Capítulo 2

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"La suerte es solo cuestión de oportunidades de preparar encuentros" Lucius Annaeus Seneca.


Jessamy.

El ser adolescente con las hormonas revueltas podría ser un dolor de cabeza que no cualquier padre estaría dispuesto a soportar, era un poco consolador el saber que sus padres y apenas estaban pendiente de ella. Podría estar en medio de una crisis existencial frente a ellos, y no lo notarían. Muchas veces había agradecido poder fingirlo, pero otras, simplemente hubiese anhelado que su madre se enterase y la consolara.

Pero su vida no era así, esas cosas sólo pasaban en los doramas.

Sostenía su teléfono entre sus manos mientras se reproducía el episodio del dorama que había descargado ayer por la noche. Caminaba por la acera sin despejar su mirada del aparato con sus auriculares, obstruyéndole de cualquier sonido del exterior. Había salido de la escuela y caminaba hacia su casa, que quedaba, particularmente cerca del centro educativo.

Muchas veces había envidiado a sus compañeras que tenían sus coches propios o sus novios universitarios que las iban a dejar y a traer, en cambio Jess, debía de adaptarse a las normas de su madre. No podría tener coche hasta que fuese a la universidad, o sea, hasta el otro año. Aunque ella no deseaba estudiar, su madre ya le había elegido una profesión para estudiar en Inglaterra. Cosa que no le agradaba, pero no estaba para quejarse. Su madre jamás le permitiría convertirse en una ciclista profesional.

Soltó un suspiro y siguió prestando atención al episodio. Ambos protagonistas se miraron atentamente, luego una canción acompañó el momento íntimo y negó, malhumorada. Odiaba que apareciesen esas tontas miradas, la hacían sentir incomoda y un tanto sola. Y es cuando se reñía así misma por ver esas cursilerías. Lo único que hacían eran alimentar esa ilusión de conocer a un chico así de guapo, inteligente, gracioso, tierno, y todos esos adjetivos perfectos que usaban en los chicos para los doramas. ¡Ya tenía diecinueve y aún no había dado su primer beso! Aunque conocía la teoría, la práctica aun no la efectuaba. Pero ey, al menos ya entendía más o menos como iba la situación.

Sólo faltaba el chico apuesto y tierno para comérselo a besos.

Dio vuelta en una esquina para seguir su camino, pero unos brazos la rodearon con brusquedad. Sus auriculares se cayeron de sus orejas y le arrebataron el teléfono, tragó saliva, aterrorizada. La estaban asaltando.

─ Okay, cariño, me darás tu mochila y todo lo que traigas contigo con cuidado, sin hacer movimientos bruscos ¿sí? ─ escuchó una voz profunda en su oreja, se encogió claramente intimidada ─. Sí haces todo eso bien, a lo mejor me lo pienso y no te agujereo con esto.

Del cosmos se desvaneció una estrella © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora