Hades

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El bote se movía con suavidad guiado por Caronte y las corrientes del río.

Las cientos de almas del río me miraban mientras yo los observaba con desdén.

Toque el río y las almas rodeaban alrededor de mi dedo índice.

- ¿Qué pasaría si salto? - Pregunté.

- Déjame hacer mi trabajo en paz - Murmuró el barquero - Niño muerto - Dijo.

- ¡No estoy muerto! - Me queje - Estoy tan vivo como cualquiera - Me defendí.

- Tu cuerpo es frío y tu corazón late muy lentamente, básicamente estás en las últimas - Dijo el suspirando.

- ¿Las últimas eh? - Pregunté sintiendo que el estaba diciendo algo ridículo.

Mis últimos momentos duraron 2 siglos.

La barcaza se paró enfrente de un largo camino de piedra.

Me baje.

- Chao Caronte, espero que me dejes pasar gratis la próxima vez - Dije suspirando.

Caminé hasta ver una puerta donde parecían clasificar a las almas.

Y justo detrás de esa abertura en una gigante piedra se caía un gran perro.

Cerbero.

- ¿Me dejara pasar? - Me pregunté tocando mi mentón mientras pensaba un poco - ¡Jaja! - Me reí luego de unos minutos.

¿Dejarme?

La fila comenzó a avanzar hasta que fue mi turno.

Pase enfrente del perro que me miro y soltó un gruñido agresivo.

Le miré y sonreí.

- ¿Hace cuánto que no veo un perro? - Me pregunté acariciando al gran animal que no se podía mover ante mi presencia.

Luego de aburrirme me marché.

Tarde un poco en llegar a ver un gran palacio.

Entre abriendo la puerta de la entrada con un poco de fuerza mientras comenzaba a pasear por el castillo.

Estaba pasando por un largo pasillo con columnas en ambos lados cada 10 metros.

Había caminado un buen rato cuando una figura comenzó a tomar forma mientras me acercaba más hasta tomar forma humana.

- ¿Quién eres? - Pregunto una mujer de piel blanca y largo pelo negro.

Sus ojos variantes me llamaban un poco la atención pero realmente no era algo muy destacable.

- ¿Quién eres para preguntar? - Replique.

- La reina del Inframundo - Dijo imponente.

- Oh, entonces llévame con el tipo del casco - Dije tranquilo.

Ella trataba de parecer sería pero se río suavemente ante el nombre.

- ¿Qué quiere un niño con mi esposo? - Pregunto ella.

Perséfone... su suave piel parece tan deliciosa.

Me relamí los labios por ese pensamiento involuntario.

¡No es mi culpa! Lo último que como fue una gorgona quemada.

- Oh... pensamientos impuros - Murmuró acercándose a mi y acariciando mi rostro con dos suaves manos - Esos me gustan - Dijo mientras su rostro se acercaba a mi.

Sentí muy cuerpo reaccionar involuntariamente cuando ella volvió a hablar seductoramente.

- ¿Qué quieres que hagamos? - Pregunto lentamente.

Resurrección en Percy Jackson Where stories live. Discover now