Capítulo VI

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CAPÍTULO VI: “Hablemos de encuentros...”

Autoría: Regina

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El taxi giro y al regresar al lugar, los hombretones ya no se veían, el carro de Armando, ahora estaba segura, seguía allí. Betty lo dudo por un instante, pago la carrera y descendió. Las piernas le temblaban y el corazón latía como caballo desbocado, una terrible angustia se apodero de ella, pero avanzo tambaleante…

En el asiento del acompañante tirado como un saco de patatas, el cuerpo todo golpeado de un Armando inconsciente la recibió.

B: Doctor, que ha hecho… doctor (Acariciando con suavidad su cabello)... Por que esta así? Reaccione por favor.

Silencio, solo el silencio y la respiración entrecortada de Armando le responden, en ese momento ve acercarse un muchacho.

R: Señorita, ¿usted conoce al doctor Mendoza? Es que mire, lo han golpeado sin piedad, parecía que pedía a gritos que lo matasen, aquí me dejo su billetera…

B: ¿Usted quien es?

R: Disculpe yo soy Ramón, el barman, hace días que el doctor viene por aquí y lo tengo que enviar en un taxi, porque esta tan borracho que no me atrevo a dejarle las llaves…

B: ¿Usted tiene las llaves? (Ramón la mira con desconfianza)... Por favor, yo soy una amiga y lo estaba buscando, si tiene las llaves lo llevare a su casa.

R: Esta bien, pero no se olvide de llevarle la cartera y el celular… Ah¡ Y no vaya a perder la foto, de la que él llama su princesa, porque la mata (Se rasca la cabeza como pensando)... Aunque si la viera, se daría cuenta que el pobre hombre tiene motivos para estar así. ¡Ja!, que a uno lo deje una mujer bella es malo, pero si se dio el lujo de dejarlo semejante mujer horrible, es pa´morirse y lo peor es que el dice que es divina, no si la locura afecta también a los ricos.

B (se esta impacientando) : Esta bien señor, déme sus cosas que yo me hago responsable.

Sube al carro, pero la curiosidad la puede y abre la billetera… Cual no es su sorpresa al encontrar allí su foto, la de su hoja de vida.

B: ¿Qué es esto Dios mío? ¿Qué hace doctor con una foto mía en la cartera? Creo Don Armando que definitivamente tenemos que hablar, pero ahora debo resolver que hago con usted… Aviso a su familia, llamo a Doña Marcela, llamo al Dr. Calderón, no mejor a ese desgraciado no. Misia pantera por ahí se cree que lo rapte y por lo que hable con su padre, no creo que sea buena idea avisarles.

Al fin revisando su cartera encuentra la dirección del departamento de él y rogando que no le suceda nada con el carro se encamina hacia allí. En todo el camino, Armando se ha movido un poco y solo se ha quejado, evidentemente esta muy dolorido, tal vez seria mejor llevarlo a una clínica, pero a cual? No definitivamente lo llevara a su apartamento.

Al llegar la recibe un hombre que dice ser el cuñado del portero que le esta cubriendo el turno esa noche, la ayuda a subir a Armando hasta su habitación y recostarlo sobre la cama

B: Señor, por favor, no le diga a nadie que vio llegar al doctor y menos en este estado, tampoco deje que nadie suba al departamento bajo ningún concepto, cuando el despierte le explicara.

P: No se haga problema señora y cualquier cosa que necesite me llama. ¿Quiere que le suba el perro?

B: No, usted no podría tenerlo hasta mañana, es que en el estado que esta el doctor, creo que solo seria una molestia para él.

P: Esta bien señora, cualquier cosa que necesite no dude en llamarme, el doctor es muy querido por nosotros. Ahora le estaciono el auto en el garaje.

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