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Chuck se montó a la limusina y fue cuando se dio cuenta que era mejor esperar a la noche.
Decidió pasar por su casa primero y recién sobre las diez salió para lo de su amiga.

Sabía que la oscuridad de la noche traería más pensamientos negros y negativos que el día.

Llegó a la casa de Francesca y no dudó en tocar el timbre de su puerta. Luego de unos largos segundos abrió la mamá de ella.

-Chuck, querido ¿cómo estás?-saludó con una expresión somnolienta ya que al parecer descansaba.

Bass sonrió apenado al darse cuenta de que había interrumpido su sueño.

-disculpe la hora, pero quería asegurarme de que Fran estuviera bien.

La mamá de Fran suspiró apenada y lo dejó pasar.

-no me ha dicho mucho pero al parecer terminó con Nate.

Chuck asintió y sin más se dirigió al dormitorio de su amiga.

Golpeó su puerta dos veces solo anunciar su presencia y abrirla enseguida.

Allí la vio, acurrucada en su cama mirando hacia la ventana, las luces iluminaban Nueva York y la luna acompañaba su soledad.

Si bien no podía verla claramente dada la tenue iluminación del cuarto, su mirada se veía cansada, y apostaba que si la miraba mejor vería sus ojos rojos de llorar.

Fran suspiró pesadamente pensando en vaya saber qué recuerdo y luego dirigió la vista hacia la figura que la contemplaba desde la entrada.

-hey-dijo en un hilo de voz con una pequeña sonrisa.

-Chess.

Chuck se adentró al cuarto y se acostó a su lado, abrazándola por detrás.

-no tengo ganas de hablar-avisó Fran mientras seguía con su mirada puesta en la luna como si esta fuera suficiente consuelo.

-ni yo-susurró Bass.

Esta vez Fran suspiró pero de alivio, necesitaba exactamente eso. La compañía fraternal y el silencio reconfortante de su mejor amigo.

-gracias por venir-le dijo apretando su mano ya que esta reposaba sobre el abdomen de ella.

-tú hubieras hecho lo mismo-besó su mejilla.

Habrán estado unos cuantos minutos en silencio cuando finalmente el sueño los venció.

La luna también se dio cuenta que era hora de irse y fue allí cuando las nubes la ocultaron.
Iba a ser un día gris.

•••

Y así lo fueron, las siguientes semanas no fueron nada fáciles para Francesca. El dolor que sentía ante la ausencia de Nate era inmensa.
Estaba tan acostumbrada a estar con él, pensar en él, hacer todo con él que la separación abrupta fue como un baldazo de agua fría, helada.

Nate tampoco estaba haciendo una fiesta, su angustia no la lograba minimizar aunque lo intentara, tampoco sabía bien cómo afrontar sus relaciones.
Porque si había algo que nunca le había faltado a Archibald era la atención de las mujeres.

Por su parte Francesca comenzó a salir un poco más, la noche era algo que le encantaba disfrutar y al haber retomado su relación con Serena el trío femenino volvía a la normalidad.
Pero claro que no todos los días eran agradables.

Baizen le escribía de vez en cuando aunque muy pocas veces recibía una respuesta de ella. Sabía que estaba pasando por un momento feo y entendía su frialdad.

•𝐓𝐨𝐱𝐢𝐜 𝐭𝐫𝐚𝐢𝐭𝐬; Archibald, Baizen•Where stories live. Discover now