3. Víctor Hugo.

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Levi pudo averiguar qué cursos y como podía terminar la secundaria al menos. Llevaba ya tres meses fuera, se había habituado a aquella sensación de mundo en expansión y la hundía en el fondo de su cabeza tanto como podía. Su primer sueldo le había parecido una miseria para todo el trabajo que realizaba, pero solo se quejó para sus adentros. Ya encontraría una manera de poder tener un poco más de dinero para sus necesidades que en todo caso no eran muchas. Isabel le había sugerido que se comprara alguna prenda de vestir nueva que le gustara, por lo cual esa mañana estaba dentro de una tienda de retail en un centro comercial mirando ropa. No tenía idea de qué quería, todo le parecía feo y ridículamente caro. Además, sacar las alarmas pegadas a la ropa no era tan difícil si tan solo tenía fuerzas para correr y un tenedor en casa con el cual hacer palanca.

- No pienses estupideces, Levi. No quieres volver a ese lugar horrible por una polera aún más horrible. – se dijo a sí mismo mientras tomaba una camiseta negra de cuello redondo muy amplio que de seguro le llegaría casi a los hombros.

Un tipo lo miraba. Levi lo miró de reojo y notó que era un guardia de la tienda. Se movió como si nada con la camiseta en la mano y el tipo lo siguió. Pasaron así varios minutos así que decidió enfrentar la situación.

- ¿Sabes cómo puedo corroborar el precio de esta camiseta? – le preguntó como si nada al guardia.

- ¿Vas a comprarla? – le preguntó el tipo. Era alto, vestía completamente de negro y llevaba un chaleco antibalas en el pecho.

- Olvídalo.

Siguió moviéndose por la tienda. El guardia seguía a metros de él. Levi se removió sus mechas azabaches que le caían por la frente y se volteó a ver al guardia.

- ¿Me vas a ayudar o qué?

- Solo hago mi trabajo.

- ¿Seguir a un crío que quiere una puta remera? ¿Ese es tu trabajo?

- Joven voy a pedirle que me acompañe...

- ¡A la mierda te voy a acompañar! No estoy haciendo nada malo. – le arrojó la polera en la cara y el guardia hizo amago de tomarlo, pero Levi fue más rápido y huyó rápidamente y con las manos vacías.

Corrió hasta la salida del centro comercial y una vez en la calle, le sorprendió que nadie más lo hubiera perseguido. Aún así se sintió abatido por la reacción del guardia. Realmente quería pagar por algo. Correr por la adrenalina de algo robado era una cosa, pero correr huyendo por la vergüenza era distinto. Además, por muy veloz que fue en su carrera, no dejaba de sentirse humillado en plena calle mientras el pecho le subía y le bajaba buscando aire para sus pulmones. Pateó un basurero y luego volvió a correr pero al metro; asustado de que alguien fuera a atraparlo por haber descargado su frustración con un objeto inerte.

Isabel le había preguntado días después por qué no había comprado nada, pero Levi solo dijo que no le había gustado nada de aquel lugar. Lo cierto es que sí se había comprado la camiseta, pero por internet y luego de pasar por una vergonzosa y engorrosa conversación con Kenny que se había negado a prestarle su tarjeta de débito pese a que Levi tenía efectivo ahí mismo en la mano. Finalmente había aceptado a la mañana siguiente, argumentando que tuvieron que convencerlo.

En el trabajo llevaba más o menos bien la rutina, Isabel y Farlan lo hacían sentir muy raro al comienzo, pero con el tiempo había naturalizado su compañía diaria. Incluso les dio su número telefónico a ambos e Isabel le escribía constantemente. Con el resto del dinero que había ganado ese primer mes y el siguiente había comprado algunos libros y materiales de estudio para preparar sus exámenes libres y así nivelar sus estudios, pues se había negado a ir a una escuela nocturna. Sin embargo, le estaba costando adquirir hábitos de estudio y el terapeuta poco le ayudaba; solo se habían visto dos veces y el resto de las citas habían sido canceladas por el especialista solo minutos antes de las sesiones. Tampoco le daba mucho asunto, de todos modos, no le gustaba estar ahí.

Escucho tu voz desde lejosWhere stories live. Discover now