa. Siempre había considerado a Marina como una mujer muy bella y sofisticada, no pudo disimular su sorpresa y atracción cuando ella regreso a Cefiro como toda una mujer y fue inevitable halagarla, pero en ese momento la veía mil veces más hermosa que antes.
