82. DORIAN

52 13 14
                                    

— ¿Se puede sufrir de calambres en el culo?

El escritor ni siquiera se permitió a levantar el rostro ante las palabras de Daner, y supuso que ninguno de sus amigos se molestó en darle demasiada importancia. Lo conocían. Joder, claro que sí. ¡Era Daner! ¡Imposible que no dijera cosas como esas...!

—Amigo, aplica los lemas de tu novia en vez de hacer preguntas como esas—inquirió Danye, inspirando hondo admirando el cielo azulado sobre ellos.

Todos se encontraban en las sillas de afuera, rodeados de florecillas, libros y los envases aún llenos de café helado. Por otro lado, Elara estaba demasiado concentrada desmoronando un pastel de pistacho.

— ¿Qué lemas?—preguntó entonces Laelía, bajando el celular.

— ¡Hakuna Matata, por ejemplo!

Dorian no pudo evitar esbozar una corta y perezosa sonrisa, demasiado agradecido por tener amigos como ellos. Cada uno era diferente, a tal punto que aportaban un granito de arena a esa playa confusa de colores.

—Oh, tú no te rías. Tienes una conversación pendiente con nosotros, Dorian.

Eso le hizo aplastar los labios de inmediato, frunciendo el ceño hacia Daner quien, dejándose un bigote de crema en los labios, observó a todos los presentes, casi pidiéndoles que le apoyaran en ese inicio de interrogatorio, a lo que Elara dijo:

—Por primera vez, Daner tiene razón—asintió, alejando el pastel por completo, buscando una sonrisa—. ¿Qué hay de ti con esa modelo?

— ¿Cómo saben...?

Danye no desperdició el pastel de pistachos, así que masticando y sin olvidarse de la crema de chocolate, señaló su celular.

—En el grupo confabularon en tu contra.

Otro ceño fruncido, por lo que Laelía suspiró, explicando:

—Alice le contó a Lune, Lune le contó a Danye y... bueno, en realidad todo terminó en un audio de cinco minutos con detalles y fotografías. ¿Cuándo la conoceremos? Se parece muchísimo a La Bella Durmiente, ¿sabías? Aunque dudo que cante con los pajaritos y...

— ¡Queremos conocerla!—finalizó Elara, golpeando levemente la mesa.

Dorian suspiró profundamente, cerrando por completo el libro que tenía entre sus manos sin olvidar el marca páginas y negó varias veces, incapaz de ocultar la sonrisa en sus labios.

—Podrían conocerla si no fueran unos jodidos locos.

La bailarina solo bufó, señalando al pobre Daner.

—Habla por él, no nos juntes en ese cuento, querido.

— ¡Oye!

—De todas formas no podríamos verla, está camino a la semana de la moda al otro lado del mundo—rio Danye, tecleando en su celular. Los ojos de Dorian corrieron hacia él, ocultando por completo su sorpresa que, al parecer, su amigo captó—. Lo sabías, ¿no?

El escritor se mordió el labio inferior, sopesando su respuesta.

Había estado esperándola en El Coliseo por casi hora y media y nunca apareció. No fue hasta que Scott salió saltando con su medalla, que supo que Morgan había tenido un viaje de emergencia a la capital. ¿Pero por qué no le había dicho nada?

Intentó escribirle también.

Nada.

Dorian hubiese querido contarle lo emocionado que estuvo Scott cuando lo invitó a la cafetería, y la cantidad de pastelillos que probó, sin contar los que se llevó a casa. Y su madre... fue tan dulce como el chocolate que terminó en las mejillas del pequeño.

¿Acaso había hecho mal? Todo eso lo carcomía. Incluso fue a su habitación de hotel varias veces, esperando que alguien abriera. Pero ya estaba vacío. Solo entraban a limpiar el lugar en la mañana.

— ¿Está todo bien?—cuestionó Daner, dirigiéndole la mirada.

— ¿Por qué no lo estaría?

Laelía rascó su ceja, señalando las recientes heridas en su rostro. Ya se encontraba muchísimo mejor, pero seguían viéndose algunas marcas que, posiblemente, durarían un poco más. Desde que se había ido de casa, no recibió un solo mensaje de su madre por más que él intentó hablarle.

Era como... como haber sido olvidado.

Sus amigos lo sabían. Por eso Danye había pasado los últimos días con él, y Alice no se había perdido la nueva temporada de su serie favorita, así que no durmieron nada el día anterior, por lo cual ella tenía que prepararse para la feria. Sin embargo, una espina le pedía hablar con Morgan.

Como una necesidad, no solo de escribirlo, sino de componer el hilo de la historia junto a ella.

—Dicen que está saliendo con alguien—mencionó Danye, aún sin alzar la mirada. Al parecer estaba demasiado ocupado texteando como para darse cuenta que él mismo iba guiando la conversación hacia otro lado.

Elara apoyó su mentón sobre mano.

—Bueno, debe hablar de Dorian.

—En efecto—afirmó Laelía, mostrando su celular. Había varias publicaciones de una página de chismes, y entre ellas, el nombre de Morgan, una foto de ella caminando por las calles de la capital y al lado, en un círculo la foto de un beso en la cafetería. Su beso—. Ahora eres famoso, Dorian. Todo el mundo se pregunta quién eres.

Dorian solo apretó la mandíbula cuando sostuvo el celular para ver mejor la foto. 

El último atardecer ✔حيث تعيش القصص. اكتشف الآن