XXXIX: Un brindis por la memoria de un viejo amigo

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Alexander estaba desesperado por reconfortar a lady Ashton, pero no podía. No era correcto. Ella era, ante todo, su amiga, y le apenaba ver cómo enfrentaba todas estas tragedias con voluntad de hierro.

—¿Qué es lo que ocurrió, doctor? —preguntó lady Kelsey a su espalda.

El médico echó un vistazo alrededor, asegurándose de que no había nadie escuchando. Matthew estaba hablando con la servidumbre con el fin de facilitar toda la situación para Emma.

—Se asfixió. Fue algo natural, no se preocupe. Además, la sospechosa está muy lejos de aquí.

Trató de referirse a Blanche Whitby de la forma más sutil posible. Sabía que la condesa era su amiga del alma y trataría de protegerla, pero no podía sacar su mente del hecho de que ella era una asesina y se casaría con su mejor amigo. Estaba perdiendo la cabeza tratando de solucionar todo esto de forma discreta.

Tras escuchar sus palabras, la expresión de Louise Kelsey se turbó por un instante. no parecía tan segura de lo que Alexander acababa de decir.

—¿Qué ocurre?

—Ayer vi a señorita Whitby en el baile de la señora Connor. Apareció como un fantasma... Dijo que venía a "deshacerse de los que saben la verdad". Esas fueron sus palabras. Traté de disuadirla, pero antes de que pudiera hacer nada ella ya había desaparecido.

—¿Está segura de que...?

—No, no me estoy imaginando cosas, Swinburn —repuso Louise poniendo mala cara—. Yo también lo pensé al principio, pero juro que es verdad. Ella aprovechó que el señor Whitby venía a la ciudad para tener el campo libre para sus asesinatos. Todo el mundo piensa que está en Edimburgo.

—¿No se habría topado a Whitby en el camino? —preguntó Alex, dudoso.

—Los carruajes son más lentos que los caballos. Y ella probablemente no durmió en el trayecto. Es muy determinada para sus cosas.

—¿Sabe ella que su madre y su hermana están informadas de lo que es?

—Ella es una chica. Ha cometido actos horrorosos, pero Blanche no tiene cómo saber que su familia está enterada. Creo que usted es el único que queda, al menos a su parecer. Solo... cuídese, ¿sí? Iré a ver a Emma y me la llevaré a Kelsey Hall para que descanse un rato. No creo que quiera dormir bajo el mismo techo que un cadáver.

Algo no coincidía. La señorita Whitby era más sangrienta. ¿Por qué limitarse a asfixiarlo, si es que ella tenía total ventaja por sobre el hombre dormido? ¿Por qué no había efectuado ese desagradable espectáculo, su especialidad como cruel artista? Era un misterio. Sin embargo, lady Louise Kelsey tenía razón. Si Blanche Whitby estaba en la ciudad, Alex corría peligro. Ella sabía que el médico había descubierto —por boca de la condesa— la verdad. ¿Sería algún atenuante para sus intenciones el hecho de que él la hubiese ayudado? Maldita sea, ¿por qué lo había hecho? ¿Por qué había aceptado ser parte de esta extraña aventura detectivesca? No, no podía arrepentirse de de las promesas hechas a un hombre muerto. Era una falta de respeto. Había encontrado a la asesina. Eso era lo que le había dicho a Jack. Otra cosa era llevarla a la horca...

Alex cruzó fugazmente una mirada con lady Ashton, quien bajaba las escaleras tirada por su amiga. Recordó por un momento todas sus conversaciones. La mayoría había girado en torno a cuán infeliz era en su matrimonio. ¿No estaría mejor ahora? ¿No se habrían acabado todas sus miserias? Dios, ¿cómo puedes estar pensando esas cosas? Jack era su amigo mucho antes de conocer a Emma. Sin embargo, esa amistad siempre se había basado en una cortesía, mientras que su relación con lady Ashton...

—Eh, Swinburn, ¿estás bien? —preguntó Matthew. Las damas habían desaparecido por la puerta.

—Sí... eso creo. Digo, es muy extraño ver el cadáver de mi amigo.

Mercenaria de bodas [SS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora