Capítulo 22

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Capítulo 22

El inspector Yoongi se llevó un donut a la boca mientras observaba el estático televisor que mostraba el parte meteorológico. La señora del noticiario avisaba de una gran borrasca, acompañada de una tormenta que se derramaría sobre la costa este del país.

—El huracán ha sido llamado por los expertos como el Arcángel —declaró la mujer.

Yoongi devoró el donut y agarró la taza de plástico del café de máquina. La reminiscencia de aquel nombre le trajo las palabras de Selin con una vívida nitidez. Justo entonces, vio pasar a la policía por el otro lado del pasillo, se metió en su despacho y Yoongi soltó la taza para seguirla.

—Buenos días —la saludó entrando por la puerta.

—Buenos días, Yoongi —Selin no se dio la vuelta.

Yoongi cerró la puerta de cristal tras la espalda para asegurarse de que su conversación no iba a ser escuchada por otros.

—Llegas pronto, ¿no?

—Son las diez, debí haber llegado hace una hora, pero había tráfico y tuve que dejar a mi hijo en el colegio.

La mujer se dio la vuelta y percibió cierta suspicacia en el rostro de Yoongi. Estaba raro. Rarísimo.

—¿Qué? —dudó ella, agarrando un informe.

—Lo que me dijiste ayer —vaciló—. Sobre lo de los demonios y ángeles, dijiste que habías visto alas, y seres tenebrosos, que...

—¿Qué? Yoon, no.

—He estado pensando, creo que tienes razón con lo de...

—No —su voz se vio áspera—. Creo que es mejor tener la cabeza entre los hombros, es hora de comenzar a trabajar en serio. Quedan dos cuerpos ahí afuera y las familias están entrando en pánico.

Selin pasó de largo y Yoongi se quedó ensimismado. No entendía por qué diablos no quería escucharle. ¿Por qué había descartado aquella hipótesis tan rápido? Parecía tan convencida el día de antes y ahora le rehuía de una forma tan estúpida... que casi diría que se arrepentía del beso que se habían dado la noche de antes, tras unas copas fuera de servicio.

Yoongi no se movió ni un milímetro, giró la cabeza para comprobar que, efectivamente, Selin se había marchado. Cuando se quedó en el despacho a solas, una idea iluminó su cabeza. Fue hacia el escritorio y abrió un par de cajones; estaban llenos de documentos, archivos y registros policiales. El último, donde Yoongi detuvo los dedos, era metálico y estaba cerrado con llave. Él puso los ojos en blanco, movió la esterilla del ratón y encontró una diminuta llave metálica.

«Lo sabía», se dijo. Llevaban conociéndose demasiado tiempo. El inspector desbloqueó el cajón y lo siguiente que encontró fue un diminuto y finísimo archivo, una carpeta de color marrón, con cuatro o cinco páginas escritas a mano. Él las ojeó, encontró las fotografías de un joven rubio, de ojos luminosos. Vestía de negro, la piel era pálida y el cabello parecía de oro. Las siguientes eran de tipos vestidos de blanco. Yoongi no le encontró lo especial a esas instantáneas, pero entrecerrando los ojos se dio cuenta de que, además de vestir de un blanco níveo, sus pieles casi parecían desprender cierta luminosidad.

«¿Ángeles?», leyó la caligrafía escrita a mano, sintiendo un pálpito. Lo próximo que identificó fue una dirección en Busan, pasó las hojas y encontró más fotografías. El río Nakdong, destellos de luz que salpicaban el suelo como si fueran ascuas, y, por último, una fotografía de un tipo muy alto, que vestía de negro y llevaba capucha. Ese sí que le dio miedo. Pero Yoongi ahora tenía datos, información que Selin quería olvidar. Era el momento de descubrir la verdad.

Heavenly ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora