Capítulo 1: Ring a Ring 'O' Roses

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Nota Autor: Esta historia no tendrá Horrocrux, ya que fue escrita originalmente antes de que saliera el séptimo libro.

Nota Autor: Esta historia no tendrá Horrocrux, ya que fue escrita originalmente antes de que saliera el séptimo libro

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Todos los profesores estaban sentados en la sala de profesores, hablando y discutiendo a diestra y siniestra. Aunque estaba mucho más apagado que de costumbre, la guerra le hace eso a cualquiera, por desgracia. Ya se habían redactado los horarios y se había elegido a los prefectos; las cartas se enviarían a los alumnos dentro de dos días. Junto con los que habían tomado sus O.W.L. y N.E.W.T. Albus Dumbledore se frotaba las sienes, sintiendo que le entraba una migraña con solo escuchar el ruido. Sólo había otra persona que estaba tan callada como él, al menos por el momento. El ruido se apagó cuando un fuerte silbido comenzó a recorrer la habitación. Si hubieran estado en otro lugar, seguramente se habrían dado cuenta, no era sólo la sala de Personal, en todas partes de Hogwarts estaban silbando. Todos miraban ahora a Albus, sin comprender. El ruido que oirían si los pabellones estuvieran siendo derribados sería equivalente a la sirena que los muggles utilizaban en su día para avisar de un inminente ataque 'aéreo' como era.

-¿Qué está pasando?- preguntó Flitwick sacando automáticamente su varita, por algo era el Maestro de Encantamientos y campeón de duelos. La gente lo subestimaba por su tamaño, pero nunca por mucho tiempo.

-¿Qué demonios es ese ruido?- preguntó Severus. Decir que era el profesor menos popular de Hogwarts sería decir poco, en estos días. Incluso los profesores apenas lo toleraban ahora, como antes. Volver con el Señor Tenebroso, le había agriado el humor más allá de lo que los alumnos hubieran podido pensar. No es que lo supieran, por supuesto, él se llevaba puntos por la cosa más idiota, lo que no se daban cuenta era la presión a la que estaba sometido Severus. Espiar contra el Señor Tenebroso no era poca cosa; por suerte, el Señor Tenebroso no era muy bueno en Legilimencia. De lo contrario, Severus habría sido asesinado al regresar al Señor Tenebroso, hace casi tres años.

-Las protecciones alrededor de la casa de Harry Potter acaban de caer-, dijo un sorprendido Albus Dumbledore. Su rostro estaba más pálido que el de Severus, si es que eso era remotamente posible. Hubo unos segundos de tenso silencio antes de que Albus saltara de su silla. No debía ser posible que aguantaran hasta su mayoría de edad, aún no tenía diecisiete años. -Debemos irnos de inmediato-.

Justo en ese momento Severus siseó por un segundo, los profesores lo miraron confundidos, sólo Albus parecía entender lo que le molestaba al moreno. Severus miró a Albus con impotencia, lo que fuera que estuviera pasando, no era nada bueno. No era casualidad que las guardas alrededor de la casa de Potter cayeran casi al mismo tiempo que lo llamaban.

-Ven, Severus-, exigió Albus Dumbledore. Haciendo un gesto para que el maestro de Pociones lo siguiera, lo cual hizo. Tenía que reunir la orden y rezar para que Harry siguiera en Privet Drive. Con suerte, el Señor Tenebroso, al igual que él, estaba vigilando Privet Drive. Le hubiera gustado tener a algo más que a Figg vigilando a Harry. De ese modo, el chico ya estaría de vuelta en Hogwarts, a salvo de cualquier daño. Harry tenía una guerra que terminar, y él se encargaría de que el chico tuviera éxito. La vida de todos en el mundo mágico y muggle dependía de ello. De hecho, pensaba enseñarle al chico algunos hechizos este trimestre, era vital que conociera algunos hechizos, sólo los ligeros, por supuesto. No quería que su arma anduviera por ahí lanzando Artes Oscuras. Destruiría la reputación que había pasado años cultivando para el joven. Lo que no ayudó cuando lanzó imprudentemente la Maldición Cruciatus de Lestrange. Menos mal que había pasado tanta magia en el pasillo, no sabían quién había lanzado qué. Hasta ahora lo único que le hacía parecer algo más que luz era su capacidad de hablar pársel. Por suerte, el mocoso tuvo el sentido común de no decirle a nadie que estaba casi clasificado en Slytherin.

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