I: Una boda de horrores y un desenlace peor

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Blanche se había sentado en la última fila de bancos en la iglesia para dormir cómodamente mientras el reverendo Flynn daba su prédica. Solo se despertó con los aplausos de los feligreses, y se limpió la saliva del mentón justo a tiempo para saludar a la novia que pasaba junto a ella.

Pon atención, tonta.

Por Dios, debía concentrarse en la situación. Una boda no era el lugar para recuperar el sueño perdido por las pesadillas. Debía alegrarse por el nuevo matrimonio de su amiga.

Salió detrás de la feliz pareja con paso rápido. Emma Wylie acababa de convertirse en lady Ashton, vizcondesa de Cromwood, y sus facciones estaban contentísimas mientras su mano izquierda se agarraba con fuerza del brazo de su marido. Su bonete aún sostenía su velo por encima de su rostro iluminado por la alegría del momento. Lord Jacob Ashton, por su parte, parecía tan serio como si se tratara de una reunión en el Parlamento. Blanche había oído que era frío, pero no pensaba que su falta de expresión llegara a tal punto que no sonriera en su propio casamiento. Era casi gracioso verlo al lado de la efusiva y alegre Emma, quien parecía estar viviendo la trama de los libros de la señorita Austen.

—¡Emma! —llamó la señorita Whitby, pero su voz se perdió entre el júbilo de los asistentes.

—No te escuchará —afirmó una voz junto a ella.

Era una muchacha de cabello color caoba y gesto arrogante. Sus ojos azules observaban la situación casi con desprecio, a pesar de que Blanche sabía que era una amiga tan cercana de Emma como ella.

—Buenos días, lady Kelsey.

—Ajá —respondió Louise Kelsey, sin ponerle demasiada importancia al saludo de la señorita Whitby—. Está demasiado embriagada con los gritos de sus invitados y porque acaba de casarse. Y después se va a embriagar con vino. No, no creo que te escuche en bastantes horas.

El silencio se hizo entre las dos amigas. Blanche sabía que detrás de la expresión indiferente de Lou había una gran amiga, pero temía que Emma no pensara lo mismo. La señorita Wylie —perdón, lady Ashton— era de las personas que necesitaban demostraciones físicas de afecto más que la conciencia de que dicho afecto existía.

—Qué bien que hayas vuelto, Whitby —dijo ella después de un rato.

Blanche sonrió. La única persona que sabía de su vida secreta era lady Louise Kelsey, y la única razón por la que lo hacía era porque la señorita Whitby había asesinado a su marido un mes atrás.

—Sí, pero ahora me quedaré en la ciudad. Me aterra que Lavinia piense que algo anda mal.

—¿Por qué diablos te va a importar lo que piense ella? ¿No tiene ocho años?

—Tiene quince, Lou.

—Ah, sí. Creo que debería visitaros más a menudo.

Las dos muchachas vieron a Emma y Jack subirse a un carruaje para dirigirse a Ashton House para una recepción. Ya todos los que los conocían sabían su itinerario. A pesar de haber amasado una fortuna para nada modesta, lord Ashton no era un fanático de gastar. No iban a tener una luna de miel ni una recepción demasiado grande, y Emma parecía contentarse con eso.

Blanche se disponía a caminar a casa cuando Lou la detuvo agarrándola de la muñeca.

—¿Adónde crees que vas?

—A casa. Mi padrastro y Nathaniel regresan hoy y debo parecer al menos presentable, ¿no crees?

—Por Dios, Blanche Rose. Es mediodía y es la boda de tu mejor amiga. ¿No preferirías que fuéramos en mi carruaje? Si vas caminando vas a arruinar tu dobladillo.

Mercenaria de bodas [SS #1]Where stories live. Discover now