Capitulo 18

89 9 5
                                    

Marina corrió rápidamente por los pasillos del castillo de Cefiro mientras las lagrimas nublaban su visión, las palabras de Ceres sonaban una y otra vez en su cabeza grabándole que tenía que tomar una decisión pero no quería hacerlo, se negaba a tener que elegir entre su amado Clef y Céfiro.

Corrió todo lo que podía salir del castillo, no quería ver ni hablar con nadie, necesitaba estar sola y pensar aunque no lo quisiera. Sus pasos la llevaron al Bosque del Silencio y cuando ya no pudo con el cansancio, cayó de rodillas para llorar libremente y gritar con todas sus fuerzas tratando de que el sufrimiento se fuera de su cuerpo sin resultado alguno, solo que Cefiro sintiera su dolor y que una terrible tormenta se formara en el cielo trayendo consigo una fuerte lluvia y algunos relámpagos.

Clef había caminado todo el día por Cefiro tratando de calmarse sin éxito, seguía sintiendo mucha rabia después de su enfrentamiento con Ceres, jamás se había sentido tan enojado e inquieto y pensó que no podría relajarse hasta que inconscientemente llego a la playa en la cual había besado por primera vez a Marina, ante ese recuerdo una sonrisa apareció en sus labios y la sola imagen de su amada guerrera mágica en su mente fue suficiente para calmar aquella tensión y hacer latir su corazón sin control.

-Mi adorada Marina… no sabes cuánto te amo…-

Clef se sentó sobre la arena de aquella playa y mientras su mirada contemplaba el hermoso océano de Cefiro, pensó en Marina siendo inevitable que la comparara con el mar; el hermoso color de su cabello y de sus ojos, tan profundos como el mismo océano frente a él, sus movimientos delicados y cautivadores al igual que las olas que llegan casi hasta sus pies, ese aroma fresco y único que ella poseía al igual que la encantadora brisa del mar, definitivamente estaba enamorada.

Nunca se imaginó que podría llegar a sentirse así por alguien y menos que esa persona fuera Marina; rio al recordar la primera vez que la vio cuando llego a Cefiro y como lo había sacado de sus casillas con esos comentarios bruscos y su actitud de niña malcriada, increíble que ahora se desviviera por ella y anhelara intensamente abrazarla y besarla.

-Marina… mi amada Marina, que es lo que me ha hecho? Es increíble que hayas hechizado y atrapado con tu hermoso corazón al mago más poderoso de Cefiro…-

Clef no podía dejar de sonreír y ahora Marina ocupaba sus pensamientos, desplazando completamente a la discusión que había tenido horas atrás con el genio del agua. El mago se recostó en la arena y sin darse cuenta pronto se quedo dormido siendo arrullado por el sonido del mar y sintiendo el cálido aroma salado que inundaba el lugar hasta que sintió gotas de agua caer sobre su rostro lo que lo obligo a despertarse.

El mago se apareció cuando abrió sus ojos y se encontró con que una horrible tormenta estaba dando inicio, la lluvia caía con más violencia y el mar se había agitado salvajemente causándole una gran preocupación, eso solo significaba que Marina se encontraba mal así que empezó a desesperarse al pensar en que la chica estaba reemplazando por lo que se puso de pie y se apresuro a a buscar su adorada guerrera.

El primer lugar en el cual fue buscar lógicamente el cuarto de la corona, pero al llegar allí, Clef se encontró con la puerta abierta y la habitación completamente vacía, no había rastros de Marina ni de Ceres en ese lugar así que intentó en la antigua habitación de la chica éxito y en la suya propia sin alguno. Era algo tarde en la noche así que todos dormían, no había a quien preguntarle sobre el paradero de la guerrera del agua y sin más que hacer Clef se apresuro a buscarla por Cefiro haciendo uso de su magia pero no estaba funcionando, no podía localizarla, era como si Marina no quisiera ser encontrada por lo que empezó a preocuparse ya angustiarse más sin saber qué hacer.

Mientras tanto en medio del bosque del silencio, Marina continuaba de rodillas bajo la fría lluvia, llorando sin control sin importarle que estaba completamente mojada y que la tormenta a cada minuto que pasaba se hacía más fuerte. Estaba confundida y muy triste, le dolía la sola idea de pensar que tenía que elegir entre dos cosas completamente importantes en su vida, la idea de elegir a una ya la otra no era dolorosamente torturadora.

Mi nuevo Cefiro 1Where stories live. Discover now