XII: Las acusaciones de asesinato no son propias de una amistad

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Blanche Whitby estaba tomando el té en casa de lady Kelsey. Había dejado en manos de su madre la planeación de la fiesta de compromiso y, si había de ser sincera, la muchacha todavía tenía que procesar lo ocurrido. Iba a casarse con un hombre al que apenas conocía y había tratado de chantajearla.

—No lo veas así, cariño —dijo Louise con voz calma—. Al menos tienes la seguridad de que es un buen hombre y hace esto por razones altruistas.

Y no es como el hombre con el que me casé. Lou solía atraer la atención sobre todos los asuntos referentes a ella misma, pero Blanche sabía que nunca lo haría con respecto a temas delicados. Al menos no intencionadamente. Estaba asegurándole a su amiga que no estaba cometiendo el mismo error que ella había hecho.

—Quizá. No tengo por qué quejarme. De todos modos, no es un pervertido.

—Y tendrás el dinero seguro. Dejarás de hacerlo, ¿verdad?

—¿El qué?

La condesa de Worsten enarcó una ceja.

—Es algún tipo de broma, ¿no? —preguntó, llevando la taza de té a sus labios.

—No estoy segura de si tendré el control de mis finanzas, Lou. Tal vez ni siquiera me deje ayudar a mi madre y a Lavinia.

—Por Dios, Blanche Whitby, ¿no acabas de decir que eso fue lo que dijo al pedir tu mano? ¿Estás segura de que estás haciendo esto por tu familia?

—¡Claro que sí! —respondió la invitada con irritación—. ¿Por qué más lo haría, Louise? ¿Tú crees que vender tu alma por unas monedas para salvar a tu hermana es agradable? ¿Que escapar de casi todos mis conocidos porque no confío en nadie salvo en ti? No, querida, ¡no es agradable! Si la dote de Lavinia era mísera antes de que comenzara a asesinar gente, ¿crees que con la muerte de mi padrastro ha mejorado algo? Tú no entiendes estas cosas. Nunca tuviste que sufrir por es...

Calló de inmediato. El afán por defender su excusa había terminado por meterse en temas delicados. Sabía que no podía comparar su dolor al de Lou. Su rostro no revelaba ninguna expresión negativa, solo su típico gesto altivo, imperturbable.

La admiraba sobremanera.

—Veo que te has reconciliado con la idea, ¿eh? Bueno, quería tan solo informarte que, si estás comprometida, podrás ir al baile que daré en primavera. ¿No te parece fantástico?

—Muero de ganas.

El baile de Pascua de lady Coulson era un gran evento. Se celebraba justo a principios de la temporada social de Londres, una semana después de la Pascua, en la que todas las damas solteras de la high society se ponían lo mejor que tenían para atraer a algún pobre diablo con dinero. Todas ansiaban una invitación, pero lady Coulson era bastante tacaña con estas. Si algún pariente mancha el apellido queda automáticamente desechado. Blanche nunca asistió porque su madre había contraído segundas nupcias con un comerciante. Era bastante audaz rechazar a tanta gente siendo que los Coulson despilfarraban su dinero y no parecían preocuparse por la falta de este.

Sin embargo, el baile de Pascua significaba una gran oportunidad para todas las jóvenes aristócratas en edad de casarse. Emma había conocido a Jack en el baile de ese año, y Simon Kelsey había pedido la mano de Lou al día siguiente. En definitiva, muchas parejas se unían gracias a ese baile. Ahora que la madre de Lou se encontraba en el campo por una no menor adicción al láudano, recaía en los hombros de su hija el organizarlo.

—Sé que no te gustaría ir si te presionara para conocer a alguien, cariño —explicó Louise— pero, si estarás comprometida o casada incluso... no debería ser tal sufrimiento. Solo debes prometerme que no volverás a cometer esas atrocidades.

Mercenaria de bodas [SS #1]Where stories live. Discover now