Capítulo 10

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Con pies silenciosos Scarlet se dejó caer en el suelo, acababa de caer de un muro de siete metros de altura, por última vez miró hacia arriba, aquella gran arquitectura de piedra la separaba del desierto. No podía creer que volviese a estar allí, la noche anterior había tenido que arriesgar su vida por un cretino y ahora tenía que tomar sus pertenencias, y según él, había sido su culpa por no pensar en ello cuando lo rescató.

Scarlet se ajustó la capucha negra de su túnica, desde las sombras de la noche contempló como soldados estaban en los cambios de guardia. Rodó los ojos al ver como algunos llevaban botellas de alcohol, incluso algunos ya iban ebrios y andaban tambaleándose. Así era la seguridad del pueblo, en lo único que se lucían era a la hora de cobrar impuestos o atemorizar a los habitantes.

Agachada recorrió todo el perímetro exterior, examinando todo, buscando algo, buscando una puerta. Con su visión mejorada pudo divisarlo con facilidad.

Una puerta metálica mediana cerrada completamente, Scarlet sonrió, para ella no supondría ninguna dificultad abrirla, con sigilo se acercó hasta la puerta, tan solo colocó la palma de su mano desnuda y cerró los ojos. Concentró calor de su cuerpo en la palma de la mano y poco a poco notaba como el pomo de la puerta, se iba derritiendo, siguió así por unos segundos más, siguió hasta que oyó un chasquido y la puerta se abrió.

Ninguna tecnología del NIU podía aun opacar su poder.

Entró y cerró tras de sí.

***

Scarlet caminaba con pies de plomo, no quería que la descubriesen, no tendría problemas en noquear a un par de soldados, pero no a una docena y sobre todo, dejar clara su presencia allí por segunda vez. Sentía su corazón latir a gran velocidad, solo tenía que hacer lo que le había mandado él, asesinar al Controlador de Víllea e irse, solo era eso y tomar la ropa que él dejó, como si no lo hubiese hecho antes, solo era eso. Pero por más raro que fuese, su corazón se sentía inquieto, se sentía inquieto desde hacía semanas.

Tampoco se sentía del todo cómoda ante el mandado de asesinato, no porque aquel Controlador no se lo mereciera, pero aún así sentía una angustia desde el inicio de su estómago.

A lo lejos escuchó voces que se aproximaban, en cuestión de segundos se colgó del techo y permaneció inmóvil, aguantó su respiración y espero a que pasasen.

Fueron unos minutos largos y molestos, cuando notó que no corría ningún peligro se dejó caer de nuevo en el suelo, y comenzó a caminar de nuevo, esta vez más apresurada que la anterior. Gracias a su olfato logró encontrar el camino correcto, así no tardo llegar al despacho del Controlador.

Al abrir la puerta el Controlador no levantó la mirada.

—¿Qué queréis aho...? —no logró acabar la pregunta porque levantó la mirada y se la encontró a ella ahí, iba a gritar, pero dio tiempo ya que una bala le atravesó entre ceja y ceja.

El cuerpo sin vida del Controlador cayó sobre la mesa, un charco rojo de sangre comenzó a manchar los informes limpios. Ella suspiró y dejo caer la pistola, miró hacia el suelo y se inclinó un poco.

—Lo siento.

Tampoco tanto.

Notaba el olor de la sangre, ese olor agrio.

En ese mismo momento, cuando Scarlet bajo la pistola; escuchó no muy lejos las voces y los pasos aproximarse, los escuchaba cerca, muy cerca, debía actuar rápido. Buscó entre los cajones con esmero hasta que dio con ello, una simple bolsa de ropa y una medalla de plata, solo eso; lo guardó todo en su mochila y cerró el cajón.

Crónicas Elementales 1: Fuego Escarlata © [ACTUALMENTE REEDITANDO]Where stories live. Discover now